Recurrir a los vientres de alquiler, práctica también conocida como gestación subrogada, es un debate sobre el que aún no hay un punto de encuentro claro y tampoco una legislación adecuada, que sorprendentemente pone de acuerdo a sectores de la izquierda y de la derecha, que causa polémica y que permanece inacabado. Esto lo sabe muy bien el cineasta Carlo Sironi, quien debuta en el largometraje con 'Sole', una película que, como las buenas historias, plantea un problema universal, controvertido y actual para hablar en el fondo de algunos de los asuntos que más preocupan al hombre: la soledad, el amor, el paso a la madurez o la libertad.
Los protagonistas aquí son Ermanno (Claudio Segaluscio), un joven adicto a las tragaperras que se gana la vida cometiendo pequeños hurtos, y Lena (Sandra Drzymalska), una joven polaca embarazada de siete meses que llega a Italia para vender el bebé que espera a los tíos del joven. Él tiene como misión cuidar de ella hasta que el embarazo llegue a término. Cuando esto ocurra, y a cambio de una golosa cuantía, tendrá que reconocer a la recién nacida y dársela en adopción a sus familiares. Sin embargo, las circunstancias despertarán entre ambos sentimientos que no esperaban.
Lo que movió a Sironi fue precisamente el deseo de ser padre, de proteger y amar, incluso cuando uno no puede cuidar de sí mismo. "Creo que es el poder de lo desconocido, el misterio de algo nuevo pero al mismo tiempo antiguo como el mundo: cuidar de alguien más para encontrar finalmente la paz y tu lugar en el universo, tu lugar en este gran rompecabezas. Me encantó la idea de que no puede cuidarse solo, pero sí puede cuidar a un recién nacido", señala a Vozpópuli el cineasta.
Era importante que la audiencia creara su propia idea y que sintiera sin ser guiada como una marioneta. La subrogación es un tema muy complejo y es importante no tener una sola posición"
Sin entrar a dilucidar los motivos que exponen defensores y detractores de la maternidad subrogada, podría decirse que esta película retrata una sociedad en la más absoluta decadencia, en la que una mujer muy joven, sola y pobre acuerda una transacción económica por el hijo que lleva en el vientre. Como su desdicha es estar desamparada, también lo está en este proceso, en el que no importa ni su bienestar, ni su salud mental ni su libertad, sino tan solo la del nonato.
Paradójicamente, quienes piensan que ser padre es un derecho -aquí, encarnados en una pareja acomodada y con recursos suficientes para costear sus deseos- parecen haber olvidado que el bienestar del bebé está ligado al de su madre biológica y que las ansias por ser padres y dar su amor a un hijo no son compatibles con un talón bancario. O, al menos, en un mundo civilizado y justo, esto no debería ocurrir, y así lo muestra el cineasta Carlo Sironi en esta cinta, que se estrena este viernes en los cines españoles, después de haber participado en la sección Orizzonti del Festival de Venecia y tras haber sido nominada a los European Discovery 2020-Prix Fipresci de la European Film Academy.
Según cuenta el cineasta, la protagonista de esta historia es una mujer muy joven procedente de Polonia, "donde el aborto es completamente ilegal". "A través de mi investigación descubrí que muchas mujeres que vendían sus bebés en Italia venían de Polonia, debido a la prohibición del aborto", ha relatado el director.
En cualquier caso, y a pesar de reconocer que este contexto tiene mucho peso en la historia que cuenta y de tener algunas "posturas políticas muy claras" que se palpan en la película, Soroni se limita a presentar la situación y no reducirlo todo a un "blanco o negro". "Era importante que la audiencia creara su propia idea y que sintiera sin ser guiada como una marioneta. La subrogación es un tema muy complejo y es importante no tener una sola posición", apunta.
Sin embargo, aunque el punto de partida del director y también guionista fueron "las adopciones falsas y los procedimientos ilegales", finalmente descubrió que lo más interesante era contar el punto de vista de un hombre contratado para fingir ser padre. ¿Qué ocurre después? Aunque el director habla desde la inexperiencia, cree haber acertado acerca del terremoto que un hijo, propio o no, deseado o rechazado, puede causar en dos jóvenes.
Quería captar el momento en el que te das cuenta de manera inesperada de que te sientes atraído por otra persona, cuando te enamoras y no puedes saber si es real o no"
En último lugar, llegó la historia de amor entre los jóvenes que, a pesar de la complejidad de los hechos, se presenta como una narración romántica clásica, de descubrimiento y contemplación. "Quería captar el momento en el que te das cuenta de manera inesperada de que te sientes atraído por otra persona, cuando te enamoras y no puedes saber si es real o no", cuenta el director. En la memoria del espectador permanece inevitablemente esa escena en la que Lena baila suavemente en una fiesta, con los ojos cerrados, 'The other Side of your face', de Twin Sisters, ante la atenta mirada de Ermanno.
Precisamente, una de las joyas de 'Sole', que toma el título del nombre de la niña, es la actuación de Sandra Drzymalska, de 27 años, una especie de Elle Fanning europea con un magnetismo y una fuerza que no se olvidan. Para su papel, el cineasta se dejó llevar y descubrió en ella a una persona "gentil, infantil y tierna". "Tenía una presencia fantasmal. La elegí de inmediato. Ella es polaca y aprendió italiano para la película en tres meses. Sandra es un ser humano maravilloso, sensible y encantador", destaca acerca de la actriz.
En el caso de Claudio ocurrió lo contrario. "Es exactamente como me imaginé a Ermanno, con sus rasgos y su voz. No es un profesional, pero trabajamos mucho juntos. Tiene un dolor real en sus ojos y un aura intensa que comunica una ternura potencial. Era perfecto para la película", concluye el director de 'Sole'.
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