25 de septiembre de 2010. El torero Serafín Marín sale a hombros de la plaza Monumental de Barcelona. Es una corrida especial, la última en este recinto legendario, donde actuaron The Beatles, Bruce Springsteen, Metallica, Tina Turner y los Rolling Stones. Los aficionados alzan también a dos jóvenes diputados autonómicos, uno de ellos Albert Rivera, que ha destacado por la defensa de la fiesta en Cataluña.
Curiosamente, el pasado mes de marzo, Serafín ocupó plaza como candidato en las listas de Vox, casi al mismo tiempo en que Rivera explicaba que Ciudadanos no era un partido taurino ni antitaurino. Un guión que parece escrito para ilustrar el concepto de “derechita cobarde”, que tan bien maneja Santiago Abascal.
Se refiere a la derecha que no tiene rock and roll. Qué diferencia respecto a cuando Rivera se hacía fotos con Loquillo enfundado una camiseta con el eslogan "políticamente incorrecto". La mayor apuesta de Vox por asociarse a los toreros llegó de forma espontánea, por la proximidad personal de Abascal con el matador Morante de la Puebla. Unas imágenes cabalgando en la finca del diestro sirvieron como anuncio promocional de las elecciones andaluzas, la comunidad donde dudaron en presentarse y acabaron obteniendo doce diputados. El éxito obtenido convenció a Pablo Casado (Partido Popular) para incluir en sus listas a los matadores Salvador Vega (Málaga) y Miguel Abellán (Madrid). Guitarrazos de última hora para animar a un estadio poco propenso a votarles.
Guillermo Fernández, politólogo especializado en extrema derecha europea, pone el fenómeno en su contexto: “Sospecho que hay un tipo de votante de Vox al que le basta con la defensa de una sola causa, pongamos los toros, la caza o la restricción del aborto. Si defienden un asunto que les preocupa mucho, les da igual estar de acuerdo o no con su programa económico”, explica. En el caso concreto de los toros, “Vox demostró ser capaz de politizar un asunto que estaba olvidado desde la prohibición en Cataluña. Lo pusieron encima de la mesa y el PP tuvo que seguir a rebufo. Al principio, iba enlazado con otros asuntos, como el folclore o las tradiciones españolas, pero luego quedó claro que funcionaba solo. También se encontraron con el sector taurino, que se sentía amenazado y le dieron su apoyo de inmediato”, añade. Hablamos de unos 200.000 empleos, de los cuales 57.000 son directos, según un estudio de la universidad de Extremadura.
"Casi cualquier torero tiene lenguaje, honestidad, más calle y más pueblo que los candidatos. Todos vamos a morir, pero los toreros tienen otra certeza. En este escenario, no tienen por qué mentir", explica Andrés Calamaro
¿Podría haber reaccionado mejor la izquierda? “Para mí han estado torpes, ya que la tauromaquia ha servido a Vox para presentarse como un partido preocupado por los problemas de las zonas rurales. Es un tema que la izquierda no ha tratado hasta hace poco, aunque podría haberlo hecho con un enfoque muy distinto al de Vox. Saber que compiten con el PACMA ha condicionado mucho su discurso”, destaca. “También es cierto que hablas con representantes de Podemos en el campo y tienen posturas distintas de la oficial”, matiza Fernández.
Morante y el rock and roll
¿Tiene la extrema derecha europea un símbolo equiparable a los toreros? “Bueno, en el sur de Francia el Frente Nacional aboga por proteger la tauromaquia como algo propio, que no debe perderse. También está el partido Caza, Pesca, Naturaleza y Tradición, que defiende posturas equiparables. Los partidos más potentes de la extrema derecha europea no tienen mucho interés en la tradición porque su principal problema es modernizar su imagen.
Cuando hablan de animales, suelen hacerlo para posicionarse contra el maltrato en granjas de multinacionales alimentarias y sus efectos en los consumidores. En ese sentido, Vox es un poco arcaico, sus medidas se parecen al primer programa de La Liga Lombarda -luego Lega Nord- o del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. Vox está adoptando ese modelo, llevan veinte años de retraso. Se ha dicho muchas veces que Vox es una anomalía dentro de Europa, pero yo diría que no, lo que ocurre es que están en otra fase”, señala.
Andrés Calamaro, estrella del rock internacional, es un aficionado de largo recorrido y prologuista del libro La tarde perfecta de José Tomás (2013). Esta es su opinión sobre el gancho político de los matadores: “Los partidos buscan autenticidad: los toreros no forman parte de la patronal, no son la empresa, ni agroexportadores, no tienen contratos con países petroleros, ni grupos de inversión detrás. En un mundo normal, estarían en la portada de Time como referentes culturales y definición de lo auténtico y atrayente para el mundo. Cuadros ideológicamente puros. No tienen nada que ganar, son oráculos, como los intelectuales. Es como hacer campaña con Picasso”, apunta. Dicho en una frase: los toreros no solo tienen pegada política, sino también glamour cultural.
Más calle que el candidato
¿Cómo vive la identificación de los toros con la derecha? “Esta es una pregunta ingenua o capciosa. Hasta la bandera española se identifica con la derecha. La tauromaquia es representación cabal de lo mejor de la hispanidad, no hay mas reflejo de la identidad de España que los toros y el flamenco, además de otras cosas”, explica. En una entrevista reciente con la revista Jot Down, Calamaro ofrecía uno de sus titulares devastadores: “Morante debería ser el nuevo rock and roll”. Aquí amplía los detalles: “Los toreros son héroes de nuestro tiempo, iconos culturales no reconocidos; y son estudiosos, no son la caricatura de un ciudadano. En este escenario, el progresismo bebe de la televisión, mientras los toreros conocen los territorios, cada ciudad y cada pueblo”, destaca.
El cantante opina que los matadores seguirán conservando su 'sex appeal' político, ya que ofrecen autenticidad en un mundo consagrado al cálculo y el beneficio personal. “Casi cualquier torero tiene lenguaje, honestidad, más calle y más pueblo que los candidatos. Todos vamos a morir, pero los toreros tienen otra certeza. En este escenario, no tienen porqué mentir. Son el campo ganadero ejemplar y ecosostenido, los pueblos, las instituciones, lo sutil. No son representantes de la oligarquía”, señala ¿Podemos definirlos como antisistema? “Todos son antisistema. Algunos incluso antisistema dentro del microclima de la tauromaquia. Los que se identifican con Mario Vargas Llosa no son antiperonistas, solo están agradeciendo un aval de categoría para ‘el arte que sublima la vida animal y la expresión humana’, la definición de cultura grande”, concluye.
Superventas rurales
Juan Manuel Rodríguez Cendrero, prestigioso economista cercano a Izquierda Unida, explica cómo los toros se alejaron del progresismo. “Desde comienzos de siglo, arraigó en la izquierda posmoderna la idea de que las mascotas merecen ciertos derechos civiles o incluso un estatus similar al de las personas. Eso ha terminado derivando en rechazo por los toros, unido a la idea de errónea de que son una cosa franquista. No es cierto, aunque la dictadura los intentase patrimonializar”, apunta.
Hoy ve al progresismo desconectado de los conflictos rurales. “El enfoque animalista puede parecer mayoritario en la izquierda a alguien que viva en la calle Argumosa de Lavapiés. Yo conozco la zona de Extremadura y las opiniones sobre los toros son muy distintas. El ecosistema de la dehesa, que es una maravilla, está muy vinculado a las ganaderías, de las que se calcula que hay unas 1.200 en España. Nuestro país tiene 540.000 hectáreas de dedicadas al toro bravo. ¿Qué pasa con todo eso si desaparece la fiesta? El toro de lidia, que es posible gracias a la intervención humana, es una especie mucho más específica que el lince ibérico o el águila imperial”, destaca.
Los partidos de izquierda actuales dudan entre apoyar la prohibición o promover un referéndum, pero no aluden a qué ocurriría con todas las familias que dependen del sector. “Además del animalismo, la izquierda se alejó del toreo por aquella época en que Jesulín de Ubrique organizaban corridas para que las mujeres le lanzasen ropa interior. Se empezó a ver el toreo como algo vinculado a la especulación la Costa del Sol y a cierto 'famoseo' rancio. Luego llegó el animalismo, presuntamente progresista y el gran cambio de enfoque. Dicho esto, mucha ayuntamientos de izquierda siguen apoyando los toros en Extremadura y Andalucía.
Gusten más o menos, pueden ser una fuente de ingresos importante para un pueblo de 1.000 habitantes que ve que organizan una corrida y se acercan 3.000 personas a dejarse 100 euros cada una. El impacto económico no son solo los salarios, sino la recaudación de IVA y el beneficio que trae a otros sectores”, remata.