No crean que las batallas culturales y las disputas sobre el relato histórico son algo exclusivo de España. Sospechen siempre del que cita un país extranjero para hablar de unidad y orgullo por su historia. En infinidad de ocasiones, el país mencionado es nuestro vecino del norte, y quizás afectados por cierto complejo de inferioridad escuchamos la frase: “allí hay unidad, están orgullosos de sus símbolos e historia”… En Francia, como en todos los países del mundo, existen continuas polémicas sobre su pasado, incluso por el acontecimiento más famoso de su historia.
La espita del último gran debate cultural galo saltó con la llegada a las salas de la película Vaincre ou mourir, (Vencer o morir) que se estrena este viernes en España. El largometraje dirigido por Vincent Mottez y Paul Mignot, transcurre durante la guerra de la Vendée en 1793, una rebelión que estalló en la región del mismo nombre ocasionada por una leva masiva del gobierno revolucionario que provocó una insurrección armada y una guerra civil y que terminó en un movimiento popular contrarrevolucionario. El gobierno revolucionario de París no tuvo miramientos y se caracterizo por una brutalidad que en ocasiones se ha calificado como “genocidio”. Otros historiadores, si bien coinciden en la violencia desmedida de París, la consideran una reacción necesaria ante una “puñalada por la espalda” en el momento de mayor crisis de la revolución.
Rebelión contra la Revolución
Como comenta el historiador Peter McPhee en La revolución Francesa, 1789-1799, una de las obras de referencia de este periodo, a pesar de los innumerables anhelos de la gente del lugar reclamando el fin de los privilegios y su participación en la política, la revolución no había aportado ningún beneficio aparente a los campesinos de la Vendée. “Los impuestos estatales aumentaron y fueron recaudados de forma mucho más rigurosa por los burgueses de la localidad que también monopolizaron los nuevos cargos y los ayuntamientos, y compraron todas las tierras de la Iglesia en 1791”, señala McPhee.
En este clima, en el que las clases más bajas se oponían, boicoteaban y atacaban a los funcionarios públicos, la instauración del servicio militar obligatorio encolerizó a la población, que veía como sus hombres debían partir para jugarse el pellejo mientras que los funcionarios burgueses que les mandaban al frente estaban exentos. Dicho movimiento de protesta no fue en un origen contrarrevolucionario o revolucionario, pero la posterior participación de los nobles y del clero le dio un matiz contrarrevolucionario pero, como apunta McPhee, muchos campesinos no estaban dispuestos a formar un ejército para invadir París ni a volver a pagar tributos ni diezmos.
La represión de las tropas revolucionarias dejó más de 170.000 muertos con localidades en las que se implantó la política de tierra quemada, arrasadando con toda la población sin importar sexo o edad. Muchas veces se ha considerado el primer ejemplo de violencia ideológica de carácter no religioso.
Guerra cultural
La visión laica, republicana y revolucionaria se enfrentaba a la católica del Antiguo Régimen. Volviendo a la película, el protagonista François Athanase Charette de La Contrie, un personaje real, un joven noble francés, conocido como Charette, retirado de la Marina, vive en su castillo hasta que los campesinos de la zona le suplican que tome el mando de la rebelión en un ejército en el que también hay mujeres, ancianos y niños.
La distribuidora de la película ha comparado a Charette con William Wallace, si el héroe del nacionalismo escocés luchaba contra la tiranía inglesa, el noble francés lo hace contra los abusos de la Revolución. En su estreno en Francia, la película recibió buenas críticas en medios conservadores como 'Le Figaro'. El periodista Jean-Christophe Buisson titulaba su crítica "Charette, un héroe francés", y celebraba que se hubiera dedicado una película a este personaje histórico.
'Ganar o morir' transmite un discurso mucho más actual, una copia fiel de los pánicos morales, del derecho de identidadCrítica en Le Monde
El periodista y político de extremaderecha, Eric Zemmour también defendió la película de algunas de las críticas recibidas: “La izquierda está indignada por un 'ataque a la República', aunque está acostumbrada a elogiar las películas que victimizan a los inmigrantes contra la República. La izquierda denuncia una 'falsificación histórica', mientras se atiborra de ficciones donde los franceses son borrados de su propia Historia… Detrás de estas posturas, la izquierda revela sobre todo un miedo de pánico: perder su monopolio sobre la cultura”.
En el lado contrario, varios críticos en 'Le Monde' coincidieron en catalogar la película como un artefacto político que interpela directamente con el discurso identitario de la derecha actual. Murielle Joudet señaló que "la película pretende ser ante todo un objeto ideológico y disidente, respondiendo a la fantasía de un cine francés predominantemente alineado con ideas de izquierda". Charette se ha convertido en un fetiche para la extrema derecha francesa, que ve en esta figura el símbolo de una contrahistoria de la Revolución Francesa, apuntaba el texto.
También en 'Le Monde', Jérôme Gautheret hablaba de una "relectura sesgada" al servicio del identitarismo: "Es difícil no ver en los vendeanos que celebran misa clandestinamente en el campo a los antepasados de estos católicos que rechazaron los avances del Vaticano II, ni en estos nobles emigrantes distantes y pusilánimes a los predecesores de las élites globalizadas acusadas de haberse abandonado a sí mismas. personas condenadas a renunciar a sus valores… La periferia contra el centro, la tradición contra la modernidad, un pueblo virtuoso contra las élites inmorales y corruptas: bajo el pretexto de hablar de la Francia de 1793-1795, Ganar o morir transmite un discurso mucho más actual, una copia fiel de los pánicos morales, del derecho de identidad. A lo largo de la película, los guiños son demasiado numerosos y demasiado fuertes para ser completamente inocentes".
En la misma línea, varios diputados de La France insoumise, partido de Jean-Luc Mélenchon, censuraron que la película era "una falsificación de la historia" y un producto de los clichés comunes a toda la extrema derecha.
Polémicas con el fundador de Puy du Fou
La película es la primera producción cinematográfica de Puy Du Fou Films, en colaboración con StudioCanal, y basada en un espectáculo del parque de atracciones titulado Le Dernier Panache. El famoso parque de temática histórica, que tiene una sede en Toledo, también ha recibido críticas tanto en Francia como en España por mostrar una visión sesgada de la historia.
El padre de Puy Du Fou es el vizconde Philippe de Villiers, un empresario y político francés que fue Secretario de Estado de Cultura durante el gobierno de Jacques Chirac y que posteriormente fundó el partido Mouvement pour la France (Movimiento por Francia), organización que perduró desde el año 1994 hasta el 2018, y que se podía situar como algo a la izquierda del Frente Nacional, una especie de extrema derecha más moderada que los Le Pen. De Villiers se ha posicionado como un firme defensor de las “raices cristianas de Europa”, contrario a la inmigración, favorable a la expulsión de los inmigrantes sin papeles y muy crítico con la Unión Europea la que llegó a denominar “dictadura antidemocrática”. Su principal caballo de batalla ha sido oponerse a la “islamización” de Francia.
Para completar el pack que durante los últimos años ha caracterizado a parte de la extremaderecha, durante la pandemia del coronavirus difundió bulos conspiranoicos acerca de la covid y las vacunas. Llegó a sugerir que todo estaba planificado por los gobiernos, que las grandes farmacéuticas, Bill Gates, o el foro de Davos habían organizado previamente una "simulación de la pandemia" en diciembre de 2019, y que él se había tratado con una combinación de hidroxicloroquina y Pastís (un anís francés).
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