No remite la tormenta en la gestión de derechos de autor en España. “La SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) se dará una hostia descomunal en 2020, de un tamaño que obligará a reconstruirse. Las televisiones, por ejemplo, tienen previsto un descenso en ingresos por publicidad de entre el 30 y el 40%. Eso supone un golpe que vamos a pagar todos, los autores también. Habrá que hacer algo más que lamernos las heridas”, explica Juan Rivas, presidente del consejo territorial de la SGAE Galicia, que opta a la candidatura para la Junta Directiva de la entidad.
¿A qué se refiere cuando habla de una “hostia”? “Quienes se queden al frente van a tener que tomar decisiones muy duras: hablo de recortes el personal o elevar el llamado ‘descuento de administración’, que es lo que se cobra a los socios por gestionar sus derechos. Si ahora el máximo está en un 15%, quizá habría que llegar al 20% o incluso al 25%. Eso va a cabrear a muchos socios. Para sobrevivir, la SGAE tiene que desescalar y repensar el modelo, centrándose en proteger el tejido cultural”, explica a Vozpópuli. "Seamos realistas, ya no valen lo discursos de 'aquí no pasa nada'. Para sobrevivir, la SGAE tiene que afrontar cambios radicales: de imagen y de actitud. Una posibilidad sería vender el Palacio de Longoria y cambiarnos a unas oficinas bonitas y funcionales, como cualquier otra empresa moderna", propone.
"La SGAE ha perdido en estos años la mitad de su recaudación, bajamos de 400 millones anuales a 200", explica Juan Rivas
Por extraño que parezca, la SGAE siempre ha levantado pasiones políticas, hasta el punto de que a comienzos de los dosmiles la lucha contra el canon por copia privada se convirtió en un debate nacional. Se habló mucho de la “voracidad recaudadora”, cuando países como Francia o Alemania ingresaban más por derechos de autor sin que nadie se escandalizase por allí (al contrario, los directivos europeos no comprendían que existiesen hosteleros españoles que tuvieran resistencia a pagar por poner música en sus establecimientos). La situación ahora es mucho más frágil en 2020. “La SGAE ha perdido en estos años la mitad de su recaudación, bajamos de 400 millones anuales a 200, por eso hay que reescalar. Convertir un elefante, que además está herido y sin visión, en un tigre competitivo implica tomar medidas. Si miramos a nuestros vecinos franceses, vemos que en el mismo periodo la SACEM -siglas de Société des Auteurs, Compositeurs et Éditeurs de Musique- ha subido de 600 millones a 1.400, todo un orgullo para su país, su gente y su cultura. Esta tranquilidad en los bolsillos de sus autores está a años luz de la precariedad galopante que se vive en aquí”, destaca Rivas.
Credibilidad y competencia
Además del mordisco de las televisiones, SGAE disminuirá de manera significativa sus ingresos por la suspensión durante meses de conciertos, fiestas patronales y música en espacios comerciales cerrados por la covid-19. En este contexto, el ministro Uribes aprobó la creación de SEDA (Sociedad Estatal de Derechos de Autor), entidad que les hará la competencia y que cuenta con fundadores tan importantes como Kiko Veneno, Rosa León y Bernardo Fúster de Suburbano (autor de himnos como “La Puerta de Alcalá”). “SEDA tiene muchas cosas que demostrar antes de que pueda posicionarse como un competidor serio. Dicho esto, me parece justo que haya un lugar dónde ir, una alternativa si uno no está conforme con SGAE. Defiendo la competencia y creo que no es sano este bucle en el que se encuentra metida la entidad. Kiko Veneno y otros nombres de SEDA son autores muy importantes para la cultura española, están dolidos y tiene derecho a probar otra cosa”, opina Rivas.
Patacho Recio, portavoz de SEDA, lo ve como un paso lógico: “La aparición de SEDA es resultado del cansancio de un grupo importante de socios ante los numerosos escándalos y procesos judiciales de la SGAE. Y, sobre todo, por una gestión y un reparto de derechos que consideramos injusto a todas luces. Estuvimos esperando hasta hace un par de años, para ver si el Ministerio intervenía la entidad y encontraba soluciones. También nos presentamos a unas elecciones, pero SGAE no respetó la legislación vigente en cuanto a voto electrónico y entonces decidimos retirarnos”, recuerda Recio.
Filtración interesada
En principio, la nueva entidad cubrirá menos campo del que trabaja la SGAE. “Es verdad que no recaudaremos la ejecución pública de calle, que son la hostelería, pequeños comercios y conciertos , entre otras cosas. Eso requiere un tratamiento muy concreto que no puede gestionarse por entidades diferentes, ya que separar el repertorio al cien por cien es muy difícil. Las coautorías, las editoriales y las cesiones de derechos lo complican mucho. Hay que cerrar acuerdos unitarios con SGAE, pero también con AIE (Asociación de Intérpretes y Ejecutantes) y con AGEDI (Gestión de los Derechos de Propiedad Intelectual de los productores fonográficos). En resumen, que el señor que tiene un bar debe poder pagar en un solo sitio y que luego las entidades nos lo repartamos. La ley obliga a facilitar la existencia de una ventanilla única de cobro”, explica Recio. También advierte de que se están diciendo muchas mentiras sobre SEDA en redes sociales. “Algunos autores que publican que no les admitimos en la entidad no están diciendo la verdad, nuestra intención es no rechazar a nadie”, aclara.
“El artículo de El País, que filtra un documento obsoleto, nos parece un escándalo”, responde Patacho Recio, portavoz de SEDA
El pasado miércoles, El País publicaba la filtración de un documento oficial del subdirector general de Propiedad Intelectual, Carlos Guervós. Se emitió a principios de agosto y el texto recogía el temor de que los socios de SEDA no pudiese recaudar sus derechos en el extranjero. “El artículo de El País nos parece un escándalo por varios motivos”, responde Patacho Recio. “Para empezar, por la misma filtración, que supone cierto descontrol. Ademas, se trata de un documento obsoleto y, aunque nosotros no lo conocíamos, los defectos que indica están subsanados. En estas semanas hemos ido aportando todo lo que nos han solicitado desde Cultura, como es natural”, afirma. Por si fuera poco, la SGAE ha denunciado al Ministerio de Cultura por permitir la creación de SEDA.
En el artículo de El País, Antonio Onetti -actual director de SGAE- cuestiona la relación de SEDA con SACEM, añadiendo que equivale “a Francia gestionando el Museo Del Prado”. ¿Puede ser un problema? “Esa comparación no tiene base. Nuestra alianza con SACEM se limita a que ellos gestionan el cobro de nuestros autores en los países donde no tenemos implantación, que son más de cien, pero a medida que firmemos convenios ellos se van retirando. El texto de El País también cuestiona nuestro plan de viabilidad, cuando este ha sido defendido y respaldado en el propio Ministerio por expertos internacionales, entre ellos la persona que manejó hace unos años los graves conflictos de la sociedad de gestión de Grecia”, aclara Recio.
Jucio a Bautista
A todo esto, ¿qué opinan los músicos modestos? Ainara Legardón es una cantautora ‘indie’ que también es conocida por sus talleres sobre cómo gestionar los derechos de la SGAE . Por eso tiene interés su enfoque sobre la nueva situación. “Es de agradecer que SEDA nazca con la intención de poner el foco en la transparencia y en una recaudación y reparto de derechos justa y proporcional al uso del repertorio, con la voluntad de utilizar las últimas tecnologías para que ello sea posible. Por otro lado, SEDA nace justamente en un momento en el que SGAE parece comenzar a corregir algunos de sus puntos más oscuros, como el relativo al voto ponderado y a la falta de democracia interna. Sirva mencionar como ejemplo, que a la última Asamblea General de SGAE, celebrada el 30 de julio de 2020, estuvimos llamados a votar todos los miembros de la entidad por primera vez en su historia”, apunta.
El 14 de septiembre arranca el primer juicio de la Operación Saga, que ha tenido nueve años a Teddy Bautista sin posibilidad de defenderse
Bernat Hernández, portavoz del Sindicato de Músicos Activistas de Cataluña (SMAC), coincide en que uno de los grandes problemas de la SGAE ha sido trabajar con estimaciones de la música que se escuchaba, en vez de utilizar las nuevas tecnologías (por ejemplo, Shazam) para identificar con exactitud las piezas que suenan en cada sitio. “Hay muchas cosas que cambiar en el sector de los derechos de autor, por ejemplo la vieja lucha para que los músicos no estén en la misma entidad que sus editoriales, ya que pueden surgir conflictos de intereses al repartirse los ingresos. Bienvenida sea SEDA, cuantas más entidades mejor, pero es justo decir que últimamente la SGAE ha estado más flexible al escuchar demandas en el último año. Hasta ahora, no se votaba si no habías generado un mínimo, pero hace poco se admitió un ‘voto social’ para incluir a todos. También se aceptan los votos por Internet, que antes se rechazaban. Son granitos de arena, pero denotan apertura. Ya no es el inmovilismo férreo de hace unos años”, celebra. La aparición de SEDA no rompe ningún monopolio, ya que antes existían alternativas como Dama, Ekki y Unison, pero se espera que ayuda a que el sector afine sus propuestas.
En medio de toda esta batalla, el 14 de septiembre arranca el primer juicio por la operación Saga. Muchos recordarán las imágenes de julio de 2011 donde la Guardia Civil asaltaba el Palacio de Longoria, sede histórica de la SGAE. La situación ha cambiado mucho desde entonces, cuando gran parte de la sociedad percibía a “la cúpula” como una organización criminal. En enero de 2016, Ramoncín fue absuelto por la Audiencia Nacional de los delitos continuados de apropiación indebida y falsedad de documento mercantil. En mayo de 2020, la SGAE decidió retirarse como acusación particular contra Teddy Bautista, director de SGAE durante 27 años. El motivo para la retirada es que SGAE considera que no tienen indicios para sostener la acusación, así que incluso le han reintegrado el cobro de su pensión. Los nueve años de espera para la celebración de la vista son una prueba del lento funcionamiento de la justicia española, acompañado por las altas posibilidades de que todo termine en absolución.
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