“Tu culo, como mi parálisis, forma ya parte de la cultura de este país”, le dice Paco Rabal a Loles León en Átame (1989). De esta forma, Pedro Almodóvar se burlaba de un tópico muy de la época que reducía la cultura a un sello de prestigio. Con frecuencia, aparecían portavoces que reclamaban para el voleibol, el punto de cruz o las sardinas en lata, los galones de lo cultural. Por líneas de guion como ésta, con esa inclinación irónica tan de la época, Almodóvar forma ya parte de la cultura de este país. La interpreté entonces y la interpreto ahora como que no hay nada menos interesante para un creador que definir los límites de la cultura.
Ernest Urtasun, nuevo ministro de la cosa, ha afirmado con tono fundacional que la cultura está para combatir a la ultraderecha. El carácter instrumental de esta definición impide entender las pinturas de Altamira y la Capilla Sixtina. Además, como ha señalado Alberto Olmos, supone que, una vez alcanzado el objetivo, el instrumento dejará de ser necesario. Naturalmente, esa paradoja es la que ilumina lo que realmente quiere decir Urtasun: que la cultura está para mantener viva a la ultraderecha.
Escribo estas líneas bajo el impacto de la crítica que Luis Martínez ha publicado en El Mundo acerca de Sobre todo de noche, película de ficción cuya trama parte del caso de un bebé robado y entregado a otra familia durante el franquismo. “Poética y política”, la califica Martínez. “Último milagro del cine español”, añade. Milagroso es que en sus quinientas palabras no haya encontrado hueco para señalar que lo de los bebés robados es un bulo, algo que advirtió hace años Arcadi Espada y que ya cuenta, incluso, con la credencial progresista que concede El País. Poética no lo sé, porque no la he visto, pero política seguro, en su sentido más arrastrado: el de la propaganda. La ultraderecha no ha muerto, sigue entre nosotros, el ministerio de Cultura aprueba este mensaje.
Cultura y combate
En realidad, Urtasun no funda nada, ningún dogmático lo hace, salvo el primero. Desde hace tiempo existe un sello del ministerio de Cultura que bendice a algunas películas como “especialmente recomendadas para el fomento de la igualdad de género”. No le niego la utilidad, a mí me ayuda a elegir qué película ver: si tiene el sello, la descarto. No parece probable que Átame, que cuenta la historia de amor y odio entre una mujer y un hombre que la secuestra y agrede, pudiera obtener hoy el salvoconducto feminista. Irónicamente, cuando se estrenó en Estados Unidos, el comité correspondiente clasificó la película en la categoría X, lo que motivó en España críticas al puritanismo yanqui.
El combate de la cultura es contra la fealdad, contra la mentira y contra la muerte
No se trata sólo de que el puritanismo haya cambiado de bando, sino de que el supuesto carácter combativo de la cultura es ya una verdad inerte, desactivada, fósil. La película combativa de hoy sería la que indagara sobre el cataclismo vital que tiene que sacudir a una persona para convencerse de que sus padres adoptivos pagaron por arrancarla de los brazos de su madre biológica; sobre unos medios de comunicación e instituciones que proporcionaron un relato político; y sobre cómo lidiar ahora con el desengaño. El problema es que el sistema cultural español no es capaz de alumbrar una obra como ésta -salvo, quizás, en los márgenes a los que antes se relegaba a las películas X- porque está muy ocupado manteniendo viva a la ultraderecha.
En realidad, si la cultura es un combate, no debería comparecer en batallas menores. Lo que hay que pedirle al artista es una creatividad técnica que le permita ampliar las posibilidades de su disciplina y una mirada que le lleve a descubrir lo que nadie ve. José Jiménez Lozano tiene un poema en el que da la vuelta al dicho “mala hierba nunca muere”. Si nunca muere, seguirá creciendo allí donde estemos enterrados cuando ya nadie cuide nuestras tumbas, recordando al mundo que un día estuvimos vivos: ¡Qué tarde vas a comprender que este / cardo, y magarza y los yerbajos, / el llantén, la grama, las malvas, / el saúco son el amor eterno! El combate de la cultura es contra la fealdad, contra la mentira y contra la muerte. O, puesto en positivo, a favor de la belleza, la verdad y la vida. Ponle un sello a esto, Urtasun.
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