Hace veinte años, este redactor tenía once primaveras y descubrió el mundo de la rumba gracias a Estopa, un auténtico bombazo que sacudió todo el país. Conocedor de mis gustos, mi madre un día vino del trabajo con un CD bajo el brazo: se llamaba 'Sin noticias de Holanda' y lo firmaba un tal Melendi. Sin entender muchas de las cosas a las que hacía referencia en el álbum -hay muchas referencias a las drogas y cuestiones sociales-, me enganché a su energía y su estilo canalla.
Yo en veinte años he cambiado: crecí, estudié una carrera e incluso me he casado. Melendi también ha cambiado mucho, ya que ha pasado de ser un jovencito con rastas y pinta de chungo a ser un tipo responsable y un padre con aspecto de no querer dejar escapar lo que le queda de juventud. Pero el pasado lunes, aquel muchacho asturiano recién aterrizado en Madrid se reunió con todos aquellos que un día le descubrieron cuando tenían once años. Y lo hizo durante unas generosas dos horas y media de espectáculo, algo poco común en estos días. El primero de los tres conciertos que dará en el Wizink con motivo del veinte aniversario de aquel disco que le elevó a la fama. Y firmó una de sus actuaciones más completas.
El propio Melendi confesó estar sorprendido por ver cómo 15.000 personas hacían sombra a su voz y el potente equipo de sonido del Wizink cuando cantaba temas como 'Mi rumbita pa tus pies' o 'Desde mi ventana': el público se las cantó como si le fuese la vida en ello. El propio artista reconoció que jamás hubiese imaginado que canciones con tantos años fueran recibidas con tanta euforia. De hecho, esas canciones míticas superaron en decibelios otros temas más modernos y con una producción más cara y cuidada.
Ver a Melendi en 'modo 2004' fue un regreso a la época del discman, a los años de oro de Fernando Alonso subido en su Renault -no faltó la canción del Nano-. En definitiva, a una etapa en las que las preocupaciones no existían. Esto también le sucedió a los más mayores de la sala: en 2004, justo en la época precrisis, España vivió su época más boyante. En definitiva, fue un viaje a un pasado más feliz. Una gira para volver a esa época feliz y disfrutar en directo de los temas que fueron parte de su banda sonora.
Aunque quizá lo más sorprendente fue ver a muchos chavales que rondaban la veintena cantando cada una de las líneas que Melendi escribió cuando ellos ni sabían hablar. Por razones obvias, no pudieron vivir el 'petardazo' que supuso Melendi para la música en España, pero sí sus padres. "Gracias por ponerles mi música", dijo el artista en un momento de parón.
El concierto contó con un elenco de músicos extraordinario. Melendi es un artista inteligente que conoce los grandes límites de su capacidad vocal -bromeó con ello durante varios momentos del concierto-, por lo que maquilla y adorna las canciones rodeándose de gente de talento. Todos ellos son personas que Melendi se fue encontrando en su camino al éxito.
Buena muestra de ello es su guitarrista, que le produjo gratis su primer disco después de ser rechazado por las grandes discográficas del país. A los coros y la guitarra española, un matrimonio que le ayudó a grabar 'Sin noticias de Holanda' sin cobrar un euro. El artista ha decidido mantener a su lado y hacer partícipe de su éxito a todas aquellas personas que en algún momento le ayudaron a convertirse en lo que es hoy.
Toda esta atmósfera fue la ideal para crear un concierto perfecto, con el setlist ideal, con una buena medición de tiempos y con un fantástico reparto de grandes momentos en el que tampoco faltaron los imprevistos: desde un desmayo hasta una dedicatoria a una fan que viajó desde muy lejos para ver el concierto. En definitiva, una auténtica fiesta repleta de emociones para celebrar que Melendi ha conseguido trascender y alcanzar el Olimpo de los grandes músicos españoles que marcaron una etapa y a una generación.
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