Cantan “es pronto para la amnesia y tarde para irnos intactos”. Quizá se refieren a que casi han cumplido 20 años como banda, a que es “inevitable” que los músicos tengan memoria, a que estén condicionados por el pasado. Quizá lo que quieran contar es que vuelven con algo nuevo, que no les deja intactos, pero porque supone que se han arriesgado. Vetusta Morla se ha dejado llevar en un momento de cambio. Han superado barreras y han abrazado la incertidumbre, pero los madrileños presentan ‘Mismo sitio, distinto lugar’ (2017). Lo hacen en el madrileño Café la Palma, ese lugar que ha sido tantos distintos para los Vetusta.
Son diez nuevo temas en los que habla de que la suerte se busca con el primer tema del disco o de que las historias que uno se crea pueden convertirse en un arma arrojadiza con los acordes de ‘Guerra Civil’. Además, se plantean una cuestión con ‘El discurso del Rey’: “¿Qué pasaría si algo que damos por hecho que va a suceder no sucede?”.
Esta aventura les ha dejado huella. Han palpado el halo de lugares como los Hansa Studios de Berlín, los Tarbox Road Studios de Cassadaga en el norte de Estados Unidos y el mítico Sterling Sound de Nueva York. Aunque, antes de todo eso solo tenían una cosa clara: tenían que ser honestos con ellos mismos y con su música.
A Vetusta Morla le ponen rostro y palabras Juan Pedro Martín ‘Pucho’ (voz); David García ‘el Indio’ (batería); Juanma Latorre (guitarra y teclado); Álvaro B. Baglietto (bajo); Jorge González (percusión); Guillermo Galván (guitarra y teclado). Hablan con Vozpópuli acerca de qué ha supuesto este nuevo reto, qué cuentan sus temas y qué han hecho para llegar hasta aquí, aunque, afirmen, no tengan ningún plan, solo, “madurar con el presente”. De momento, reconocen, pueden afirmar que están “satisfechos” con lo que han conseguido.
Es un momento de cambio para nosotros y eso suponía que la única manera de superar determinadas barreras es dejarnos llevar"
Ahora presentáis nuevo trabajo, nuevos temas… pero todo esto tiene un origen. Vámonos a 1998, ¿por qué Vetusta Morla?
Álvaro: ¿Por qué el concepto Vetusta Morla? Eso sí que es volver al origen… La vieja Morla es un personaje de ‘La historia interminable’, una novel a de Michael Ende. Entonces, cuando había que elegir un nombre, cuando yo aún ni existía en aquel momento, en el 98, había varios candidatos y desde luego ganó el que iba por la corriente más literaria.
¿Qué queda del Vetusta Morla de los inicios?
A: En el concepto como personaje de la vieja Morla, la tortuga nihilista que es una sabia y quejica, a lo largo de nuestra carrera sí que ha habido mucho paralelismo con la forma de moverse de esta tortuga, ir poquito a poquito, pasito a pasito. Se habló mucho en nuestros inicios cuando sacamos el disco, de que habíamos esperado 10 años antes de sacar el primer disco. En nuestro local de ensayo, haciendo conciertos… pero sin salir a la luz y se hacía un poco la comparativa con la vieja Morla ¿no? Lo que queda en realidad es que nosotros estamos muy unidos a lo que son historias novelescas o literarias. Nuestras letras tienen mucho peso en nuestras composiciones. Nos gusta que la música acompañe a las letras y que las letras acompañen a la música por igual. Que sean uno mismo… El otro día hablando con una amiga me di cuenta: es como si lees en 3D. Le pones música a lo que lees…
Un tema que os ha acompañado es ‘Copenhague’ (2008). Cantáis: “Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar”. ¿Cuánto hace que Vetusta Morla no se deja llevar?
Juanma: Nosotros trabajamos todos los días para que sea posible dejarnos llevar y, de hecho, nuestro último álbum es un ejercicio completo de dejarnos llevar y de, como comentamos entre nosotros, de abrazar la incertidumbre. Es un momento de cambio para nosotros y eso suponía que la única manera de superar determinadas barreras que teníamos y que podían impedirnos transformarnos para seguir siendo paradójicamente fieles a nuestra identidad es dejarnos llevar. Así que lo intentamos todos los días y creo que con este disco lo hemos conseguido.
Y casi 20 años después traéis ‘Mismo sitio, distinto lugar’ (2017). ¿En qué sitio en el que hayáis estado ahora es completamente distinto?
J: Ahora justo nos encontramos en el Café la Palma, un sitio en el que nosotros hemos tocado muchísimas veces. Este sitio, este lugar geográfico, este local de Madrid, ha sido para nosotros lugares muy distintos. Cuando llegamos aquí la primera vez era como un templo inaccesible de la música, éramos muy novatos, habíamos venido aquí a escuchar a otras bandas… Era como un lugar al que aspirábamos llegar y poco a poco se fue convirtiendo en un sitio al que veníamos de manera periódica a mostrar lo que estábamos haciendo. A día de hoy es otro lugar distinto, es un sitio que nos trae muy buenos recuerdos, que forma parte de nuestro pasado de una manera muy hermosa y muy positiva, porque aquí hemos vivido muchas emociones y lo sentimos como un espacio donde se ha desarrollado una parte muy importante de nuestra historia. Justamente, hoy, en este lugar, es un único sitio que ha sido muchos lugares para nosotros.
“Donde la hiedra no se atreve a trepar; Y amanece el secreto; Donde el invierno no consigue llegar; En el último intento”. Con este tema cerráis el álbum…
David: Era la canción que nos sonó a cierre por lo que hablaba, que es realmente de nosotros mismos, de nuestra propia historia y de nuestro propio ejercicio de renovarnos. De buscar dentro de nosotros los estímulos necesarios para hacer este nuevo disco. En esa canción se habla de esas cosas y era la mejor forma de cerrarlo.
En cambio abrís con ‘Deséame suerte’. ¿La suerte existe?
D: Creo que la suerte se busca. A nosotros la suerte siempre nos ha pillado trabajando, o sea que creo que la clave está en trabajar, en buscarla y en algún momento si lo estás haciendo bien, probablemente llegará.
En este tema decís: “Un villano honrado en quien creer”. ¿Todos necesitamos un villano honrado en quién creer?
D: Yo creo que esta frase habla un poco de encontrar la esperanza en cosas donde uno puede haberla o cuando parece que no hay salida puedes encontrar un resquicio o un huequillo por donde puedes escaparte y por donde puedes continuar. Es la manera que tengo de interpretar esa frase.
Llaman la atención letras como la de ‘Discurso del Rey’. La gente continúa esperando el discurso de Navidad, la gente enciende la tele para, aunque sea de fondo, escuchar qué cuenta el monarca. ¿Es un bálsamo aunque “nos hablan de paz, de unión y de otras leyendas”?
J: En la canción ‘El discurso del Rey’, ese evento que todas las nochebuenas nos acompaña como un mantra que rebota por las paredes de nuestro hogar, en realidad es una máscara o una excusa para hablar de otra cosa. Es para plantear una pregunta: ¿Qué pasaría si algo que damos por hecho que va a suceder, que sucede todos los años de manera invariable, no sucede? No suenan las campanadas de Nochevieja, no aparece el Rey… La situación en la que nos proyecta es de desconcierto, porque si hay algo en lo que basamos nuestro ciclo vital, en este caso nuestro ciclo anual, es la Navidad.
Hay muchas referencias navideñas en la canción: el sorteo de la Lotería, las noticias, ¿no tenéis la sensación de que las noticias de Navidad son siempre las mismas año tras año? Que si descorchan el champán, las rebajas… Entonces qué pasaría si esos rituales y esas cosas que se repiten y en las que estructuramos nuestra vida desaparecieran. Lo primero que sentiríamos es desconcierto. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo podemos continuar sin este pedal en el que nos apoyábamos? Pero, probablemente, lo siguiente que aparece es la oportunidad de hacer las cosas de una manera distinta. Esta canción habla de ese momento en el que pasas del desconcierto de algo que dabas por seguro ya no lo es a la esperanza de hacer las cosas de otra manera. Por eso dice la canción “utilizaremos la cuesta de enero”, que es lo que va después y que aparece de manera recurrente en nuestras vidas. No es una cuesta, es nuestra rampa de lanzamiento hacia otro lugar…
Además, en ‘Palmeras en La Mancha’ cantáis: “Podría ser yo la próxima piedra que revienta tu motor”. ¿Cuánto falta para llegar a ese “límite sin control” y que la sociedad reviente?
J: Es difícil saberlo, seríamos futurólogos si lo supiéramos. Lo que sí que es verdad es que sí da la sensación de que estamos en ese punto como de al borde del descontrol en muchas facetas de nuestra vida social. La canción refleja eso de una manera un poco tangencial pero está ahí. Es la canción más narrativa de todo el disco, porque más que describir un paisaje, que no es una canción emocional. Cuenta la historia de unos personajes muy concretos que deciden mandarlo todo al garete y empezar todo de cero. Entonces, el escenario, más que la propia historia, sí que se sitúa en esa locura descontrolada, pero nosotros más que analizarla de una manera sociológica de hacia dónde va la sociedad, lo observamos como desde fuera. Y, al observarlo desde fuera aparece esa sátira, el humor, la ironía que recorre toda la canción. Hay incluso un boletín de los chicos de ‘El Mundo Today’ y la propia instrumentación es muy chistosa. Hay una parte, perdonadme, pero como de música de ascensor entre medias que parece que no viene a cuento y para mí provoca un chiste sonoro que es muy divertido y que refleja esa locura, esa sátira que mostramos de plasmar en la canción.
Con ‘Guerra Civil’ me viene a la cabeza que Niños Mutantes me dijeron que ya no se dispara como en el 36, sin embargo, se sigue haciendo a través de las palabras. ¿Hay un auge del odio?
J: Lamentablemente sí. Además ese odio se produce a través de palabras y a través de disparos otra vez, lamentablemente. En la canción de lo que se habla es de la parte que tiene más que ver con las palabras y de cómo incluso la historia que tú te escribes a ti mismo y que cuentas, que puede no tener nada que ver con la realidad, se puede convertir en un arma arrojadiza.
No hay miedo a hacer música por inercia porque es algo que no haríamos. Habría miedo, si acaso, a quedarte sin ideas para hacer música. O sin ganas…
Volvemos a que estáis rozando las dos décadas. En ‘Punto sin retorno’ decís: “La inercia más feroz”. ¿Hay miedo a, después de tantos años, hacer música por inercia?
A: No hay miedo a hacer música por inercia porque es algo que no haríamos. Habría miedo, si acaso, a quedarte sin ideas para hacer música. O sin ganas… Pero miedo a hacer música por inercia no creo que lo suframos nunca.
¿Y os da vértigo a cumplir dos décadas?
A: ¿Vértigo a llevar tanto tiempo? Qué si me siento mayor vamos… (Ríe). Nosotros vivimos mucho el presente y tratamos de madurar con el presente y de aprender a disfrutarlo y hemos hecho un ejercicio con este disco de honestidad para cambiar lo necesario y hacer lo que tengamos que hacer para mantener una ilusión. Independientemente de si tienes más o menos carrera o más o menos años, hay que vivir ilusionado por ese presente.
Habéis vivido siempre el presente… ¿No teníais ningún plan para llegar hasta aquí?
A: Efectivamente. A lo largo de nuestra carrera nosotros siempre hemos tenido pequeños hitos, que lo llamamos. En los diez años previos a sacar ‘Un día en el Mundo’ (2008), estos hitos eran los conciertos, dar un concierto dentro de dos meses… Hasta ahí llegaba nuestro enfoque al futuro, nunca hablábamos de eso entre nosotros. Igual había algo en el subconsciente que intuíamos qué podía pasar, pero nunca se verbalizaba, solo decíamos, vamos a dar un concierto aquí, vamos a preparar este repertorio, vamos a sacar una canción nueva… Esa era nuestra gasolina, nunca ha sido a largo plazo. Desde entonces seguimos con una fórmula no pactada en esos términos…
En esta ocasión habéis grabado en Madrid, en los Hansa Studios de Berlín, en los Tarbox Road Studios de Cassadaga en Estados Unidos y en el Sterling Sound de Nueva York…
D: La aventura de grabar en Berlín, poder mezclar el disco en Cassadaga en el Estado de Florida y en Nueva York y habiendo trabajado previamente en nuestro local de Madrid ha sido la verdad, bastante excitante, porque ha sido un viaje muy emocionante donde todo el proceso de composición y de elaboración del disco no ha terminado hasta que no hemos hecho la última de las fases. Es diferente a como veníamos haciendo las cosas, donde llegábamos al estudio de grabación y ya sabíamos más o menos cómo iba a ir el disco, porque ya estaba preparado para que fuera así. Aquí ha habido una labor de experimentación y de trabajo que ha hecho que todo el proceso se alargara y que cada una de las partes fuera bastante emocionante.
Hace un año lanzasteis ‘Memoria Instantánea’, una especie de libro de viaje en el que narrabais la vida de Vetusta. Contasteis por entonces a este diario que no es lo mismo la memoria instantánea que la memoria pez. ¿A los músicos les conviene tener memoria para saber de dónde vienen?
D: Más que les convenga tener memoria, es que es algo inevitable, como cualquier persona. Estamos condicionados por nuestro pasado y por nuestro entorno y eso afecta a cómo somos y a cómo hacemos las cosas que hacemos. Con la música es lo mismo, es imposible ser completamente original porque siempre vienes de algún sitio y tienes referencias de cosas que aunque a lo mejor no quieras mostrarlas están presentes en tu interior y salen, en nuestro caso haciendo música. Yo creo que no es que no tengas esa memoria, sino que está presente en ti.
¿Y ahora sois conscientes de que sois referentes para muchos que empiezan en este camino?
D: Sí somos conscientes, igual que había muchas bandas cuando nosotros empezamos. Es un honor, es algo que nos llena de ilusión porque nosotros mismos lo hemos sentido con otros. Incluso el hecho de poder tener a músicos cercanos a los que hemos admirado y que, después con el paso de los años y gracias a nuestro aprendizaje y a nuestra carrera hemos compartido con ellos experiencias, grabaciones, directos… Eso nos hace felices y nos hace sentirnos bien con lo que hacemos. Nos damos cuenta de que esto es un ciclo que empieza y termina y continúa y seguirá así.
¿Y ahora creéis que la música en este país está en un buen momento?
J: A mí me parece que sí, que ha habido un buen momento desde hace ya una década larga en la música española. Hay discos de un nivel altísimo, hay mucha gente practicando géneros muy diversos con un rango de paleta sonora y de propuestas extraordinarias y lo mejor de todo es que hay público que tiene ganas de escuchar, que es lo verdaderamente para mí, en los últimos diez años ha cambiado. Es de presuponer que el talento más o menos es el mismo a lo largo del tiempo, los del año 2000 no tenemos por qué ser más guapos o más inteligentes que los del 2020 o los de los 80. Lo que sí ha cambiado es que hay más gente interesada por escucharlo y, al haber más gente, hay más atención, más medios, más intercambio de ideas, más creatividad, más efervescencia, más festivales… y en ese sentido tenemos que alegrarnos de que sea así y luchar para que siga siéndolo durante mucho tiempo.
¿Existen prejuicios? Sí. ¿Son inevitables? También"
¿Y si hablamos de los géneros? Indie, rock, indie-rock… ¿Hay prejuicios con el indie?
J: Cualquier etiqueta supone un prejuicio, es inevitable. No lo digo a malas, es una obviedad. Poner una etiqueta a un grupo supone simplificar una realidad muy compleja en una sola palabra, en dos si le quieres poner un apellido. Eso siempre es una injusticia y supone un prejuicio con respecto a todo a lo que un colectivo humano se dedica y puede ofrecer y la complejidad que ello tiene. Son hasta cierto punto necesarias para entendernos, para explicar a alguien rápidamente de qué va algo, pero siempre incluyen un prejuicio. Por lo tanto, siempre conviene acercarse a la música de alguien con la mente más fresca que se pueda. La etiqueta es la herramienta para situarlo, pero lo mejor es escuchar cada propuesta, entenderla y saber de qué va. Por ello, ¿existen prejuicios? Sí. ¿Son inevitables? También.
En ‘La vieja escuela’ decís: “Todo el mundo necesita tres minutos de complicidad”. ¿Qué necesita Vetusta Morla para sentir que están satisfechos con lo que han hecho?
A: Nosotros nos enfrentamos a esta cuestión al inicio del proceso de este disco. Sabíamos que teníamos que ser honestos con lo que sentíamos. Eso fue al inicio. Honestidad para afrontar esta situación, como seres humanos con un proyecto común. Con lo que todo ello engloba y significa para cada uno de nosotros. El primer paso era la honestidad: qué está pasando entre nosotros; qué hemos perdido; qué hemos ganado; quiénes somos ahora... Ese fue el inicio de ‘Mismo sitio, distinto lugar’. Para sentirnos satisfechos a día de hoy, después de haber pasado todo este proceso, tenemos que sentirnos satisfechos precisamente al escuchar el disco. ¿Hemos sido honestos de verdad? ¿Hemos sido valientes? ¿Hemos dicho lo que sentimos? Y ahora mismo, sí estamos satisfechos con lo que hemos hecho. Lo hemos conseguido, que no es poco…
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