-¿Y qué va a hacer tras la hecatombe de las andaluzas?
-Salvar su culo, como siempre. Eso que llama 'resistencia'. De manual.
En las zahúrdas de Ferraz ya nadie disimula. Salvo Lastra y Cerdán, que mantienen las apariencias con gesto de mayordomo británico con incontinencia urinaria, cunde el desánimo. Despeñaperros será algo más que un topónimo.
Sánchez, en el cuarto cumpleaños de la moción de censura con la que derribó a Rajoy, tiene en su agenda dos escenarios, alternativos y no complementarios. El primero, de resiliencia: ejecutar una crisis de Gobierno después de las andaluzas, romper con Podemos después del 'supermayo' y rearmarse para las generales. La segunda, de evasión: almidonar su perfil internacional y prepararse para una salida hacia Europa sin ni siquiera batirse en duelo con Núñez Feijóo.
Hay un runrún en Moncloa que alienta la primera versión, es decir, la gran degollina ministerial como antídoto al estropicio andaluz y la incorporación de unos cuantos nombres para sobrevivir a la inevitable embestida de la derecha en las generales. No queda otra, tunear equipo y saltar de nuevo al campo de juego sin moretones ni magulladuras. Conformar una variante de aquel 'gobierno bonito' del astronauta Duque y el televisivo Huerta, que naufragó con estrépito porque llegó demasiado pronto. Iván Redondo se equivocó. Montó un Ejecutivo de escaparate y la realidad les pasó por encima.
No necesitarán gestionar, al cabo, apenas estarán un añito en el cargo. Se trata de relanzar la marca PSOE, hecha un guiñapo, para ganarle el pulso a la derecha
El líder socialista ha expedido a la batalla del sur a algunos ministros como M.J. Montero, un Luis Planas, a Fernando G. Marlaska para que agiten a la desanimada parroquia. También estarán por allí estos días las tres gracias del Gabinete, las trillizas de oro de Sánchez (sólo una es rubia), esas damiselas ignotas y sonrisitas, reclutadas en ayuntamientos periféricos con las que el verano pasado se pretendió dotar de charme, glamour y un toque cool a los sillones de la Moncloa. No se logró porque Isabel Rodríguez (Puertollano), Raquel Sánchez (Gavà) y Diana Morant (Gandía) apenas dan señales de vida. A Rodríguez, pese a que comparece cada martes desde la Moncloa para inundar de lisonjas el perfil de su jefe, le auguran cinco o seis telediarios como portavoza. Raquítica artillería, desde luego, para afrontar el duro periodo que queda hasta los comicios decisivos.
Poco se habla de quiénes serán los elegidos para la gloria. Pretenden perfiles de relieve y campanillas. Ni técnicos ni expertos. No necesitarán dotes de gestión, al cabo apenas estarán un añito en el cargo. Se trata de relanzar la marca PSOE, hecha un guiñapo, para ganarle el pulso a una derecha que viene crecida y envalentonada. Después del 19-J, aún más. Será un Gobierno que hable bien, fotografíe mejor y luzca aparentoso en las urnas, según se cotillea en los pasillos del Congreso.
Los que entran por los que salen. Ya hay apuestas seguras en la lista de los defenestrables. Félix Bolaños, el fontanero mayor, ilustre petimetre que por no saber, no sabe ni peinarse, figura en cabeza de los degollables. "Félix Nodoyuna" lo llaman. Marlaska, posiblemente el rostro más amoral y el ministro más despreciado del conjunto, también. Decían Robles, abrasada tras el affaire Pegasus, pero se ha confirmado que hay un hilo invisible que le ata al presidente. El equipo económico, ni tocarlo, sería ofrecerle al PP un talón de Aquiles para sus ataques.
Habrá movimiento de piezas en Moncloa. El 'escuadrón diabólico' de presidencia registrará algunas bajas. Óscar López, sucesor de Iván Redondo al frente de la oficina presidencia, está muy perjudicado. Ha sido una decepción en todos los frentes (elecciones CyL) y no se lleva con los Migueles (Barroso y Contreras). Sin embargo está en alza su segundo, Antonio Hernando, fiero rival de Sánchez y ahora colaborador muy estimado, incluso por 'los brujos visitadores'. Algunos lo ascienden a los altares de un ministerio.
Sánchez pretende que el proyecto de Yolanda Díaz esté en marcha antes del cisma con Podemos. Sin una fuerza a su izquierda no podrá soñar con una mayoría parlamentaria
Tras la remodelación, la ruptura con Podemos. El gobierno de coalición se ha convertido en gobierno de confrontación. El plantón en el aniversario de la OTAN, en vísperas de que España ejerza de anfitrión de la cumbre atlántica, ha desbordado el depósito de todas las paciencias. Sánchez pretende que el proyecto de Yolanda Díaz esté en marcha antes del cisma. Sin una fuerza a su izquierda no podrá soñar con una mayoría parlamentaria. Los barones socialistas urgen que la patada en el trasero morado se produzca antes del supermayo. El podemismo y su muletilla hiperfeminoide, ecoloprogre y filobolche espanta votos de la vieja parroquia del PSOE, en especial en algunas demarcaciones tradicionales, donde los detestan.
Con estos cambios, el rumboso presidente confía en encarar con fortuna las generales del 23/24. Los sondeos le niegan una sonrisa y el 'efecto Feijóo' funciona con la eficacia letal de un Vinicius desatado. Los recortes impuestos por Bruselas serán decisivos para el cambio, piensan en el PP. Delenda est su sanchidad. Sobrevuela ya la especie de que, como Bartleby el escribiente, Sánchez 'preferiría no hacerlo'. Esto es, que medita la posibilidad de apearse en marcha, no repetir como candidato, desertar de sus filas y centrarse en alcanzar ese sillón en la cúspide europea que tanto anhela. El puestazo en lugar del batacazo. La semana atlántica de finales de mes y el semestre europeo del año próximo serán los escenarios de su lanzamiento continental. Secretario general de la OTAN o presidente del Consejo Europeo son títulos que dicen que se le antojan. El primero suena a chiste. Pues no.
Algunos barones ven tan clara la jugada de la evasión que buscan el relevo. Un 'Feijóo del PSOE'. Un socialista prudente, sensato, que respete la Constitución y no pacte con los malvados. La antítesis del actual. No lo hay. Sánchez los decapitó a todos. O quién sabe, quizás emerja de pronto un mirlo blanco con aspecto de delfín. Todo es posible. "Siempre se debe estar preparado para algo nuevo", aconsejaba Wittgenstein. En Ferraz deberían tomar nota.
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