Madrid tiene una sorpresa en cada esquina. Nunca se sabe del todo qué se esconde detrás de sus fachadas. El Frontón Beti Jai es uno de esos secretos de otro tiempo que guarda la ciudad. Escondido entre edificios de viviendas y tras andamios que ocultan su mal estado de conservación, todavía vive un testigo de una época gloriosa de la pelota vasca.
Es el frontón Beti Jai. Un edificio único en su tipología y ratificado como Bien de Interés Cultural en 1991. Esconde al viandante un espacio vacío de 67 metros de longitud por unos 20 metros de anchura. Está rodeado por un graderío elíptico de enorme ligereza y elegancia, testigo de la arquitectura de hierro, que se cierra en su lado oeste por un muro curvo de estilo neomudéjar.
Cuentan que la reina María Cristina y su corte conocieron y empezaron a apreciar el deporte de la pelota en San Sebastián. La moda se trasladó a Madrid y llegó a provocar grandes pasiones. Probablemente las apuestas que se hacían en torno al juego contribuyeron a alimentar la afición.
En 1891 se inauguró el primer frontón de la capital, el Jai Alai, y después le siguieron muchos más. Entre ellos destacaba el Beti Jai, al que llamaban “el Teatro Real de los frontones” y que contaba con un aforo de 4.000 personas.
La sombra e historia de este terreno es larga y complicada. Aunque se inauguró en el año 1891 por todo lo alto, tardó muy poco en decaer. Según publicó el diario ABC en 1907, "el decaimiento llegó por culpa exclusiva del feo y sucio juego de los pelotaris". En 1918 el Beti Jai dejó de funcionar como frontón hasta la fecha. El último uso conocido fue el de taller y almacén de coches, que se mantuvo hasta 1997, cuando la sociedad Frontón Jai Alai lo compró con la intención de retomar el uso deportivo.
Tiempo después el frontón Beti-Jai de Madrid sirvió de base para las prácticas de los alumnos de la Escuela Militar Particular, que posteriormente pasó a llamarse Escuela Militar Madrileña. De ello dan testimonio los anuncios que durante estos años son publicados en el diario ABC.
Durante la Guerra Civil, en la defensa de Madrid, el edificio fue utilizado como comisaría de policía y como cárcel. En los primeros años de la dictadura se empleó como edificio de ensayos para las bandas de música de la Falange Española. En los años posteriores fue recinto para la asamblea de alcoholeros y escuela militar particular.
En 1944 se convirtió en taller de objetos de escayola y cartón piedra, un uso que se mantuvo hasta los años setenta. Su último empleo conocido fue de nuevo como garaje y taller de automóviles.
En 1977 el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid preparó un estudio para que ante el abandono que sufría el edificio y basándose en la historia y objetivos que impulsaron la construcción de este edificio, se solicitara su conservación y uso público, obteniéndose en 1991 la catalogación de Monumento Nacional.
El último uso conocido fue el de taller y almacén de coches, que se mantuvo hasta 1997, cuando la sociedad Frontón Jai Alai lo compró con la intención de retomar el uso deportivo.
Ya el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, que entró en vigor el año 1997, lo señaló como monumento, con uso y tipología característica de equipamiento público.
Desde entonces, han sido varias las intervenciones propuestas. En el año 2004 se presentó en el Ayuntamiento un anteproyecto de obras que planteaba una agresiva intervención sobre el edificio para transformar el antiguo frontón en Hotel, planteando incluso habitaciones sobre las paredes de juego. Afortunadamente, la Comisión Institucional de Patrimonio Histórico Artístico y Natural denegó la actuación porque afectaba negativamente a los valores intrínsecos del edificio.
En el año 2008 nace la plataforma ciudadana Salvemos el frontón Beti-Jai, que iniciará a partir de ese momento una seria y concienzuda campaña a través de artículos de prensa, conferencias y movilizaciones a través de redes sociales. Finalmente, el 18 de mayo de 2010 se incoa el expediente para la declaración de bien de interés cultural, en la categoría de monumento, a favor del frontón Beti-Jai finalizando la declaración y haciéndose efectiva a principios del 2011. En esa misma época el Ayuntamiento de Madrid inicia el proceso de expropiación del edificio, finalizando en el año 2015.
Durante los últimos años, el Ayuntamiento de Madrid ha invertido ya 2,8 millones en las obras de consolidación y reforma de la fachada. Ahora, el Consistorio planea ceder el histórico frontón Beti Jai a una privada vasca. Tal vez empieza una nueva vida. Otra oportunidad para salvar el frontón.
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