Carmen Thyssen mete presión al gobierno. No es de extrañar, tras dos semanas de negociación con el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes sobre la renovación de la cesión de su colección privada, la viuda del barón Thyssen lanza un órdago y coloca, sin llamarla como tal, una oferta de venta sobre la mesa. Así lo hizo con el comunicado en el cual asegura que su colección está valorada en "más de 1000 millones", una cifra que se excede en más de 200 millones al valor estimado que se conocía.
Según los datos que se habían manejado hasta ahora oficialmente, la colección se compone de 429 obras, de las que 250 están expuestas, y valoradas en unos 750 millones de euros, es decir: 250 menos de lo que ella asegura que vale. El núcleo principal de la colección de Carmen Thyssen –que abarca desde la pintura holandesa del siglo XVII hasta las vanguardias del siglo XX- tiene un valor patrimonial de primerísima línea, ya que está catalogada como Colección Internacional A+, que es la que está contemplada en el acuerdo y cuyas características determinan las condiciones, plazos y exigencias.
La cesión gratuita de su colección desde el año 1999 al Museo Thyssen-Bornemisza se ha renovado de forma anual después de que se agotara la primera, cuya duración fue de 11 años. En la renovación de la cesión de sus piezas de 2012, se excluyeron más de un centenar de obras que formaban parte de los fondos expuestos. Es decir, de las 655 pinturas originalmente previstas terminaron cediéndose 485 obras. Tres años después, en 2015, y tras un acuerdo con José Ignacio Wert, Carmen Thyssen volvió a prorrogar la colección, pero con 55 obras menos. De ahí la significación de lo que Thyssen cuantifica: 1000 millones de euros, es decir 200 millones más con casi 300 obras menos. ¿Volverían esas obras al total?
Según información facilitada a Vozpópuli por la Secretaría de Estado de Cultura, el destino de las obras excluidas era enriquecer la colección permanente del museo Carmen Thyssen, en Málaga. Sin embargo, y en ese caso es lo que habría que subrayar, es que la ampliación del museo Thyssen-Bornemisza (edificio contiguo al palacio de Villahermosa) que el Estado sufragó entre 2002 y 2004 tenía por objetivo albergar el apartado de la colección de Cervera, justamente para que completara la lectura de la colección del barón Thyssen ( fue adquirida por el Estado en 1993 por más de 44.100 millones de pesetas, es decir 265 millones de euros). Expuestas una a continuación de la otra el espectador puede hacer un recorrido de la pintura europea desde sus inicios en el siglo XIII hasta las postrimerías del siglo XX.
A finales de 2010, Carmen Cervera –el nombre de soltera de la baronesa- rechazó una oferta del anterior Ministerio de Cultura, dirigido por Ángeles González-Sinde, para alquilar su colección durante dos años por una cantidad fijada a partir del alquiler de la colección del barón Thyssen antes de que fuera comprada por el Estado en 1993. No era la obsesión que ella veía como la mejor. Dos años más tarde Carmen Thyssen vendió en Londres La esclusa (The lock) de John Constable, por 28 millones de euros. Entonces aseguró que necesitaba liquidez, que la cesión gratuita le costaba dinero. A ella, sin duda, y al Estado que sufraga el seguro anual de éstas (entre 350 y 400 millones de euros aprobados en el ejercicio pasado).
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