"Es imposible decirles lo que voy a hacer excepto decir que espero hacer la mejor película jamás hecha", escribió en una carta Stanley Kubrick a sus estudios el 20 de octubre de 1971. El proyecto que Metro-Goldwyn-Mayer terminó descartando no era otro que el de mostrar la vida de Napoleón Bonaparte. Ahora, Steven Spielberg hará el sueño del que consideró “su maestro más grande” en una miniserie de siete capítulos que emitirá HBO, según ha confirmado recientemente el propio director. “Con la cooperación de Christiane Kubrick y Jan Harlan, estamos montando una gran producción para HBO basada en el guion original de Stanley, Napoleón. Estamos trabajando en ella como una serie limitada en siete partes”.
El anuncio del director ya ha puesto los dientes largos a los amantes de la historia, el cine, las series, o la figura de Napoleón. Las nuevas formas de consumo con la preponderancia de las series facilitarán la tarea de narrar la historia de un hombre que vivió mil vidas. Joven y astuto militar, revolucionario y emperador de Europa. Napoleón es el personaje más importante del siglo XIX y uno de los hombres más influyentes de la historia. Sus conquistas alteraron para siempre el devenir europeo, desde la propia configuración de los mapas del continente a las revoluciones americanas que desangraron el imperio español tienen su origen en las campañas del corso.
Proyecto frustrado de Kubrick
El director de cine Rodrigo Cortés ha insistido en más de una ocasión que “el estado natural de una película es que no exista”, sobre la dificultad que entraña que cualquier cinta llegue a las salas. Ni el propio Kubrick que acaba de triunfar con 2001: Una odisea en el espacio fue capaz de esquivar esta máxima y su megaproyecto sobre la historia del emperador francés se vio truncado por varios motivos.
Durante la década de los sesenta, Kubrick comenzó a preparar el proyecto del biopic del general corso y lo hizo a su manera, de una manera completamente obsesiva. Vio cada una de las películas que se habían rodado sobre el militar, uno de los personajes más representados en la historia del celuloide, ninguna le convenció. Leyó centenares de libros de historia, tuvo reuniones de horas y más horas con catedráticos de universidad. Mandó a su equipo de producción a fotografiar posibles localizaciones y quedaron apuntados lugares de Francia, Italia, Rumania Yugoslavia. El archivo del proyecto incluyó hasta 17.000 fotografías y otros tantos miles de apuntes que, en parte, fueron recogidos hace unos años por la editorial Taschen en Stanley Kubrick's Napoleon: The Greatest Movie Never Made, un libro de más de 800 páginas.
Por supuesto también había pensado en actores. ¿Se imaginan a Jack Nicholson como Napoleón? Fue uno de los candidatos que Kubrick barajó para interpretar al general corso junto a Ian Holm o David Hemmings. Para el papel de Josefina, Kubrick fue rechazado por Audrey Hepburn, y pensó en Julie Andrews y Vanessa Redgrave.
Otra máxima de cualquier proyecto es que según va creciendo es más fácil que no se produzca. El rodaje de Napoleón tenía previsto emplear a más de 40.000 extras para representar batallas como Austerlitz o Waterloo, y planteaba otras dificultades en la producción como los rodajes en países del bloque soviético. Pero en la alineación de astros necesarios para que una película se lleve a cabo, se interpuso el fracaso en taquilla de Waterloo (1970) de Sergei Bondarchuk. La película no logró recuperar los gastos de producción y provocó que la Metro terminara aplazando y rechazando el proyecto de Kubrick.
Confiemos en que la historia no se repita puesto que este año se estrenará otra producción sobre Napoleón dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Joaquin Phoenix.
Dos directores infinitos
Si uno piensa en una lista de sus cinco mejores películas por género es difícil que no aparezcan obras de Spielberg y Kubrick. El terror del plano de las hermanas paradas en mitad de uno de los pasillos del Hotel Overlook de El resplandor o los hachazos de Nicholson en una de las puertas marcaron tanto como la banda sonora que anunciaba la llegada del tiburón acercándose a los bañistas. La fantasía espacial cargada de simbolismo de 2001: Una odisea en el espacio o la empatía hacia el alienígena aterrizado de E.T. También las miserias de la guerra, ya sea en la Segunda Guerra Mundial con Salvar al soldado Ryan o la de Vietnam con La chaqueta metálica.
Precisamente ha sido el género bélico por el que Spielberg ha dejado alguna de sus grandes obras maestras y la que le permitió ganar sus primeros Oscar a mejor película y dirección. El desembarco aliado en la playa de Omaha durante el Día D, de Salvar al soldado Ryan es una de las mejores secuencias de la historia del cine. Spielberg se quedó con ganas de más y produjo junto a Tom Hanks Hermanos de sangre, que narraba la historia de la Compañía Easy del 506.º Regimiento de Infantería de Paracaidistas, de la 101.ª División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos. La serie mantuvo la factura del soldado Ryan y fue una de las primeras series de HBO que triunfó mundialmente. Sin salir de la Segunda Guerra Mundial pero sí del género bélico, Spielberg abordó el drama del Holocausto dando a conocer a todo el mundo la historia del industrial Oskar Schindler, galardonada con siete premios Oscar, entre ellos mejor película, mejor director y mejor guion adaptado.
No es la primera vez que Spielberg rematará un proyecto de Kubrick. A finales de la década de los noventa, ambos directores conversaron y planearon llevar a la pantalla la historia de un robot que era capaz de amar. El resultado terminó siendo Inteligencia Artificial, protagonizada por Haley Joel Osment, el niño de El sexto sentido, dirigida por Spielberg en 2001, dos años después del fallecimiento de Kubrick al que le dedicó la cinta.
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