Hace pocos meses se hizo viral una foto en la que aparecía un ganadero portando en sus hombros a un ternero de apenas unos días o semanas de vida. La instantánea, realizada cerca de Cabezón de la Sal, en Cantabria, pronto despertó la ternura de quienes la recibían en sus móviles o a través de las redes sociales, y la realidad de esta historia no era otra que la que viven muchos otros ganaderos en el resto del país, que tienen que llevarse a los establos a los animales por la noche para evitar los ataques del lobo.
Esta anécdota se repite también en el día a día de los hermanos Mier en los Picos de Europa, protagonistas del documental Los últimos pastores, una mirada a una profesión que se extingue y que tiene que enfrentarse a dificultades como la convivencia con el lobo y a una falta de relevo entre los jóvenes que no está dispuesta a sacrificar su vida como lo han hecho ellos. Tras triunfar en la pasada edición del Festival de Gijón, llega a los cines como el reverso contemplativo de ficciones como As bestas o Alcarràs, películas que pusieron de relieve el contraste entre el campo y la ciudad y, sobre todo, el peligro de desaparición de una forma de vida para dar la bienvenida a otra más rentable.
El director de este documental es Samu Fuentes, que conoció a estos pastores cuando caminaba cerca de Cabrales. Volvió a recurrir a ellos para trabajar con Mario Casas el personaje que interpretó en la película Bajo la piel del lobo (2017), en la que el actor interpreta a un alimañero, actividad del padre de los hermanos Mier. "Me llamó la atención lo humildes, lo generosos y lo felices que son en soledad", ha afirmado en declaraciones a Vozpópuli Fuentes, que decidió retratar a estos pastores como ejemplo de una actividad que está cerca de la extinción.
A través de un ritmo pausado y que nunca para, las pocas conversaciones que mantienen y las adversidades a las que se enfrentan, esta película logra contar más del tiempo presente que muchos telediarios, y para ello el director recurre al contraste en el presente. "Era importante que la cámara fuera invisible para no ser intrusivos, mientras que la radio permite situarles en el presente, en el contexto histórico y unos problemas -la inflación, la guerra o el covid- que a ellos no les afectan, su vida transcurre casi igual", comenta.
Precisamente, estos hermanos parecen se inmunes a los problemas que más espacio ocupan en la actualidad en la prensa, tales como la ansiedad, la soledad o la incomunicación. "Están en soledad y este año en Nochebuena uno estuvo en el pueblo y el otro en la cabaña. Ese problema que teníamos durante la pandemia con poder desplazarnos o juntarnos, ellos no lo sufren", agrega.
Cualquiera que haya tenido una mínima relación con la montaña o el campo sabe lo duro que es trabajar en este ámbito rural. Los últimos pastores ponen el foco en la actividad de una profesión que ya no existe, la del pastor que pasa en su cabaña casi todo el año, un modo de vida que está desapareciendo. De hecho, según cuenta Fuentes, antes de empezar el rodaje vendieron las ovejas que tenían y poco antes habían vendido sus vacas. "Las cabras que tienen son las que sobreviven al lobo, pero ellos son felices allí y esto es un homenaje a su tranquilidad, a la convivencia con la soledad en un mundo en el que no hay ni videojuegos ni internet", apunta.
Los últimos pastores y la convivencia con el lobo
"Con el lobo se puede competir pero no convivir", le dice otro pastor más joven a los hermanos Mier en un momento del metraje. La ley de protección del lobo no ha puesto de acuerdo a ecologistas y pastores, que denuncian una desprotección, tal y como se ve en este documental. "Se hacen las leyes sin conocimiento desde los despachos. El lobo y el pastor siempre estuvieron juntos. Hay un problema de sobreprotección", opina este director, que hace referencia en su documental a la presencia del hombre en este paraje desde hace más de 5.000 años. "Dan forma a esos caminos, arreglan las fuentes, saben cómo podar los árboles, aprovechan la madera y hacen las quemas controladas. Los pastores está llegando a un desgaste mental y económico brutal", añade.
"Se hacen las leyes sin conocimiento desde los despachos. El lobo y el pastor siempre estuvieron juntos"Samu Fuentes
Los hermanos Mier son los últimos de una estirpe de pastores que viven con lo mínimo, sin grandes lujos pero sin necesidades, y que adoptaron una costumbre tan de moda en la actualidad como es reutilizar todo lo que tenían a su alcance, ya sea un somier como valla de campo o cierre de finca, o una lata de aceite para tapar la lumbre. "Son las personas que más y mejor reciclan. Lo dicen en una frase: la necesidad es la mejor maestra. Todo lo utilizan, dan a todo una utilidad y nos dan una lección de ecologismo", señala.
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