Teatro, cine, televisión y doblaje. La ambición del actor Tito Valverde siempre ha sido "buscar trabajo" y para ello se ha pateado "todo", motivo por el que su rostro y su voz forman parte de la memoria audiovisual colectiva, consciente o inconscientemente. Ha sido la voz de Frankie Santana en El equipo A, ha participado en una de las películas más icónicas del cine español (Amanece que no es poco, 1989), ha ganado un Goya a las órdenes de Mario Camus (Sombras en una batalla, 1993) y ha protagonizado uno de los personajes más icónicos de la ficción televisiva nacional, El comisario.
Ahora, a sus casi 72 años, el intérprete abulense reconoce que le molesta cumplir años y que a partir de este momento "todo cambia" y es necesario "replantear la vida de una manera distinta", según ha afirmado en una entrevista concedida a Vozpópuli.
Sin embargo, ni una palabra acerca de poner fin a una trayectoria interpretativa de mas de medio siglo a la que suma en esta ocasión un proyecto más: ¡Vaya vacaciones!, la nueva comedia de Víctor García León, responsable de Los europeos (2020) y Selfie (2017), que llega a los cines este viernes. En ella, interpreta junto a Gracia Olayo a un matrimonio que busca desdesperadamente librarse de sus nietos para hacer realidad una escapada con amigos.
Según recuerda, la gran oportunidad de su vida llegó en 1986, cuando estaba trabajando junto a su mujer, María Jesús Sirvent, en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTN) a las órdenes de Adolfo Marsillach. Entonces, y tras haberse iniciado en el cine con Antonio Mercero en La guerra de Papá (1977), recibió una llamada para participar en El bosque animado (1987), de José Luis Cuerda. "Mi mujer me recordó que teníamos un contrato fijo los dos, pero tuve que hacerla. No me arrepentiré porque tuve la oportunidad de trabajar con Fernando Rey y con Alfredo Landa", señala el actor.
A Mario Camus le gustaba trabajar de ocho a tres para ir tranquilamente a comer y después le gustaba jugar al mus con los actores", cuenta Tito Valverde
Tito Valverde se siente "orgulloso" de todas las películas que ha hecho en el cine, un ámbito en el que ha tenido buena fortuna. Alas de mariposa (1991), de Juanma Bajo Ulloa, ganó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián y Sombras en una batalla (1994), de Mario Camus, le dio su único premio Goya, en la categoría de mejor actor de reparto. "No ha sido una corazonada, uno vive de lo que le llaman. No creas que tienes diez proyectos, sino que te sale uno y lo haces. La ventaja que he tenido es que me ha llamado gente muy interesante, pero podía haber estado haciendo doblaje", ha admitido.
Aunque José Luis Cuerda fue para él "el más importante", no fue "un director de actores", mientras que Bajo Ulloa "tiene buen gusto para el reparto y dice lo que quiere, pero no de qué manera". "El que lo tenía más claro de todos con quienes he trabajado era Camus", ha señalado Valverde, quien admite que "no era fácil", incluso a pesar de que él "intentaba crear siempre un ambiente cálido". Tal y como ha revelado, "le gustaba trabajar de ocho a tres para ir tranquilamente a comer" y, después, "le gustaba jugar al mus con los actores". De esa forma, cuando los intérpretes se incorporaban al rodaje ya se habían integrado. "Era muy listo", ha señalado.
Tito Valverde y El comisario
Uno de los cineastas a los que recuerda con mayor cariño es Gracia Querejeta, no solo por la manera que tenía de tratar a los actores, sino sobre todo por haberle rescatado de un olvido después de protagonizar durante años El comisario y de haberse encasillado en aquel personaje televisivo, que le hizo tan famoso y popular y del que cree haberse deshecho a estas alturas.
"La llamaba 'la mujer que susurraba a los actores', porque cuando tenía que decirte algo se acercaba y no se enteraba nadie más. Los directores, si quieren te hunden, pero con los cineastas de ahora da gusto", ha señalado el actor sobre su trabajo con Querejeta y en referencia también a la suavidad y la dulzura de Víctor García León, director de su reciente ¡Vaya vacaciones!.
Su vida ha estado ligada a la actuación, también en el terreno más íntimo. A su esposa la conoció sobre las tablas, tal y como recuerda, cuando "ella era conocida". Accedió a interpretar el papel de su marido en la ficción en la obra Casandra, en el Teatro de Bellas Artes de Madrid y tras casarse en 1984 no se han separado.
El pasado mes de octubre rodaron juntos de nuevo a las órdenes de Jorge Alonso, en una historia real en la que dan vida a "dos setentones: un viudo y una separada". "Si no hubiera pensado que mi mujer tenía talento, no sé si mi matrimonio hubiera durado lo que ha durado. Tienes que admirar a tu pareja también", ha señalado el actor.
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