“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”, decía Lorca. Y así ha sido. Se llaman ‘poetas’, de apellido ‘modernos’. Dan sentido a pensamientos ajenos y gritan los suyos en las redes sociales. A menudo abandonan la rima para irrumpir con el verso libre, y a veces lo embellecen con música. Se mueven entre la sensibilidad y el enardecimiento. Se rebelan contra la mesura y la represión que sufrían otros, pero con una estética diferente. Popularizan el género entre las masas y empujan al sector al ‘top ventas’. Y deben su fama a sus incansables seguidores, cada vez más jóvenes y también criados en la Red.
Se encuentran en bares y se conocen en recitales. Allí descubren sus letras, que ya no esconden sino muestran. La presencia de la sexualidad es cada vez más explícita y eso gusta. Pero, ¿y si ésta se saliera del guión o de la obra para trasladarse a la realidad de forma excesiva, no correspondida y abusiva? Ana Palaniuk relataba hace unas semanas, a través de un hilo en su cuenta personal de Twitter, su experiencia. Un caso de acoso sexual en el que un editor le insistía en mantener relaciones sexuales a cambio de una posible publicación. Así, animaba a sus seguidoras y a todas las mujeres que hubiesen sufrido algo similar a denunciarlo.
Un día me preguntó que si quería publicar algo y le dije que quién no soñaba con eso. Que sería lo ideal. Él me comentó que podía ayudarme.
— Ann (@afilmbyann) July 22, 2017
Decía que teníamos que quedar y que podía ir a su casa. Comenzó a hacerme preguntas sexuales (cosa que no había hecho antes).
— Ann (@afilmbyann) July 22, 2017
Pronto despertó la empatía de otras escritoras o lectoras con experiencias similares. Una oleada de testimonios llegó al buzón de mensajes privados en Twitter de Ana, con algunas historias que más tarde haría públicas sin nombre; y muchos tuits de apoyo y ánimo de compañeros, sea cual fuere su sexo, y otros tantos seguidores. En una semana, se han hecho públicos hasta 42 casos anónimos de mujeres que se han sentido acosadas y/o incomodadas por poetas alguna vez. Decenas de escritoras y seguidoras denunciaban la humillación y el chantaje sufrido en las “jams” (encuentros sin cartel donde los asistentes puede leer sus escritos públicamente), en los recitales de poesía de Madrid, o en las redes sociales.
Cuando Ana denunció estos hechos sentí mucha rabia, pero mentiría si te dijera que me sorprendió. Ya lo sabía
“A lo largo de la noche estuvo tocándome, haciéndome caricias en la espalda, susurrándome cosas al oído. Yo, para no montar el numerito en el bar, le decía sutilmente que me dejara tranquila, que no quería nada. Controlé mi rabia porque no veía oportuno gritarle en el bar para que me dejara en paz cuando todos los que estábamos ahí éramos amigos. En un momento me fui al baño y él me siguió, cerró la puerta y empezó a meterme mano. Yo le empujé para que se apartara, le dije que me dejara en paz y me salí del baño, con un miedo terrible”, cuenta una de ellas.
30. pic.twitter.com/pofpkCc1pD
— Ann (@afilmbyann) July 26, 2017
Lara Moreno-Ventas, una joven escritora activa en las redes sociales, relata cómo dentro del mundo literario hay un "machismo terrible". "Cuando Ana actuó denunciando estos hechos y un montón de chicas se animaron a contar sus experiencias, sentí mucha rabia, pero mentiría si te dijera que me sorprendió. Ya lo sabía. Como te he dicho, yo no vivo en una ciudad y, por tanto, no soy asidua de las jams de poesía; pero conozco a gente que sí y gracias a las redes sociales el altavoz es más amplio y no es necesario sufrir algo para saber que ocurre", dice.
Ana Palaniuk no ha querido hablar con medios de comunicación sobre el tema, pero ha destapado algo que, según fuentes consultadas por Altavoz-Vozpópuli, venía aconteciendo “desde hace tiempo”. "Había un murmullo constante, pero igual que lo hay en todos los sitios", asegura la poeta Loreto Sesma. Según relatan, en algunos casos, los poetas utilizaban el fanatismo de algunas lectoras para intentar mantener relaciones sexuales con ellas. Además, a pesar de la recuperación de este género literario, muchas autoras se siguen peleando con las editoriales por la publicación de sus obras de lo que también se habrían intentado aprovechar algunos editores.
Yo he recibido mensajes de cantantes de grupos de música por Instagram, y entras en el juego o no entras
“Hablamos de chicas que en muchas ocasiones son menores de edad y de poetas que pasan los 20 y rondan los 30. Lamentablemente, esto se extiende también a editores que se aprovechan de la ilusión que genera la posibilidad de publicar un libro. Sé a ciencia cierta de algún editor que publicó a alguna chica porque escribe de pena pero está muy buena, lo cual, aparte de un machismo repugnante y una falta de profesionalidad increíble, ya indica que de esa publicación esperaba obtener algún beneficio”, continúa explicando Lara Moreno-Ventas.
En muchos de los casos no logran lo que quieren, pero en otros sí. “Me siguió en redes sociales y me pidió mi número, y yo se lo di. También empezó a insistirme para que le enviase fotos de mis tetas a lo cual, después de decir que no varias veces, acabé cediendo. Nada más tener esa fotografía me dijo que no quería verme más porque era una niña y una inmadura”, relata otra de las afectadas.
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— Ann (@afilmbyann) July 28, 2017
Por su parte, Loreto Sesma critica que las mujeres permitan este tipo de actitudes. "No sé qué me preocupa más, si que haya tipos dispuestos a engañar a una persona para acostarse con ella, o que la mujer participe en ese juego si no quiere. Yo no voy a dejar que un hombre me toque si no quiero que me toque", explica. "Yo he recibido mensajes de cantantes de grupos de música por Instagram, y entras en el juego o no entras, nadie pone una pistola en la cabeza a nadie", añade. En este sentido, anima a estas mujeres a decidir por sí mismas, porque, según la autora, "las personas somos dueñas tanto de nuestras ilusiones como de nuestras decisiones".
Más medidas
Que ahora se conozcan más casos de violencia o acoso no necesariamente significa que haya más, sino que ha aumentado la sensibilización. Ya en los años 20 Pablo Neruda violó a su asistenta y él mismo lo contó en su libro de memorias Confieso que he vivido. Se han dado denuncias de este tipo en otros sectores, como el cine, la moda o la música; y en diferentes ambientes, de ahí las campañas de prevención en las fiestas patronales, donde multitud de ayuntamientos se han hecho eco del ya conocido lema 'No es no' contra las agresiones sexuales. En este sentido, es importante aclarar que sólo una minoría del colectivo es responsable de dichas actitudes, y desde el propio sector lo denuncian.
Espero que las denuncias avergüencen a los culpables porque el problema es suyo, del acosador, no de la víctima
Elvira Sastre, una de las poetas más populares de esta nueva corriente poética, también condena todo tipo de abuso y se muestra “sorprendida, triste y asqueada”, pues reconoce que hace tiempo que no frecuenta esos lugares. “Es triste que utilicen la poesía para conseguir según qué cosas, pero espero que las denuncias que se han hecho públicas avergüencen a los culpables y les hagan reflexionar sobre sus actos para que no se vuelvan a cometer, porque el problema, no olvidemos, es suyo, del acosador, no de la víctima”, confiesa a este medio.
Desde Aleatorio, uno de los locales de moda en Madrid donde presuntamente se daban estos acosos, ya han manifestado, a través de un comunicado, su condena y apoyo a las víctimas. “Queremos ser útiles, cambiar en la convivencia los malos hábitos que nuestra generación ha heredado y, ahora más que nunca, unirnos en este grito contra los abusos sexuales (…) Somos conscientes de que la visibilización y el debate han de ser un primer paso, y esperamos poder dar los siguientes de la mano de todas vosotras”, declaraban.
Ayer leímos este texto en referencia a los testimonios recogidos por nuestra @anapalaniuk sobre abusos sexuales entorno a la poesía. pic.twitter.com/2XvTYPykUC
— aleatorio (@aleatorio_bar) July 27, 2017
Carlos Salem es uno de los organizadores de estos encuentros en Aleatorio. El poeta confirma a Altavoz-Vozpópuli que desde el bar pretenden poner freno a estas situaciones y lamenta no haberlas conocido antes. "En Aleatorio se va a poder levantar la mano para avisar y nosotros iremos a ver qué pasa, y si hay que ir a la Policía o lo que haga falta, iremos", dice. Además, el escritor adelanta que pondrán carteles para avisar de estas medidas públicamente. Sin embargo, insiste en la idea de matizar que no se trata de 42 casos de acoso sexual, sino uno o dos, y el resto son testimonios de mujeres que se han sentido incómodas; aunque, recalca, "son suficientes".
Un problema educativo
Andrea Valbuena, también poeta, hace hincapié en que las reacciones de la mujer están condicionadas por la educación social. "Lo que más me ha sorprendido de este tema es lo que nos cuesta a las mujeres darnos cuenta de que estamos viviendo una situación que ni es normal, ni nos merecemos, ni debemos consentir. Muchas explican que tardaron en darse cuenta del acoso y otras comentan que su historia es menos importante porque sólo se sintieron incomodas, por lo que a pesar de haberse animado a contar su historia, a mi parecer, le restan algo de importancia", apunta.
Elvira Sastre, que también pone en el punto de mira la educación de la sociedad, se muestra positiva al respecto. “Creo que todo cambio político o económico tiene su origen en un cambio social, y eso es lo que está ocurriendo ahora. Necesitamos educar a la sociedad. Nos queda un largo camino, pero la buena noticia es que ya hemos empezado a andar y cada vez somos más”, sentencia. El número de casos que hay y habrá es incierto, pero la solidaridad y la concienciación entre las mujeres se ha cristalizado en las redes sociales.
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