La vida del artista madrileño C. Tangana cambió radicalmente en apenas cuatro años. Podríamos considerar que su éxito comenzó realmente en el mismo momento en el que un anuncio gigante con su foto, vestido de Loewe, se colgó en mitad de la Gran Vía en 2017, coincidiendo con la gestación de su álbum Ávida Dollars que trataba, entre otras cosas, sobre hacerse rico y el precio que conlleva la fama. Este hecho no sería tan importante si ese cartel no hubiese sido colocado justo en frente del Pans and Company donde había trabajado anteriormente, cobrando apenas quinientos euros al mes. Ahora, sin embargo, acaba de llenar el Wizink Center con quince mil personas con el concierto celebrado en la capital con motivo de su 'Sin cantar ni afinar Tour', una gira que busca recoger las canciones de su álbum El Madrileño y la reciente publicación de La sobremesa -que es una prolongación de ese disco anterior-.
En la cola del concierto, aparte del público joven, también se encontraba gente de mediana edad e incluso familias enteras, a pesar de que El Madrileño esté en la treintena y sea un "antiguo rapero" que viene de la escena underground madrileña. Y es que, tal y como comentaba una chica delante, "ella había convertido a su padre en fan de C. Tangana". Más tarde, además, se confundía al no entender del todo lo que significaba pedir "un mini de cerveza", a lo que su amigo contestaba a la camarera que "ella es del norte". Y es que este concierto tan esperado en Madrid ha albergado a gente de España entera; estos últimos días, con las entradas agotadísimas, la reventa incluso ha rondado los doscientos euros por entrada.
El concierto se abría -con fin de crear un ambiente familiar- con un vídeo informal de un amigo de C. Tangana que nos recomendaba "votar a Ciudadanos" en tono jocoso para luego advertirnos de que no grabemos con flash, que es malo para la maquinaria contratada para el espectáculo y "Pucho es muy pesado con eso". La primera canción en sonar ha sido Still rapping -de ese disco Ávida Dollars que tanto significó para su carrera- pero en forma de remix con una marcha de Semana Santa, debido a su reciente entrega al folclore español musicalmente. Después ha proseguido con Te olvidaste y CAMBIA!, esta última junto a Adriel Favela y Carín León, con los que colabora en el disco. Lo inesperado, justo después, ha sido la aparición de Rita Payés para acompañarle en su interpretación de Te Venero, tema que ha sido originalmente grabado junto a la leyenda cubana de boleros Omara Portuondo.
El cambio radical ha llegado ante la sorpresa de su interpretación de Yelo y donde la pista se juntaba para corear esa frase de "van a respetar Madrid". Porque, tal y como ha contado El Madrileño, este concierto es el más importante "de su puta vida", en esta ciudad que es su casa -y de la que ha adoptado parte de su identidad como artista-. No podía faltar en el escenario, por supuesto, el reconocidísimo reguetonero Omar Montes, que le acompaña en La Culpa, una canción con toques de rumba que habla de la disculpa hacia uno mismo en tono festivo. A partir de aquí, el concierto se dedica a reivindicar a todos los artistas invitados mediante la creación de la propia sobremesa, ese espacio común donde cantar con tu gente y bailar las penas. Pucho afirma que Luis Segura -con el que ha grabado su tema Bobo- y la República Dominicana son muy importantes para él. En las distintas mesas del escenario se perciben pedazos de lo que podría conformar un bodegón pintado por Julio Romero de Torres: Anís del Mono -que además sirve para acompañar el compás flamenco-, limones enteros, vasos de chupitos vacíos, jamón y aceitunas.
Pero, sin duda, la aparición más ovacionada ha sido la de Nathy Peluso, recordándonos la polémica de la Catedral de Toledo con su colaboración bachatera Ateo, y con baile y tirón de pelo incluidos. Pucho, con sus gafas Gucci quitadas por primera vez, dejaba entrever sus lágrimas de emoción. Tras ello, el cantaor Ismael "El Bola" se cantaba un pasodoble quedándose provocando la impresión del público para dar paso a la famosa "Demasiadas mujeres" -con sus coros de la Campanera del gran Joselito-. Una vez creada la verdadera "sobremesa", bajaba sobre el escenario una corona de flores en memoria del reconocido autor de marchas de Semana Santa Sergio Larrinaga. En esa sobremesa, al fin todos los componentes de su Tiny Desk: Los Carmona, Kiko Veneno, La Húngara, etc., además de la invitación de El Niño de Elche. En esa sobremesa, además, han sonado temas históricos de la historia de la música española: el Volando voy de Camarón, el Mala, malita, mala de La Húngara, el Alegría de Vivir de Ray Heredia, el Noches de bohemia de Navajita Plateá y el famoso Aunque tú no lo sepas de Enrique Urquijo.
"A ver cómo están los flamencos", decía C. Tangana. "Estamos pasados de ritmo, Pucho", le contestaban. Un actor que interpretaba a un camarero bromeaba con que esa fiesta "parecía el Circo del Sol". Cuando el artista ha preguntado al público si faltaba alguna canción, todos hemos caído en que allí no podía faltar Antes de morirme, una de las canciones que le llevó a la fama junto a una todavía desconocida Rosalía, esta vez cantada con Lucía Fernanda, hija de Antonio Carmona. Y, como toda fiesta flamenca, el concierto ha acabado con su debido fin de fiesta por bulerías a manos de Ismael "El Bola" y una letra propia. Además, en la pantalla se ha reivindicado a Pepe Blanco y su discurso sobre la canción española -que es "del pueblo"- y que también tomó la ciudad de Madrid como identidad en su momento. Al final, la despedida alrededor de una guitarra y tirando champagne al público al ritmo del Suavemente de Elvis Crespo y el Tú me dejaste de querer. Sin duda, este concierto cuidadísimo de detalles no habría sido posible sin, aparte del evidente talento de C. Tangana, todo un compendio de artistas diferentes a los que ha sabido unir a su fiesta, independientemente de su procedencia o destreza musical. Una fiesta en la que, sin pretensiones y con un poco de descaro, declara no saber cantar ni afinar. Ni cantar ni bailar, que se decía de Lola Flores en el New York Times. Pero tampoco vayan a perdérselo.
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