Año 2017. Faltando unos pocos días para la elección del próximo presidente de la República de México, un sangriento atentado en la Feria del Libro de Guadalajara pone en jaque a las fuerzas políticas. Ésta es la segunda más importante del mundo después de Fráncfort, por lo que el saldo del atentado es terrible: 150 víctimas , entre ellas la ex presidenta Christina Kirchner o el brasileño Lula da Silva, también el delfín y próximo candidato del partido de gobierno . La maniobra esconde tras de sí muchos más actores en la lucha por el poder: consejeros de gobierno, agentes de la DEA, jefes del narcotráfico. Un thriller político al uso. Para arrojar luz sobre esta trama conspiratoria, el novelista Jorge Zepeda (Mazatlán, 1952) vuelve a echar mano de Los Azules, un grupo de cuatro periodistas que ya aparecían en su primera novela Los Corruptores (2013) y en Milena o el fémur más bellos del mundo, con la que ganó el Premio Planeta 2014. Se trata de Los usurpadores (Destino).
Hay algo delirante e inverosímil... Faltando unos pocos días para la elección del próximo presidente de México, un sangriento atentado en la Feria del Libro de Guadalajara pone en jaque a las fuerzas políticas...
Este libro se convierte así en la tercera entrega de una saga que da continuidad a Milena o el fémur más bello del mundo, una historia en la que retrataba el mundo de la prostitución y las bandas ucranianas que operaban entre Marbella y México. En estas páginas, Zepeda reafirma su visión acerca del compromiso social de la novela y, por supuesto, del periodismo, oficio que ejerce desde hace más de dos décadas. Fundador de los diarios Siglo 21 y Público, en Guadalajara, y subdirector de El Universal de México dirige ahora el medio digital www.sinembargo.mex, en Los Usurpadores (Destino) también somete a sus personajes a diatribas sobre las trampas y amenazas que la profesión a la que ha dedicado parte de su vida.
Todo ocurre en un México que podría ser el de Francisco Peña Nieto, una sociedad sumida en el descrédito de las instituciones
El escenario de esta ficción discurre en un México que podría perfectamente ser el de Francisco Peña Nieto, una sociedad sumida en el descrédito de las instituciones. Reina la corrupción y la violencia en casi todos los estamentos. Unos trepan y otros impiden que esos lleguen. En semejante paisaje, un personaje –no político- se abrirá paso entre conspiradores y cortesanos. Se trata nada más ni nada menos que un tenista, se llama de Sergio Franco, una especie de Rafa Nadal mexicano quien se convertirá en confidente del presidente de México. Una y otra vez, como en su obra de ficción, la novela se dirige al centro de la cosa pública, del quehacer ciudadano y de los afilados juegos de poder. Sobre ese y otros temas conversa Jorge Zepeda en esta entrevista.
-Un atentado en la Feria del Libro de Guadalajara. No dé muchas ideas, Jorge, porque faltan apenas unos días para que empiece.
-Risas, sí, una semana. EL 26, creo.
- Cuesta pensar en el hecho de que alguien atentase contra la Feria de Libro de Guadalajara, pero todavía más que Cristina Kirchner asistiera de invitada…
-Cuando vemos en retrospectiva algo como el triunfo de Trump, parecería un mal chiste y sin embargo, mire: ganó. Si alguien hubiese escrito una novela con ese desenlace, cualquier editor la habría devuelto por inverosímil e impublicable. Incluso una novela sobre el atentado de las Torres Gemelas, o lo que ocurrió en París. La realidad es mucho peor, mucho más delirante que la ficción: en México, 43 estudiantes desaparecen porque sí, sin motivo, sin ninguna lógica y sin ninguna explicación. En EEUU, ya ve, gana Trump.
"La realidad es mucho peor, mucho más delirante que la ficción: en México, 43 estudiantes desaparecen porque sí, sin motivo"
-¿Hay más amargura y truculencia en Los usurpadores que en las novelas anteriores de la saga?
-Después de tres novelas, mis propios personajes han pagado precio de haberse involucrado tanto en este combate cuerpo a cuerpo con los poderosos y sus infamias. Es un precio alto: la pérdida de la inocencia. En ese sentido, sí hay más truculencia que en Los Corruptores. La inocencia primigenia está matizada. Siguen siendo justicieros a quienes cada vez les queda más claro que frente a la magnitud de los demonios que enfrenten, necesitan las herramientas más efectivas de quienes han dejado de ser inocentes.
-La realidad sigue dándonos bofetadas, es cierto. Pero usted ayuda. ¿Por qué convierte a este tenista en una figura de tanto peso e influencia? ¿Hay tan pocos personajes heroicos a los que apelar?
-Para mí el tenista fue un recurso para mirar la política con ojos frescos. Estamos tan intoxicados por las noticias, que acabamos narcotizándonos frente a las infamias del ejercicio del poder. Sergio Franco, que ha dedicado al atletismo el 95%de su vida, en algunos aspectos es virgen y me permite que el lector vea con sus ojos esas revelaciones de la política desde una perspectiva nueva como interlocutor de estas largas sesiones de diván. Con este confidente, no se siente amenazado y eso ayuda a construir un contrapunto.
"Después de tres novelas, mis propios personajes han pagado precio de haberse involucrado en este combate cuerpo a cuerpo con los poderosos"
-Los usurpadores plantea una lucha total: DEA y narcotráfico contra el orden político, y además está a la gresca con los medios. Nada funciona. Todo se derrumba.
-Creo que esta novela refleja cabalmente lo que ocurre en México y en otros países de América Latina y que tiene que ver con la fragilidad de las instituciones y esto facilita la aparición de poderes fácticos. Estos hombres y mujeres fuertes que, desde distintos ámbitos, participan en la lucha por el poder. Se refleja la falta de confianza en los políticos, esa misma que ha hecho avanzar al populismo o a la derecha que rechaza la otredad. Estamos en un momento menos optimista y generoso que a que estábamos hace cinco años y eso se refleja en los personajes.
"El thriller político permite abordar el ejercicio del poder tras bambalinas y sus infamias, a la manera House of cards"
-¿Hablar de un noir político es redundante?
-La novela negra dibuja la realidad social, introduciéndose en un crimen o las cloacas de lo humano, y permite o intenta el correlato de la podredumbre en un a determinada sociedad. El thriller político, que es un género en sí mismo, el llamado political noir, permite abordar el ejercicio del poder tras bambalinas y sus infamias, a la manera House of cards. En cierta medida, a mí me parce que es más propicio, en el caso de México, trabajar el thriller político. En México cuesta trabajo poner en marcha un policial al uso, con un investigador que llega hasta el final y donde uno de los inspectores fuese honesto.
-¿Tiene ideología la novela negra?
-Es una pregunta interesante. Sin duda, en la novela negra hay una mirada crítica al estatus que y propone una mirada para cuestionar al poder
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