Las ficciones de terror sobre casas encantadas son un género en sí mismo. No es necesario enumerar las decenas de ejemplos aunque El resplandor de Stanley Kubrick es, con diferencia, la película más famosa y, también, la mejor. Es muy posible que Courteney Cox, la inolvidable Monica de Friends, productora y protagonista de esta producción, lo sepa desde hace tiempo porque su nueva serie, Shining Vale, está llena de homenajes y guiños a, sorpresa, The Shining (El resplandor) desde la tela de las cortinas de la mansión hasta los efectos de sonido entre secuencia y secuencia. Pero no adelantemos maravillas, que queda mucho que analizar en Vozpópuli.
El primer capítulo de los ocho de los que consta comienza con un extraño aviso: "Las mujeres tienen el doble de posibilidades que los hombres en sufrir depresión y, también, de ser poseídas por un demonio y para ambos casos los síntomas son los mismos”, una forma nada sutil de poner al telespectador alerta: la cosa va de mujeres y algunas no están demasiado bien de la cabeza. Así de sorprendentemente comienza una ficción cuya máxima ambición se revela pronto como la huida descarada de la sutileza. Todo en Shining Vale es evidente, claro hasta la obscenidad, bruto y a cascoporro. Y ahí reside lo mejor y lo peor de la serie de Starzplay.
Terror y fontaneros
Con el fin de que su mujer Pat (Courteney Cox) olvide la relación sexual y casual con el fontanero que vino a la casa familiar (¡¡!!), su marido Terry (Greg Kinnear) muda a toda la familia, los no-encantadores Phelps, desde un piso de Brooklyn hasta un casoplón en Shining Vale, pueblecito de Connecticut, lo que implica que su ardiente adolescente hija Gaynor (Gus Birney) y su friki vástago Jake (Dylan Gage) tendrán que reiniciar su vida con nuevos amigos.
¿Por qué existen esas familias que deciden mudarse a casas lóbregas, ruidosas y casi en ruinas?
Por su parte, Pat aprovechará para comenzar de una vez su esperado nuevo libro escrito por fin sin la ayuda del vaso con hielo. El primero, una especie de Cincuenta sombras de Grey fue todo un éxito de ventas entre ese público que consume a una mano un libro cada 40 años. Y aquí comienzan las risas, porque los guionistas Jeff Astrof y Sharon Horgan (nominada al Emmy por la adictiva Catastrophe) no tardan ni cinco minutos en introducir un susto tan manido que puede provocar aullidos: una niña pequeña con trenzas y una pelota en medio de la carretera que lleva a los Phelps a su destino. Y justo a los diez minutos es también cuando nos damos cuenta de otra de las extrañas características de Shining Vale: que una serie de 2022 esté protagonizada por una familia blanca, heterosexual y con niño y niña, con solo los vecinos racializados, lo que remite a otras épocas.
Además, no se trata con respeto dolencias tan graves como las enfermedades mentales o el alcoholismo, lo que conlleva, como mínimo, perplejidad. Una extrañeza que queda diluida ante los siguientes acontecimientos que casi parecen sacados de un manual de primeros terrores: un perro que se escapa y descubre algo oculto, una pelotita que se mueve sola, una puerta que se cierra sola, un payaso y una muñeca en una silla y, sobre todo, un marido que no cree que su mujer ve fantasmas y que dice que a lo mejor eran ciervos.
Extraño refrito
Con estos sonrojantes condimentos, las realizadoras Alethea Jones y Dearbhla Walsh han cocinado un refrito extraño con algún sabor sorprendente: la inédita pareja protagonista y la más que bienvenida presencia de la oscarizada Mira Sorvino (¡qué tiempos!) como Rosemary, la fantasma fumadora que se aparece cada giro de cámara y estruendoso ‘chachán’ de la banda sonora. Por supuestísimo, un retrato suyo oculto bajo un mueble del trastero había anticipado su súbita aparición. El resto de las interrogantes de los primeros capítulos tienen otros enunciados: ¿Por qué existen esas familias que deciden mudarse a casas lóbregas, ruidosas y casi en ruinas? ¿Es necesario mostrar el maravilloso libro La campana de cristal de Sylvia Plath y decir "los artistas trabajan mejor cuando invocan a sus demonios" sabiendo cómo acabó la poeta? ¿Son oportunos los chistes sobre webs porno, pedófilos y asesinos en serie al hablar con tus hijos? ¿Para mostrar que el niño es un friki es necesario que lleve hasta comiendo unas gafas de juegos en 3D?
Aunque, quizás, por el hecho de mostrar todo esto junto cada tres minutos en breves raciones de 25 minutos cada capítulo la serie merezca la pena. Y no nos olvidemos de lo mejor. La actriz que interpreta a Robyn Court, la agente inmobiliaria que vende la casa a los Phelps, es Sherilyn Fenn, la muchacha que hacía nudos con la lengua a los rabos de las cerezas en una serie llamada ‘Twin Peaks’.
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