Una vez, Fernando Pessoa, dijo que "el poeta era un fingidor, que finge tan completamente que hasta finge que es dolor, el dolor que en verdad siente". La poesía, en cambio, nunca puede ser fingida. Se puede palpar casi con los dedos, es un ejercicio de conocimiento a través del lenguaje. Por eso, el buen poeta es el que sabe qué dice cuando dice "soy yo" en sus versos.
Y sobre versos, Luis García Montero no miente. Con él, la poesía se hizo hombre y en sus libros fue bautizada con su nombre. A veces, sus versos pueden ser proclamas lanzadas al viento capaces de cambiar el rumbo de la creación poética.
Sus versos enseñan al lector a tener fe en la poesía. Son una forma de resistencia. Ayudan a entender que "el porvenir es una negociación con el pasado" y enseñan que, aunque "el calendario de los sentimientos no admite cronómetros", el amor es "un género literario que le da sentido a la vida".
Pero a pesar de todo, y aunque la poesía puede ser eterna, la producción poética está condenada a un relevo generacional. Y con cada quinta de autores, la lírica se enfrenta a nuevos problemas. Para Luis García Montero, "el relevo generacional existe" y "el gusto por la poesía goza de buena salud", pero la producción y la industria poética no siempre es rentable. Es innegable que el mercado poético y editorial ha cambiado desde que Luis García Montero publicó su primer poemario hasta ahora.
Y sobre ésto, el autor cuenta que "la literatura es un diálogo con la literatura. Nada se inventa de nuevo y tampoco nada permanece sin actualizarse. Y es la tradición la que constantemente se está reactualizando"
Cuando Federico García Lorca conoció a Juan Ramón Jiménez por recomendación de Fernando de los Ríos, Jiménez contestó al viejo profesor y sentenció que Federico tenía "lo más importante para ser poeta: el entusiasmo".
¿Qué diría Luis García Montero al comparar a su generación con los jóvenes poetas que ahora empiezan a tontear con la poesía?
Mi generación empezó a escribir en los años 80, intentando alejarse de la poesía más experimentalista, más rara, más culturalista, la que había dominado en los años 70. Después de la poesía social, los llamados “novísimos” pensaron que cualquier acercamiento a la realidad era una traición a la poesía porque había que escribir algo que tuviera poco que ver con la realidad. Y a nosotros nos llamaron de manera despectiva “Los poetas de la experiencia” porque intentábamos decir que el lenguaje de la poesía era el mismo lenguaje de la gente, pero elaborado de manera personal y poética. Queríamos transmitir que un poeta no era un ser raro ni un elegido de los dioses. Sólo es un ciudadano normal. Por eso nuestra poesía fue la de la experiencia, la misma que ganó bastantes lectores a lo largo de los años 80 y que conectó con la educación sentimental de la gente.
Nos llamaron de forma despectiva “Los poetas de la experiencia”. Queríamos transmitir que un poeta no era un ser raro ni un elegido de los dioses, sólo un ciudadano normal.
¿Qué pasó después?
Después hubo una generación de poetas que, como ocurre siempre, quisieron buscar su propia personalidad y se alejaron de la poesía de la experiencia para buscar nuevos códigos que tenían que ver con la recuperación del surrealismo y de la poesía hermética. Era una poesía que se alejaba del realismo y que, de distintas maneras, venía a apostar otra vez por cierto culturalismo.
¿Qué está sucediendo ahora?
Ahora ha surgido un fenómeno nuevo que tiene que ver con el diálogo de las generaciones y con una realidad de una experiencia en la que se ha impuesto la tecnología, las redes sociales e Internet. Y ha surgido este fenómeno de poetas que yo miro con mucho interés. Esta nueva gente, que está teniendo mucha repercusión porque muchos de ellos son cantautores, reciben muchas críticas que dicen que no hacen poesía de verdad y de calidad.
¿Y tienen razón?
Sí, esas críticas vienen en nombre de la poesía que confunde calidad con dificultad, la poesía que no quiere relaciones con la realidad del lenguaje de la gente, yo esas críticas no me las tomo en serio porque siempre me he negado a ese tipo de poesía que confunde la calidad con la dificultad y que cree que el único lector de poesía legítimo es el poeta, que la gente no tiene por qué leer.
¿Qué le pides a los jóvenes poetas?
Yo creo que la poesía tiene que estar en la educación sentimental de la gente. Por eso lo único que le pido a estos jóvenes que están irrumpiendo es lo que se le puede pedir a cualquier poeta. Juan Ramón Jiménez le pedía a Lorca entusiasmo y honestidad y yo les pido a esta gente entusiasmo, que crean de verdad en lo que están haciendo y honestidad. La poesía no sirve para hacerse famoso, la poesía sirve para establecer un diálogo profundo de conocimiento con la conciencia y con el ser humano. Un poeta es el que en cualquier tiempo se plantea qué digo cuando digo “Yo soy”. Y les pido honestidad, que sepan que la calidad de la poesía, lo mismo que no está en la dificultad, tampoco está en que cuelgues el poema es una red social y a los diez minutos haya 1.000 me gusta.
La poesía no sirve para hacerse famoso, la poesía sirve para establecer un diálogo profundo de conocimiento con la conciencia y con el ser humano.
¿Podrá salir una buena poesía de ellos?
A mi me parece que lo nuevo que tenga que salir de calidad en la poesía, saldrá de ahí. Y saldrá de ahí como siempre: en diálogo con sus mayores o en relación con sus mayores. Lo mismo que Lorca leía a Juan Ramón, éstos chavales jóvenes releerán a Juan Ramón, o a Ángel González o a Jaime Gil de Biedma o a la gente de mi generación. Y lo que sí tengo que reconocer es que cuando he leído entrevistas de alguno de ellos, suelen ser muy generosos. No vienen diciendo que rompen con todo o que están inventando la literatura, sino que hablan de sus maestros con toda sinceridad y dicen que esperan que su poesía sirva como puente para que la gente más joven descubra que hay otros mundos poéticos y lean también a los que han sido maestros suyos.
¿Qué echas en falta o qué crees que sobra en las poesías de la gente más joven?
Lo que echo en falta y lo que creo que sobra tiene que ver también con mi mundo personal y ya no es sólo una cuestión de esta generación, sino de otras generaciones. De la siguiente a la mía o de mis mayores, por ejemplo. La poesía tiene que buscar la calidad de un lenguaje tratado con rigor y un ejercicio de conocimiento que sirva para explicar el mundo en el que vivimos. Y eso es una tarea de todas las generaciones. En todas las generaciones hay gente de más calidad y gente de menos calidad. Pero yo creo que ese estado de confusión que ocurre siempre, al final el tiempo lo va depurando. Digamos que hay una parte de moda mercantil que ahora ha llegado por las nuevas tecnologías. Estoy convencido de que lo bueno que tiene la poesía es que constantemente muere y se renueva porque no es un ejercicio de arqueología sino que tiene que dar cuenta y testimonio de la situación sentimental de cada momento.
La poesía tiene que dar cuenta y testimonio de la situación sentimental de cada momento.
¿Cómo afectan las redes sociales a la poesía?
Tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Los poetas nos planteamos la poesía como una cosa muy importante. La poesía es solo una parte de la nueva realidad. Y hay espacios que son mucho más importantes para la sociedad. La herramienta es según se utiliza. Hay que valorar las nuevas posibilidades de la herramienta y tener muy claro cuales son sus peligros.
Y sobre los jóvenes, y no tan jóvenes, que ahora optan por la autoedición, ¿crees que eso puede ser, a corto plazo, un riesgo para la poesía?
Yo estoy convencido de que la poesía siempre encuentra la manera de resucitar. Y al final, en todas las situaciones hay modos de que prevalezca lo que merece la pena que prevalezca. Y que desaparezca lo que tiene que desaparecer. Vivimos en un mundo en el que publicar un libro es muy fácil. También es barato distribuirlo porque uno lo puede vender desde su propia página web. Antes era muy complicado publicar un libro porque tenías que tener una imprenta y después tenías que pasar por una distribución y por una red de librerías. Lo negativo ahora es que no haya filtros porque se pueden extender muchas cosas de malísima calidad. Lo positivo será que el que tenga calidad y salga de ese mundo pues se podrá dar a conocer en las nuevas reglas del juego.
Otro de los versos de Luis García Montero dice que "no es eterna la poesía, pero sabe cambiar junto a nosotros, aparecer vestida con vaqueros, apoyarse en el hombre que se inventa un amor y que sufre de amor cuando está sólo". Por eso, porque la poesía cambia, en altavoz nos hemos preguntado cómo se ha transformado la industria poética y la rentabilidad de ésta desde que Luis García Montero comenzó a escribir y hasta ahora. Por eso hemos querido enfrentar dos posturas. La de Luis García Montero y la de Esteban Belmonte, un joven poeta que acaba de empezar autoeditando sus libros.
Frente a la experiencia de Luis García Montero, Belmonte trata de hacerse un hueco en el mundo poético y editorial. Su visión, romántica y joven es diferente a la de Montero, pero se acerca más de lo que podemos pensar. Esto es lo que nos ha contado:
Cuando Juan Ramón Jiménez conoció a Lorca, quedó sorprendido con sus poesías. Lorca heredó las formas y el estilo de Juan Ramón o Machado y creo el suyo propio para crear una nueva generación de poesía. Si estás de acuerdo en que la poesía es una herencia que se renueva de generación en generación, ¿de quién has heredado tú?
Yo me introduje en la poesía con Luis Cernuda, sin duda mi poeta predilecto. Aunque considero que heredar la poesía de un autor como Cernuda es un eufemismo bastante suave. Creo que muchos hemos podido beber de su "Si el hombre pudiera", jugar con las figuras retóricas como él lo hacía, pero por suerte y por desgracia no podemos compararnos nadie a otro autor. Nadie podrá ser Cernuda, y esa es la máxima aspiración poética asumible.
¿Qué crees que es lo que define a la generación de poetas a la que perteneces?
Yo la denomino "la Generación del XXI", y somos la prueba fehaciente de la evolución de la poesía. Si me preguntas qué es lo que caracteriza a esta generación, te diré que es la prisa por sentir, la urgencia egoísta por expresar, y generalmente esta expresividad se refleja con connotaciones amorosas.
Somos la prueba fehaciente de la evolución de la poesía.
En comparación con la generación anterior a la tuya, ¿qué crees que es lo que falta o sobra a la poesía joven?
Podríamos segmentar por grupos en función de la edad, pues no escribe de los mismos temas una chica que se acaba de iniciar con quince años que un chico con treinta y cinco años. Si en los años noventa y dos mil predominaba la poesía de la experiencia, la de la cotidianeidad, creo que la generación de ahora nos falta un punto de madurez para conjugar los poemas. No jugamos con la métrica; nos centramos en el contenido más que en el contenedor, y creo que la poesía reclama ambos por igual.
¿Cuál es el principal problema al que te enfrentas cada vez que escribes? Me refiero a darte a conocer, buscar editorial...
Cada vez que escribo el único problema al que me enfrento es a mí mismo. Pero, si me preguntas por la forma de hacer llegar mis poemas a la gente, en este caso las redes sociales han cambiado las reglas del juego. Publicar hoy en día es más fácil que nunca. Y esto ocurre porque las editoriales todavía no se han adaptado lo suficiente a la transformación digital de sus modelos de negocio, por lo que directamente buscan a los nuevos autores entre los likes y números de seguidores de las distintas redes sociales. ¿Qué significa esto? Que se valora más el quién que el qué, y así estamos matando la poesía.
Publicar hoy en día es más fácil que nunca porque las editoriales no se han adaptado a la transformación digital de sus modelos de negocio
¿Qué opinas de la autopublicación?
La autopublicación es el modelo editorial del futuro. Y no ya del futuro; el presente lo reclama insistentemente. El sector editorial requiere de demasiados agentes para hacer llegar un libro a un lector: autor, editor, distribuidor y librería. Hoy en día, a través de las comunidades de redes sociales, puedes eliminar de la ecuación a tres de los cuatro agentes, y hacer que el libro pase del autor al editor. Esta evolución es una consecuencia lógica de la transformación digital. El autor se va dando cuenta de que no necesita intermediarios para llegar a su público. Pero todo depende de las expectativas reales de cada autor.Yo me inicié en la autopublicación en el año 2015 con mi poemario "Arquitectura Interior". El año pasado probé la experiencia de trabajar con una editorial con mi novela "La Cara Oculta de la Piel", y he decidido volver a la autopublicación con mi nuevo poemario "Esto te va a Doler".
Las redes sociales son una herramienta. De su uso depende que la herramienta sea positiva o negativa. ¿Cómo valoras tú el peso de las RRSS sociales en la sociedad?
Las redes sociales son la herramienta de comunicación más poderosa en décadas, y creo que todavía no hemos arañado ni la superficie de sus posibilidades. Con la llegada de la realidad aumentada y la realidad virtual, las posibilidades de interacción de las personas se van a multiplicar en proporción geométrica. Pero todo esto también traerá aspectos menos alegres, por decirlo de algún modo. Y son la vanidad, el egocentrismo y el yo por delante del resto. Las redes sociales nos están enseñando cada día a vendernos como un producto, a mostrarnos al resto como una versión perfecta de nosotros. Y esto es un arma de doble filo, porque distorsiona nuestra conducta y quiénes somos en realidad.
Las redes sociales nos están enseñando cada día a vendernos como un producto
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