"¿Qué serie vemos?" es el inicio de una de las (múltiples) pesadillas posmodernas, problemas del primer mundo, que padecemos. En unos siglos ya no se abrirán cajas de pandora, sino plataformas de streaming. ¿Tienen ustedes algún secreto, criterio, magia o embrujo para escoger algo interesante que ver, sin emplear al menos media hora en decidirse y, además, acertar? Mi marido y yo tenemos uno peculiar: si Filmaffinity lo puntúa alto, fuera, nos vamos a aburrir. Cada uno consume cultura a su gusto y nivel y, definitivamente, para los miembros de esta web de recomendación de películas nosotros somos lumpen cinetariat. No pasa na’, de todo tiene que haber.
Ahora estamos disfrutando de una serie de HBO, La mujer del viajero en el tiempo. De momento sólo han emitido cuatro capítulos, pero me apetecía escribir ya sobre ella. Antes de ponerme delante del teclado he cometido el típico error que se supone que el columnista debe evitar: echar un vistazo a lo que han dicho otros. Mi intención era buena: presupongo que el lector tendrá la sana costumbre y el buen criterio de leer distintos medios y columnistas. Bajo esa premisa, intento aportar cosas nuevas en mis escritos. No está en mi mano ser original, ingeniosa, resultar sesuda ni, sobre todo, acertar con mis comentarios. Pero sí puedo, definitivamente, no repetir lo que ya han dicho otros: por respeto al lector, a los compañeros y, sobre todo, a esta cabecera que me paga puntualmente todos los recibos (no al precio que me gustaría, pero bueno, es éste un mal endémico de mi profesión y en el que mejor no abundar ahora, no sea que a los mandamases se les ocurra pasarse por la siempre olvidada sección de Cultura).
Volvamos a la serie. He comenzado por ver qué decía Filmaffinity. No con ánimo laboral, confieso, sino para después mandarle pantallazo a mi marido y reírnos con nuestro viejo chiste: "Si les gusta a ellos, ¡no lo vemos!" No ha habido sorpresas respecto a la valoración de La mujer del viajero en el tiempo pero sí me ha resultado llamativa la sección donde la web recoge todas las reseñas de la serie en grandes y pequeñas cabeceras nacionales e internacionales: el aniquilamiento por parte de los críticos ha sido unánime. Por lo visto la historia de amor no es suficientemente conmovedora, o está muy vista, o roza lo pedófilo. A los críticos les aburre y decepciona que el director haya tenido la osadía de jugar la baza de los saltos temporales sin explotar la mente del espectador y sin aportar nada nuevo. Los chicos de El Mundo nos cuentan que la serie es tan mala que la habremos olvidado antes de que todos los frikis salgan a decir todas las paradojas y fallos en los que incurren.
Si esperara algo grandioso de cada producto cultural o intelectual al que le doy una oportunidad no podría disfrutar apenas de ninguno
Es muy posible que, en cuestiones audiovisuales, mi marido y yo tengamos gustos mediocres y se nos encandile con unos cuantos golpes de efecto. Es más que probable, de hecho. El caso es que estamos disfrutando mucho viéndola, el argumento es entretenido y nos gusta cómo enfocan los temas tratados: el amor incondicional de pareja, la fugacidad de la vida, la felicidad y sufrimiento vividos en amistad, el perdón, la compasión, la misericordia, etcétera. Quizá mi problema es que no me puse a verla esperando encontrar una obra maestra que pasará a la posterioridad, simplemente le di al play y comenzó el entretenimiento. Si esperara algo grandioso de cada producto cultural o intelectual al que le doy una oportunidad no podría disfrutar apenas de ninguno, y me perdería todas las cosas buenas que ofrece gente que tiene talento y que, precisamente porque se lanza a ejercitarlo, puede llegar a ser un nuevo Spielberg. Pues ya lo decía Aristóteles y la sabiduría popular: haciendo es como se aprende. Por mi parte, espero que esta columna sirva para que la próxima me salga, definitivamente, mejor.
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