Esta misma mañana, faltando apenas un día para el 21 de noviembre, operarios del Ayuntamiento de Madrid retiraban letra a letra, el rótulo del Teatro Fernán Gómez, denominado así en honor al actor, guionista y director teatral español fallecido, justamente un 21 de noviembre de 2007.
El cambio de nombre forma parte del plan del nuevo gerente del centro, José Tono, quien quiere recuperar el nombre Centro Cultural de la Villa. El cambio había sido anunciado hace un tiempo por el número dos de la empresa cultural del Ayuntamiento, Timothy Chapman, en una reunión con el comité de empresa del centro; entonces, Chapman, afirmó que la nueva denominación sería “Centro de Arte y Centro Cultural de la Villa de Madrid”.
El hecho ocurre en medio de una sonada polémica por lo que muchos consideran los intentos de privatización que quiere llevar Ana Botella tanto del teatro Fernán Gómez como de otros centros. Las alarmas saltaron a finales del verano, cuando Miguel Munárriz fue destituido como director del Fernán Gómez, seguido de Pere Pynol, quien abandonó el Teatro Circo Price.
“En un nombre no puede haber 50 cosas”, dijo José Tono, nuevo director, sobre el nombre del centro.
Hasta el momento, el concejal de Las Artes, Pedro Corral, había matizado que esta “posibilidad” -la de cambiarle el nombre al Fernan Gómez- no se ha “plasmado aún en papel”, y “hasta enero de 2014 queda tiempo para plantearlo”. Sin embargo, todo parece haberse acelerado tras el proceso de fusión de las empresas municipales de cultura y de turismo, ambas presididas por el exdelegado de Las Artes Fernando Villalonga, a las que se sumó Madridec, usada durante años como inmobiliaria y ahora en quiebra y liquidación.
José Tono, en un documento al que publicó El País anunció que el homenaje a Fernando Fernán Gómez aprobado por el pleno en noviembre de 2007, una semana después de su fallecimiento, y con Alberto Ruiz-Gallardón (PP) como regidor, se reduciría a dar nombre a una sala. Su viuda, Emma Cohen, mostró entonces “absoluta perplejidad” ante “el desprecio y agravio” que supondría “quitarle el nombre del teatro al pelirrojo más maravilloso de la villa”. La respuesta de Tono a través de la prensa no pude ser más elocuente: “En un nombre no puede haber 50 cosas”, añadió refiriéndose al que hasta hoy había sido el nombre de la institución.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación