Ha escrito más de sesenta novelas y no parece dispuesto a apagar la máquina de fabular. No le atormenta saber que no fue ni será pasto de Nobel y es, a día de hoy, uno de los pocos escritores que se mueve con igual soltura entre la ría literaria y la orilla del superventas. Se trata de Stephen King, un autor a caballo entre la miseria y el terror para dar cuenta de la naturaleza humana. Justo a él, al Rey, dedica Errata Naturae el volumen The King, un libro colectivo que despliega el universo literario del norteamericano a través de la mirada de una decena de autores, periodistas, investigadores y filólogos.
A King se le conoce como el maestro del terror. Sus novelas han atemorizado a varias generaciones de lectores que, como aseguran Joseph J. Foy y Timothy M. Dale, aún aceleran cuando pasan junto a un campo de maíz, desconfían de los payasos y recelan de aquellos que se acercan vendiendo "cosas necesarias". Los monstruos de Stephen King no son zombies o apariciones sobrenaturales, son hombres y mujeres a través de los cuales él despliega un paisaje humano en el que la violencia es estructural. Así lo ha dejado por escrito en sus relatos de suspense, su dibujo milimétrico y sin piedad del ser humano, sus fenómenos psicológicos, la ciencia ficción o sus monstruosas criaturas.
"Dejemos de lado lo del bestsellerismo y los estereotipos: este hombre es un genuino escritor de nacimiento. No es Tom Clancy. Escribe con un extraordinario brío narrativo y su prosa desborda saber literario", dijo de él la nonagenaria escritora Cynthia Ozick. En 2003 fue galardonado con la Medalla del National Book Awrad Foundation por su contribución a las letras americanas y en 2007 fue nombrado Gran maestro de los escritores de Misterio en América. Títulos como El misterio de salem's Lot, La zona muerta, Ojos de fuego, La milla verde, La danza de la muerte, La cúpula o Un saco de huesos son algunos de sus libros más conocidos.
Llama la atención la mirada que despliegan sobre Stephen King autores como Rodrigo Fresán o Edmundo Paz Soldán. En clave biográfica, el argentino construye un retrato de aquel joven nacido en Maine y que ya desde muy pequeño vivió el miedo como una experiencia si no gozosa al menos sí estimulante, alguien que se acercó a la literatura a través de los cómics y que ya con algo más de veinte años, y en la mesa plegable de una auto caravana, consiguió morder el oro del bestseller con su primera novela: Carrie. Fresán se vale de esos apuntes biográficos para plantear una relación primaria entre miedo y juego que se expresa casi siempre en figuras infantiles o juveniles, de las que da cuenta Fresán.
El boliviano Paz Soldán confecciona un relato homenaje a King mientras que la escritora argentina Mariana Enríquez examina y despliega el papel y la naturaleza de las mujeres en la obra del norteamericano. Resulta esclarecedora la mirada del escritor y ensayista Greg Littmann acerca del dominio que tiene King de lo que él llama el arte del horror. Hace una lectura cruzada, por ejemplo, de cuánto se enfadaría Platón leyendo Carrie o de cómo Aristóteles elogiaría la profundidad y coherencia de los personajes del norteamericano. Incluso llega a establecer paralelismos entre la catarsis de la tragedia y la que propone King con el género terror.
Una entrevista a King a cargo del especialista y profesor Tony Magistrale sienta las bases y el tono d eun libro que aspira más a desentrañar la complejidad de Stephen King que a trazar una ahiografía del autor. "Este libro comienza con un viaje en coche por la Ruta 2, dirección este. Sobre las Green Mountains del norte de Vermont,cruzando las White Mountains de Nuevo Hampshire, hasta Maine, donde por fn el relieve empieza a suavizarse. Los paisajes del norte de Nueva Inglaterra consisten en una sucesión de pueblos dispersos, prados ondulados, y bosques y ciénagas impenetrables. Es el territorio de Stephen King. Cruzo Lancaster, Nuevo Hampshire, Skowhegan, en Maine. Cualquiera de estos lugares podría servir perfectamente de plató para rodar una adaptación de El misterio de Salem’s Lot, It, o Cuenta conmigo".De pie ante ese paisaje, imbuido en ese lugar donde King creció, el lector es capaz de entender la naturaleza hasta cierto punto 'realista' del terror que King construye en sus obras. Ese arranque aporta un tono, define un punto de partida y plantea cuán larga es la carretera de una obra amplia, compleja y ambiciosa. .
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