Todo el mundo recordará el caso de Amanda Knox, una estudiante estadounidense que fue acusada de haber asesinado a una joven británica en Italia, donde ambas estudiaban. Fue condenada por homicidio, pasó cuatro años en la cárcel y fue absuelta hasta en dos ocasiones. Además, fue sometida a un juicio mediático en el que se la tildó de "psicópata con piel de cordero" y de "zorra asesina". Años después, Knox publicó cuatro libros y protagonizó varios documentales, uno de los cuales puede verse en Netflix. Todas las irregularidades que rodearon aquel caso y los prejuicios que se usaron para incriminar a la joven estadounidense han servido al cineasta francés Stéphane Demoustier como base para su película 'La chica del brazalete', un thriller judicial en el que además de abordar las lagunas de la libertad sexual profundiza también en el abismo entre padres e hijos.
¿Conoces realmente a tus seres queridos? Esta es la pregunta que se plantea en la campaña promocional de esta película, que llega este viernes a los cines de toda España y que sitúa al espectador frente a un dilema. La cinta arranca con una escena idílica en la playa, en algún lugar de la costa francesa, donde una familia formada por un matrimonio y sus dos hijos disfruta de un día soleado. La tranquilidad es interrumpida por la presencia de unos policías que arrestan a la hija mayor. A continuación, y tras una elipsis, el director muestra lo que ocurre tiempo después, cuando la joven ya ha pasado por la cárcel, lleva un brazalete de seguridad y se enfrenta a un juicio inminente, acusada de la muerte violenta de su mejor amiga.
La protagonista, Lise, se muestra al espectador a través de quienes la rodean y son ellos, a través de la relación que mantienen con la adolescente, quienes darán pistas acerca de quién es realmente esta joven, tal y como ha señalado a Vozpópuli el director de 'La chica del brazalete', que ha acudido a Madrid para presentar esta película, que participó en el Festival de Locarno.
Se supone que vivimos en una sociedad de gran libertad sexual, pero es chocante que, en estas sociedades modernas, cuando esto se manifiesta a través de una mujer, por su libertad sexual, eso la convierte en sospechosa. Si hubiese sido un hombre seguro que no se habría desarrollado de la misma manera"
El mayor logro de esta película es poner en tela de juicio de una manera sutil la existencia de libertad sexual tanto para hombres como para mujeres. "Se supone que vivimos en sociedad de gran libertad sexual, pero es chocante que, en estas sociedades modernas, cuando esto se manifiesta a través de una mujer, por su libertad sexual, eso la convierte en sospechosa. Si hubiese sido un hombre seguro que no se habría desarrollado de la misma manera", plantea el cineasta francés, quien cree que la perspectiva de la sociedad sobre este asunto es aún "muy sesgada" en función de si se trata de un hombre o de una mujer.
En el juicio, la fiscal, a quien interpreta la actriz Anaïs Demoustier, hermana del director, es quien refleja la visión más conservadora y también la que muestra mayores prejuicios contra la acusada, a quien responsabiliza de un crimen sin encontrar pruebas y quien ve indicios de su culpabilidad en su comportamiento sexual. En el otro lado se encuentra la abogada de la joven, una mujer con mucha experiencia que pide al jurado no basar su veredicto en las apariencias ni en aspectos íntimos de una adolescente. El cineasta ha explicado que con esta oposición demuestra que los prejuicios no son una cuestión de generaciones, sino también "de clases y de relaciones de fuerza". Inicialmente, el director y guionista escribió este papel pensando en un hombre de 50 años con "peso y bagaje". Sin embargo, durante la etapa que dedicó a la investigación, tras acudir a multitud de juicios, se dio cuenta de que "la mayoría de los fiscales eran mujeres jóvenes, y cuanto más jóvenes más virulentas y agresivas eran".
Crisis de familia
El juicio de 'La chica del brazalete' sirve también como un "espejo amplificador" ante la crisis de la familia en la que vive un adolescente y que se enfrenta al "desconocimiento" de ese niño que se hace mayor. "¿Conocemos a nuestros seres queridos?", pregunta el director, padre de tres hijos, quien reconoce que hay algo de "catarsis" en esta película. "Este asunto es viejo como el mundo. Cuando tienes hijos de repente te preguntas: ¿Qué hago aquí? ¿Por qué actúan así? Y tienes que aceptar que son tus hijos, pero son ajenos, y estás obligado a aceptarlo", señala.
Demoustier trató de ser "fiel a la dinámica de la justicia en Francia" y, para ello, acudió a juristas y abogados, con el objetivo de que aprobaran el guion de esta película que, a pesar de girar en torno a un proceso judicial, consigue dinamismo y atractivo, no tanto por lo que cuenta como por lo que consigue introducir en la imaginación del espectador. Además, pidió a varios jóvenes de la edad de la protagonista -entre ellos, algunos de los canguros de sus hijos- que leyeran este texto, para asegurarse de que se trataba de un "retrato creíble" y que no solo respondía a sus propios "fantasmas". Otro de los aciertos es la elección de Melissa Guers, una actriz debutante que sin embargo muestra mucha templanza en un papel que exige contención y silencios. "Sabía mantener el misterio y ser opaca al mismo tiempo, daba otra dimensión al personaje. Esta es la parte más placentera, porque si has acertado con la elección puede enriquecer lo has escrito", concluye el director.
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