El 6 de septiembre de 1522, Juan Sebastián Elcano logró desembarcar en Sanlúcar de Barrameda, junto a otros 16 hombres, completando la primera vuelta al mundo. Aunque no era el objetivo de la expedición, el marino español entró con letras de oro en los libros de historia, y unos días después se enorgullecía de su gesta en una carta al emperador Carlos V: "Mas sabrá su Alta Majestad lo que en más avemos de estimar y tener es que hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del mundo, yendo por el occidente e veniendo por el oriente", el vasco resumía así su peripecia a Carlos V en la misma carta en la que solicitaba las mercedes correspondientes a su gesta. El monarca le concedió una paga de quinientos ducados de oro anuales y un escudo de armas con uno de los más honrosos lemas: “Primus circumdediste me” (fuiste el primero en rodearme) decía la leyenda sobre un globo terráqueo.
La que se acabó convirtiendo en la primera circunnavegación al globo tenía como objetivo llegar a las islas Molucas, en la actual Indonesia, lugar de producción de especias como la pimienta, la canela, el jengibre, la nuez moscada o el clavo, que fascinaban a las cocinas europeas. La dificultad y riesgos de su importación hacían que su precio alcanzara cifras astronómicas, al punto de que cuando la nao comandada por Elcano llegó a la Península cargada de clavo fue suficiente para que la expedición resultara rentable, a pesar de haber perdido varios barcos en la misión.
Comandada por Magallanes
El marino portugués Fernando de Magallanes capitaneó la expedición de cinco naos (Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago), que partió de la Península el 10 de agosto de 1519. Magallanes había convencido a la Corona española de poder descubrir una ruta comercial viajando hacia el oeste bordeando América para tratar de encontrar alguna isla del Moluco situada dentro de la demarcación española asignada en el Tratado de Tordesillas. En aquel momento, las rutas hacia el archipiélago indonesio estaban controladas por los portugueses, y la propuesta de Magallanes pasaba por surcar rutas que no aparecían en los mapas europeos.
El marino portugués se encontró con serias dificultades casi desde el primer momento. Cuando bajaban por el cono americano y las temperaturas descendían, un motín le arrebató momentáneamente el control de tres de las cinco naves. Después, la nao Santiago se hundió y cuando se encontraban en la punta sur del continente, Esteban Gómez, piloto de la San Antonio, desobedeció al capitán y regresó con la nave a España.
La travesía por el laberíntico estrecho fue extremadamente complicada y las tres naves restantes no llegaron hasta el mar del Sur (océano Pacífico) hasta el 27 de diciembre de 1520. Si el frío y las traiciones amargaron la primera etapa del viaje, la desesperante inmensidad del oceáno Pacífico desquiciará a la expedición. Desde la entrada al Pacífico hasta encontrar una isla habitada, la de Guam, pasarán tres meses y 20 días descritos por el cronista del viaje Antonio Pigafetta como un calvario de hambre y escorbuto.
Descubrimiento de Filipinas
En marzo de 1521 descubrieron Filipinas, un archipiélago que será español durante más de tres siglos y medio, y en el que Magallanes encontró la muerte tras un enfrentamiento con los locales el 27 de abril de 1521. Las tres naves restantes huyeron de la zona después de que el rey de Cebú, principal aliado de los españoles, les traicionara. En la isla de Bohol, la falta de marineros para dirigir las tres naves les obligó a sacrificar el buque más viejo, y La Concepción fue incendiada. Entre el combate de Mactán y el banquete sangriento de Cebú, la expedición perdió cuatro decenas de hombres, restando unos 120.
Estos arribaron a Tidore, una de las islas Molucas, el 8 de noviembre de 1521 con solo dos barcos. Allí cargaron pimienta, jengibre, azafrán, canela, nuez moscada y, sobre todo, clavo. Con los portugueses acechándolos decidieron separarse: la nao Victoria, con Juan Sebastián Elcano al frente, continúa viajando al oeste, mientras que La Trinidad intentará llegar hasta la costa oeste de Panamá, pero fracasa y regresa a las Molucas donde es apresada por los portugueses.
Elcano trató de evitar las paradas en tierra para no ser apresados por los portugueses. Para ello, rechazaron la carrera de la India (la ruta que enlazaba las Molucas con India y el sur de África), y decidieron descender a latitudes cercanas a los 40º sur, trazando un recorrido casi en línea recta desde la altura de Australia (todavía no descubierta por los europeos) hasta el cabo de Buena Esperanza en la actual Sudáfrica donde llegaron el 6 de mayo.
La Victoria llega a España
Los últimos cinco meses hasta llegar a la Península fueron una sangría continua. El hambre les obligó a detenerse en Cabo Verde en julio, donde fueron descubiertos. La nave partió apresuradamente dejando a una doce de hombres en tierra.
A bordo de La Victoria, 18 personas que sufrieron durante varias semanas en un barco en el que era necesario achicar agua día y noche. Por fin, el 6 de septiembre llegaron a Sanlúcar y dos días más tarde son remolcados hasta Sevilla. Famélicos y exhaustos cumplieron la promesa de Magallanes de llevar velas a la iglesia de Nuestra señora de la Victoria de Triana, como representó Elías Salaverría en el famoso cuadro que encabeza este texto.
El agotamiento del capitán de la Victoria se percibe hasta en la primera misiva que le envía al monarca Carlos V, sin la pomposidad de este tipo de comunicaciones: “Dígnese saber V. M. que hemos regresado dieciocho hombres con uno sólo de los barcos que V. M. envió bajo el mando del capitán general Hernando de Magallanes, de gloriosa memoria. Sepa V. M. que hemos encontrado alcanfor, canela y perlas”. Tres años más tarde, Elcano murió en mitad del Pacífico y tras haber cruzado de nuevo el estrecho de Magallanes en otra desafortunada expedición, la de García Jofre de Loaysa.
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