La ruta, conocida históricamente como el Galeón de Manila o la Nao de China, operó entre 1573 y 1815 y, aunque los hechos son ya conocidos, la obra "La Ruta de la Plata, China, Hispanoamérica y el nacimiento de la globalización, 1565-1815", presentado recientemente, los retoma para darles un moderno enfoque como la primera globalización de la Historia.
Tras el descubrimiento de la ruta con vientos propicios para volver de Filipinas a América (el llamado "tornaviaje") por parte de Andrés de Urdaneta, en 1565, el comercio se desarrolló rápidamente.
Plata de América, y aceite y vino de España viajaban a Manila, donde se cargaban especias y marfil del sudeste asiático, pero también seda, porcelana, lacas y otros artículos de China, relacionados en general con el lujo.
"La gran novedad está en la denominación de 'la ruta de la plata'", ya que este metal precioso "tuvo un papel determinante" en el proceso, explica a Efe Juan José Morales, uno de los autores (el otro es el estadounidense Peter Gordon) durante la presentación del libro en Pekín.
"Esta no es otra ruta de la seda, que ya había concluido hacía siglos, sino precisamente su sucesora. Y es todavía más importante porque tendría implicaciones globales", añade.
La importancia de la plata
La circulación de plata "cambió para siempre la economía global", insiste Morales, un consultor madrileño que vive en Hong Kong desde hace 21 años. A pesar de que hay estudios históricos sobre los primeros contactos entre los españoles asentados en Filipinas y China, "merecen ser mejor conocidos", subraya.
En el lado chino, la llegada de plata (que era el patrón monetario en el que se basaban sus finanzas) permitió mantener la sólida economía del imperio de la dinastía Qing.
China vio la creación de todo un sistema industrial de textiles, porcelanas y artículos varios (abanicos, lacas) para la exportación. Además, cultivos americanos (como maíz, patata o cacahuete) pasaron a Asia y, gracias a la mejora de la alimentación, facilitaron el fuerte aumento de la población china.
Los buques (uno al año, pero de gran tamaño) llegaban a Acapulco, en la costa pacífica de México, de donde las mercancías eran transportadas por tierra hasta Veracruz para ser trasladadas a España, aunque una parte se quedó en la capital del entonces Virreinato de Nueva España.
Todo esto tuvo una enorme repercusión en Ciudad de México, que recibió miles de emigrantes de Asia (sobre todo chinos filipinos), y que se enriqueció enormemente como punto de encuentro de las mercancías que circulaban entre España y China.
"México fue la primera ciudad global", mantienen Morales y Gordon, debido a la confluencia de cultura, artes, comercio y población de todos los continentes.
Como ejemplo, el mercado abierto de la actual plaza del Zócalo se llamaba "parián", la palabra en tagalo (idioma nativo de Filipinas) con que se designaba al mercado de Manila.
Y el parián de Ciudad de México había todo tipo de productos asiáticos, así como los primeros emigrantes chinos en América.
La globalización lo fue también desde el punto de vista cultural, al hacer que las principales civilizaciones estuvieran por fin conectadas.
China llegó al mundo en español
Así, fueron elaborados por españoles el primer libro de historia sobre China, la primera impresión de caracteres de lengua china en un libro occidental y la primera traducción de una obra china a una lengua extranjera, todo ello entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII.
Y un portugués (cuyo país formaba entonces parte del Imperio Español) elaboró el primer mapa occidental de China.
Por ejemplo, el primer libro de historia sobre el gigante asiático fue de Juan González de Mendoza, un español obispo de Chiapas, quien publicó Roma en 1585 "Historia del gran reino de la China", que se tradujo a los principales idiomas y durante cuatro décadas fue el único que hubo sobre el tema.
En resumen, el comercio con los españoles abrió China y su cultura al mundo. "China llega al resto del mundo a través de ojos hispanos y del idioma español", resume Morales.
Y esta globalización llegó también a las finanzas. La abundancia de plata americana que controlaba España hizo que los famosos "reales de a ocho" se convirtieran en la divisa internacional por excelencia.
En China, donde la economía se basaba en la plata pero las minas de este metal estaban prácticamente agotadas, el volumen de plata americana permitió sostener el imperio. Los reales de a ocho españoles fueron la primera gran moneda de uso global, igual que el dólar estadounidense lo fue a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Estos reales de a ocho fueron moneda de curso legal en China hasta bien entrado el siglo XX, y todavía se pueden encontrar en los mercadillos callejeros del país, aunque la mayoría están en manos de coleccionistas.
Las famosas monedas españolas de plata fueron el origen del yuan chino y del ringgit de Malasia, pero también del dólar estadounidense y del de Hong Kong. Todas ellas imitaron algunas de sus características para intentar apropiarse de parte de su prestigio. De hecho, en el símbolo $ del dólar la S procede de "Spanish Peso".
Como explica Gordon, el Galeón de Manila crea "líneas de comercio mundial en ambas direcciones", y además "por primera vez, los mercados financieros mundiales estaban unificados", todo lo cual hace que se pueda hablar de la "primera globalización".
China además sufrió profundos cambios que aún no han sido debidamente estudiados, ya que se crearon fábricas especializadas en productos de exportación lo que fomentó una modernización y una transformación social.
Sin embargo, con el inicio de la guerra de independencia mexicana, en 1815, la ruta marítima Acapulco-Manila se suspendió y cayó en el olvido general, mientras que la narrativa anglosajona se apropió de la presencia occidental en el Extremo Oriente.
Y en China, el final de la llegada de plata latinoamericana marcó el inicio del declive del imperio de la dinastía Qing, que poco después sufrió la primera humillación por parte extranjera en la Primera Guerra del Opio (1839-1842), cuando un pequeño contingente naval británico derrotó a las fuerzas imperiales.
Tras esa guerra Londres se hizo con Hong Kong y asentó su influencia política y comercial en la zona, pero también su narrativa histórica, que ha ignorado la presencia española, también pionera con los primeros asentamientos europeos en Taiwán en el siglo XVII, y que se están empezando a recuperar en los últimos años.
"Esta es una época de la Historia que no se conoce", insiste Juan José Morales, un apasionado en divulgarla.
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