George Miller tiene ganado el cielo del cine de aventuras con su saga Mad Max y se le podría perdonar casi todo. El también director de películas tan dispares como Babe, el cerdito valiente (1995) o la cinta de animación Happy Feet (2006) prueba suerte en el terreno de la fantasía con Tres mil años esperándote, un cuento de hadas moderno en el que el cineasta versiona el relato de Aladino a un ritmo lento, con momentos de brillo en su discurso y terriblemente antiestética.
Tilda Swinton e Idris Elba son los protagonistas de esta historia de fantasías, aventura y romance, que se presentó en la 75 edición del Festival de Cannes fuera de competición. En ella, Swinton da vida a Alithea Binnie, una profesora de literatura que se enfrenta al mundo con cierto escepticismo. Cuando un día se encuentra con un genio (Elba) y le ofrece tres deseos a cambio de su libertad, ella se niega a aceptar la oferta. El genio, para lograr cambiar su opinión, le revela varias historias de su pasado.
George Miller presentó en 2015 en la Croisette Mad Max: furia en la carretera y recibió infinitos elogios. En la pasada edición de Cannes, fueron la sorpresa y la extrañeza la reacción más común entre la crítica para esta "anti-Mad Max", como él mismo la definió. Este no es un proyecto cualquiera en la carrera del veterano cineasta. Se trata de la adaptación de The Djinn in the Nightingale's Eye, un relato corto de la escritora británica A.S. Byatt, cuyos derechos adquirió hace tres décadas y cuyo guion ha escrito a lo largo de los últimos años junto a su hija, Augusta. Puede ser que demasiadas manos sean las culpables de esta amalgama de lugares comunes que no dejan claro su destino.
Lo más arriesgado y difícil de esta película, que se estrena este viernes en los cines españoles, es el aspecto visual, demasiado extravagante, incluso hortera o al menos arriesgado. Si uno consigue entrar en la propuesta estética, es probable que no tenga problemas en avanzar en el relato y en las fábulas que cuenta en esta película George Miller, así como en esa intimidad que propone de un genio vulnerable, tan entregado al deseo y al amor, quizás uno de los pocos aspectos que se salvan del filme.
El ritmo de la película es demasiado lento para tratarse de una cinta de aventuras con demasiadas referencias románticas. Es fácil entrar y salir de con demasiada frecuencia de una película en la que contrastan las conversaciones a ratos memorables y a ratos prescindibles con un juego de imágenes de fantasía y cuentos antiguos, que recorren el pasado de un genio condenado a no ser libre. Puede salvarse la química entre los personajes de Tilda Swinton e Idris Elba, aunque por momentos uno piensa que tan solo se salvan dos buenos profesionales que hacen muy bien su trabajo.
En definitiva, esta no es más que una historia romántica demasiado atrevida, que en muchos momentos parece pasada de moda, rodada para la televisión o incluso moderna si hubiese sido pensada en otra época, quizás a principios de este siglo. No hay medias tintas y cuesta encontrar voces indefinidas entre quienes la han visto. Lo cierto es que si existe una cualidad que se pueda atribuir a George Miller es la audacia. Otra cosa es que funcione.
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