Estela no tendrá más de catorce años. Es morena de ojos castaños y de estatura media tirando a baja. Sonríe, al menos en la foto que S.O.S. Desaparecidos (Valencia) ha colgado en Twitter. La última vez que la vieron llevaba una cazadora verde caqui con capucha, vaqueros y unas deportivas de tela negras. Así salió por la puerta de casa camino al cumpleaños de una compañera de clase a la que nunca pudo felicitar; se perdió el rastro en una calle próxima al destino. No era normal que Estela apagara el móvil y mucho menos que se escapara. A día de hoy, su paradero sigue siendo una incógnita que quita el sueño a la Guardia Civil.
El caso de Estela es un ejemplo, uno entre muchos de los que se cuentan en nuestro país. Entre 2010 y 2020, se registraron algo más de 219.000 denuncias por desapariciones en España y de este total 4.685 permanecen activas, la mayoría de menores de edad. Con esta premisa, David Orange desarrolla la trama de Romperás la noche con un grito (Planeta, 2022), el reciente título del escritor y licenciado en Comunicación Audiovisual valenciano que sitúa, como en su primera obra Género de violencia (autoeditado, 2017), el escenario en el este de la península. Vozpópuli acompañó al autor por los escenarios de su narración.
¿Sería lícito apartar a un niño o a una niña de los brazos de un entorno que va a acabar convirtiendo a esa persona en un criminal? ¿Sería lícito arrancarlo de su familia para darle un futuro digno?", se pregunta la novela
Samuel Durán, fruto de una gestación subrogada, tiene siete meses cuando desaparece de su casa en mitad de la noche. Su padre, el doctor Ignacio Durán, que se había quedado dormido tras cenar una pizza a domicilio, no lo encuentra en la cuna. ¿Quién y cómo había entrado en casa, en un barrio tranquilo de Valencia? Y lo peor de todo, ¿para qué? Las primeras horas son determinantes. Entran en la historia los seis protagonistas principales, además de Ignacio Durán: Elísabet Bru (subinspectora que se ocupa de buscar a Samuel), Julio March (inspector jefe), Víctor Israel (teniente de la Guardia Civil), Ángel Císcar (teniente de la Guardia Civil) y Álvaro Bru (padre de Elísabet Bru).
Valencia subterránea, entre el lumpen y la alta sociedad
De todos ellos, Elísabet es el personaje principal. Ciertos traumas del pasado le hace empatizar con el caso de Samuel Durán (unos años antes, Bru sufrió un ataque por el que perdió al hijo que esperaba). “La rápida empatía es el elemento más importante de una novela”, explica David Orange. “Es esencial que desde el minuto cero te sientas atraído por la historia y en cierta manera identificado, tengas o no tengas hijos –como es el caso de Romperás la noche con un grito–, para que te preguntes quién ha sido capaz de hacer algo así”. Tirando del hilo, Bru llega hasta una red de tráfico de niños y conoce El Abrazo, organización compuesta por miembros de la alta sociedad. Pero solo será la punta del iceberg.
Llámalo como te dé la gana, pero sabes que lo que te estoy diciendo es cierto, y también lo correcto. Tú mejor que yo sabes cómo está la calle, tú mejor que yo sabes que todos esos chicos y chicas no tienen ningún futuro aparte de la cárcel o de un nicho antes de que cumplan los dieciocho.
[Extracto de Romperás la noche con un grito]
“Esto te genera un dilema”, avanza el escritor. “¿Sería lícito apartar a un niño o a una niña de los brazos de un entorno que va a acabar convirtiendo a esa persona en un criminal? ¿Sería lícito arrancarlo de su familia para darle un futuro digno?”. David Orange afirma que la gente se hace estas preguntas, pero que no se atreve a pronunciarse. “Entre otros dilemas, este es uno de ellos”, señala
La policía no conoce ni un diez por ciento de las vías subterráneas de la ciudad, solo los miembros del Tribunal de las Aguas dominan esos caminos
Y es uno de los temas centrales de la novela: “La mayoría eran personas que también sufrieron ese tipo de abusos de pequeños. ¿Cuándo se origina en el núcleo de nuestro yo, de nuestra persona, y cuándo se cierra?”, cuestiona David. “Se dice que durante los tres o cuatro primeros años de vida ese núcleo se cierra. Durante los primeros años eres una esponja absoluta y es cuando aprendes a percibir las emociones. Todas estas sensaciones primarias que van a ser la base de quién eres, se aprenden en esa primera infancia”.
Otra de las referencias del libro es el grito de John Lennon, que había crecido torturado por su infancia vivida. Entonces, cuando se separó de los Beatles, él y Yoko Ono se sometieron al método del terapeuta Arthur Janov llamado The primal scream (El grito primal), que consistía en entrar en el núcleo de la primera infancia a través de la psicoterapia basada en estar horas gritando. Se puede comprobar en el disco John Lennon / Plastic Ono Band (Apple Records, 1970) y en canciones como "Mother" y "God". Este álbum se publicó tras terminar Lennon y Yoko la terapia. “Lennon dijo que a partir de esa terapia creció como persona e hizo las paces con su pasado. Hay una pequeña violencia asumida en muchos ámbitos de la infancia que no sabemos cómo va a afectar al niño de cara al futuro. Es una cosa que me apetecía contar porque no se habla mucho de ello”, porque, comenta, es un tema un tanto tabú.
Lo que ocultan las acequias
Romperás la noche con un grito da comienzo en la zona del Ensanche, con sus tiendas y restaurantes de diseño. Desde ahí, la investigación prosigue en los barrios de la periferia como Benicalap, Els Orriols o Barona, parando por el camino en la huerta (Alboraya o El Tremolar). No podían faltar en el trayecto la Ciudad de las Artes y las Ciencias, las cercanías de Mestalla, Nazaret, el Carmen y a sus casales y La Cañada, cerrando la historia en Trinquete de Caballeros.
Cuenta David que su ciudad tiene una parte conocida, más mediática y turística; la de los toros, las fallas, las discotecas y el mar. No le desagrada al autor la postal. Pero le resulta más atractiva desde el punto de vista literario la Valencia de subsuelo. “Cuando estamos viviendo una historia es muy importante, para ubicarte, saber dónde transcurre esa historia y cómo es el entorno geográfico, cultural y social. Valencia es un protagonista muy importante en la novela”. La calle Martí, Fuente San Luis, el Ensanche, la Rotonda de los Anzuelos, El Carmen, Torres de Serrano, Cavallers, el Palau Pineda con la calle de la Palma y Pineda flanqueándola hasta cortarse por Fenollosa en un pasillo urbano lo suficientemente estrecho como para complicar una persecución.
Fainatar, Favara, Mestalla, Mislata, Montcada, Rascanya, Rovella y Tormos. Las ocho grandes acequias del río Túria que canalizaban el agua a toda la huerta valenciana. “Pero la ciudad fue creciendo y esas acequias, que se ramificaban en una gran multitud de ramales y canales secundarios, se fueron olvidando bajo el asfalto que pisamos”. Hoy en día –describe David Orange– estas canalizaciones forman parte de un “oscuro y tenebroso laberinto que muy pocos conocen”. Con una superficie mayor de 134 kilómetros cuadrados, bajo los pies de los valencianos se extienden mil quinientos kilómetros de trazado subterráneo entre refugios abandonados de la guerra, metro y acequias.
Crímenes y 'cremaet'
A través de estos laberintos huyeron los secuestradores de Samuel. Según David Orange, la policía no conoce ni un diez por ciento de las vías subterráneas de la ciudad. Solo los miembros del Tribunal de las Aguas son poseedores de este conocimiento. “Es una de la caras de Valencia que se ven en la novela. La ciudad se creó al lado del río Turia y en sus inicios era una ciudad agrícola”. Y si hay algo que define la identidad del pueblo valenciano es el arraigo a la tierra. La levantina, en concreto, ha crecido con una cultura, una economía y un estilo de vida muy ligado al trabajo de agricultura. “Toda Valencia era huerta, y para permitir que llegara el agua, se diseñó un sistema de acequias que partían del río Turia”. A medida que fue creciendo, se fue asentando sobre esta red de acequias.
Las historias, al fin y al cabo, no tienen lugar en el vacío; tienen lugar en un escenario real, y es importante que ese lugar sea coherente con la historia. Todo forma parte de un mismo elemento. David finaliza su intervención, con loas a la tierra y al cremaet. Romperás la noche con un grito se desarrolla a lo largo de tres días, setenta y dos horas, a lo largo de setenta y cinco episodios escritos de madrugada. Para David, el mejor momento de escribir es cuando se levanto a las cuatro de la mañana. “A partir de ahí me voy dispersando”.
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