Un clásico que ahora se llama también Costelo Río. Comenzamos por las novedades, aunque ésta es precisamente un clásico. Se trata del conocido Costelo Club de la calle Caballero de Gracia, que ahora ha abierto un local en el nuevo complejo de parques y caminerías a orilla del manzanares. Se llama Costelo Río. Situado junto al Matadero frente a la Casa del Reloj, Costello Río mantiene el mismo espíritu que su hermano mayor y amplía su oferta durante todo el día con comida, desayunos, aperitivos, cocktails y destilados, exposiciones, acústicos, buena música… y su amplia terraza todo el año.
Benteveo Bar. Es algo más que un bar de barrio. El Benteveo es un sitio acogedor. Pequeño pero coqueto. En él, lo vintage no es una pose, ni mucho menos un impostura, se trata de un gesto natural. Cada caña está servida con mimo, con aperitivos hechos al momento y con generosas tapas de jamón y tomate que invitan a repetir a la hora del aperitivo. Atendido por sus dueños, en el Benteveo se puede desayunar tranquilamente mientras se lee el periódico, o tomarse una caña después de darse un paseo por el Rastro el domingo o tras darse un paseo por el museo Reina Sofía el sábado o antes de ir al cine. Es un lugar idea, sea la hora que sea. Calle Santa Isabel, 15.
Bodegas la Ricla. Hay que santiguarse delante de los clásicos y Bodegas Ricla es uno de nuestros clásicos más queridos y entrañables. Aquí se reúne la gente desde 1867 para celebrar uno de los mejores ritos del mundo: el cañeo. En esta alargada taberna de ambiente castizo no echarás de menos nada para ejercer como mandan los cánones de nuestro entretenimiento social favorito: cañas bien tiradas, bullicio por doquier, decoración milenaria, pizarras con las raciones bien anotadas como los callos, las albóndigas o la cecina de león, suelo lleno de servilletas y la felicidad de saber que todavía quedan en el mundo sitios como este auténtico templo. Calle de los Cuchilleros, 6
Bruin Café. No está incluidas las cañas en este sitio que hemos incluido en la selección de este fin de semana, ¡pero por algo será! Esta heladería junto al balcón de Rosales abre todo el año. Fundada en 1963, lleva cinco décadas preparando deliciosos helados de forma artesanal y entre los sabores tradicionales se pueden encontrar otros muy originales como el helado de aceite de oliva o de tomate e incluso ¡de queso! Los que no pueden tomar azúcar pueden estar tranquilos, Bruin también prepara helados para ellos. Es indispensable sentarse en la terraza de tarde a ver los árboles que bajan del parque del oeste mientras saboreas los sabrosos helados caseros de Bruin. Paseo Pintor Rosales, 48.
La Ida. Un lugar con encanto, sencillamente. Un atractivo misterioso, porque es de esos que no se pueden definir fácilmente; es agradable y apetece estar allí, pasar el rato solo o charlando con los amigos y, además, a cualquier hora que esté abierto. Puedes ir a tomar una caña un viernes por la noche, o a leer el periódico con el aperitivo del sábado. Para ser un poco concretos con sus características digamos que está muy bien situado entre Malasaña y Chueca, si lo que te gusta es pulular de un sitio a otro. Tienen buenas tapas caseras como la de tortilla y también tostas variadas; si te gusta el dulce, las tartas son muy buenas. La decoración es curiosa y original y la complementan con buena música y exposiciones de pintura y fotografía. Como dicen los que saben inglés, un must de la vida malasañera. Calle Colón, 11.
Una caña acompañada de los mejores boquerones adobados de Madrid. Ubicado en el corazón del barrio de Salamanca, es imposible, o casi imposible, no entrar en la hora del aperitivo para tomarse una caña y probar sus estupendas raciones de pescado frito o de boquerones adobados, una verdadera exquisitez y signo de la casa. Se trata de la Cervecería Monteagudo, ubicada en la esquina entre Ortega y Gasset y la calle General Díaz POrlier, a muy pocos metros de la Plaza del Marqués de Salamanca. El establecimiento sólo cierra los días domingos. Calle de Ortega y Gasset, 54
Casa Julio, más castiza imposible. Además de sus cañas bien tiradas, dicen que en Casa Julio, en pleno corazón de Malasaña, entre calle Pez y Jesús del Valle, se comen las mejores croquetas de Madrid. Las manos prodigiosas de Tere y Maiteelaborar lo que muchos han bautizados como "pequeños milagros de jamón, queso o espinacas" que se comen en un abrir y cerrar de ojos. Su propietario, Luis, heredó esta pequeña casa de comidas de sus padres Luis y Tere, que a su vez tomaron el relevo del páter Julio. Atención especial merecen las papas arrugás de mojo picón, la carne herreña y las albóndigas en salsa. Mítico. Calle de la Madera 37.
La Terraza del Delic, en La Latina. Aquí no son sólo sus cañas, lo es todo. No pueden evitarlo, o al menos ellos aducen no poder hacer nada ante el hecho de que la gente los adore, porque así ocurre. La cantante Christina Rosenvinge, el actor Hugo Silva, la periodista Pepa Bueno, los actores Itzíar Miranda y Ernesto Alterio lo tienen entre sus favoritos. ¿Pero por qué? Su terraza, desplegada en la Costanilla de San Andrés, es un lugar fantástica. Inaugurado en junio de 1998, se ha convertido con los años en un clásico de moda. En él se respira un aire muy especial, influenciado por los lugares del mundo en los que hemos estado, y que se refleja tanto en la comida como en la decoración, la música o los escaparates.La obra la dirigió el maravilloso arquitecto, Paco García de Pareces. Se puede desayunar, tomar el aperitivo, comer, merendar o cenar, tomarte un cocktail o una copa, a cualquier hora. Sus mojitos son los mejores de toda la ciudad. Costanilla San Andrés 14
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