Construido entre 1940 y 1958, en la garganta de Cuelgamuros de San Lorenzo de El Escorial, el Valle de los Caídos es a día de hoy uno de los mausoleos más polémicos e incómodos que funcionan en España. Construido por Francisco Franco como un homenaje a los que lucharon por la “gloriosa causa” en la Guerra Civil, en su interior reposan los restos del dictador, además de los del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, y los de 38.000 fallecidos de ambos bandos.
Desde 1990 tiene diez veces menos visitantes: de 645.000 a 65.000, en 2010, según cifras aportadas por la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos
El monumento sin embargo, se cae a pedazos física y moralmente. Desde 1990 tiene diez veces menos visitantes: de 645.000 a 65.000, en 2010, según cifras aportadas por la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos. La bajada, aseguran los portavoces, ocurrió a raíz de la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de cerrar el monumento durante 33 meses. La puesta en marcha de Ley de Memoria Histórica volvió a someter a debate cuál debía ser la naturaleza de este monumento. Según Patrimonio Nacional, en los años 2015 y 2016 las visitas pasaron de 254.059 a 262.860, un 3,4% más. La cifra acumulada de 2017 es de 82.371. El ascenso es leve, aunque comparado con las cifras de hace dos décadas, siguen siendo residuales.
Según Patrimonio Nacional, en los años 2015 y 2016 las visitas pasaron de 254.059 a 262.860, un 3,4% más
Aunque no existen cifras exactas, se calcula que 2.500 personas trabajaron en la construcción del mausoleo, de las cuales alrededor de 600 conmutaron las penas de cárcel a cambio ofrecerse como mano de obra. Ese ha sido sólo uno de los argumentos que encienden la polémica sobre el sectarismo de un monumento que sólo representa a la épica de los vencedores y sobre el que no queda claro quién y qué debe regularlo. En su comparecencia en el Congreso de los Diputados, la vicepresidenta de Goierno Soraya Sáez de Santamaría aseguró que se trataba de un "tema delicado "que debía estudiarse con cuidado. Como si así desactivara el polvorín que supone que ese monumento esté abierto y funcionando.
El espacio y el edificio están bajo la administración de la Fundación del Valle de la Santa Cruz de los Caídos, que recibe dinero de Patrimonio Nacional
Pero a esa discusión se suma otra, todavía más complicada: quién y cómo debe regularse este complejo monumental cuya situación es opaca en temas elementales como la declaración de impuestos, funcionamiento de cuentas, contabilidad. En principio, el espacio y el edificio están bajo la administración de la Fundación del Valle de la Santa Cruz de los Caídos, que recibe dinero del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional con cargo al Presupuesto General del Estado, incluyendo la subvención a la Abadía benedictina que funciona en Cuelgamuros. Esta semana salieron a la luz pública los datos facilitados por Patrimonio Nacional acerca de cuánto dinero le cuesta al Estado mantener El Valle de los Caídos. La institución, al ser consultada por Vozpópuli, aseguró que no tenía portavoces autorizados en el tema y que se remitían a las declaraciones de Soraya Sáenz de Santamaría el pasado 5 de abril.
Pero a esa discusión se suma otra, todavía más complicada: quién y cómo debe regularse este complejo cuya situación es opaca en temas elementales como la declaración de impuestos, funcionamiento de cuentas, contabilidad
Las cifras difundidas demuestran que las cuentas son deficitarias. Los ingresos por la venta de entradas fueron 1,2 millones de euros, en 2014; 1,3 millones en 2015 y 1,3 millones en 2016. El canon de explotación de la cafetería –se desconoce quién es el adjudicatario- ingresó 42.174 euros en 2014; 36.814 en 2015 y 36.175 euros en 2016. El alquiler de inmuebles produjo 57.242 euros en 2014; 53.370 euros en 2015 y 30.937 en 2016. Al contrastar estas cifras con los gastos, la brecha es evidente. En 2014 superaron los 2 millones de euros; 2,5 millones en 2015 y 1,8 millones en 2016. Las pérdidas ascienden a 738.822 euros en 2014; 1.114.447 euros en 2015 y 1.345.042 euros en 2016, un déficit acumulado de 2.304.458 euros. El agujero fue cubierto con dinero público.
Los portavoces de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos aseguran que la visita turística al Valle de los Caídos a fecha de hoy, es una visita “absolutamente limitada e incompleta”
Los portavoces de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos aseguran que la visita turística al Valle de los Caídos a fecha de hoy, es una visita “absolutamente limitada e incompleta”. Así lo explica Pablo Linares: “el turista paga 9 euros por persona, (tarifa básica), para un monumento que no se puede visitar en su totalidad, al estar la base de la Cruz cerrada. Por ello podemos estimar que el Valle de los Caídos, podría estar generando en taquilla, de cumplirse estos condicionantes, una cantidad nunca inferior a los 3.000.000 de euros anuales, (tres millones de euros), lo cual arrojaría un superávit (1.836.000 euros de gastos en 2016), de casi 1.200.000 euros, (un millón doscientos mil euros), a los que habría que sumar más de 600.000 euros de taquillaje en el funicular y lo recibido en concepto de explotaciones hosteleras, hoy tristemente cerradas”.
El asunto, sin embargo, va más allá del tema financiero y se aloja en el elemento moral que ese monumento interpela. Así lo han demostrado las medidas impulsadas por el Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados para la reactivación de la Ley de la Memoria Histórica, que incluiría la exhumación de los restos y la desactivación del Valle de los Caídos como destino turístico o lugar de culto religioso, cuando en realidad podría funcionar como espacio de reflexión y comunión ciudadana. El tema sigue dando de sí. El Gobierno ha decidido de momento no dar luz a la decisión parlamentaria, mientras crece el desacuerdo sobre un mausoleo deficitario.
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