Bienestar

¿Puede ser el agua (en exceso) perjudicial para la salud? Así es la hiperhidratación

El verano llega a nuestras vidas como una estación exigente, pidiendo hidratación a voces. Agua, refrescos, zumos, infusiones, cafés, batidos y todo tipo de bebidas se convierten así en protagonistas

El verano llega a nuestras vidas como una estación exigente, pidiendo hidratación a voces. Agua, refrescos, zumos, infusiones, cafés, batidos y todo tipo de bebidas se convierten así en protagonistas de una costumbre que, durante los meses de calor, demanda la ingesta de alrededor de tres litros de líquido diarios.

Sin embargo, una hiperhidratación en terminología médica puede ser muy perjudicial para nuestro organismo en casos extremos, similar a lo que ocurriría con una deshidratación, aunque la parte positiva de ambos casos es que ambos problemas tienen soluciones relativamente accesibles, lo cual no quita que en los dos ejemplos el mejor remedio venga por la prevención.

Alarmas aparte, la sintomatología de una y otra son completamente opuestas, según muestran los Manuales MSD, donde además de alertar de la dificultad de llegar a la hiperhidratación, hablan de consecuencias como vómitos y problemas relacionados con el equilibrio si la sobrehidratación es súbita, pudiendo ir más allá en sus síntomas si empeorase, entre los que se podrían incluir la confusión o la convulsión.

En cualquier caso, la hiperhidratación es un fenómeno rarísimo y que tiene una aparición gradual, generalmente leve o moderada, que permite a las neuronas a los cambios que se generan en nuestro al existir bajas concentraciones de sodio en la sangre. Este último fenómeno, denominado hiponatremia, es frecuente que aparezca cuando consumimos diuréticos, padecemos diarrea o ciertas patologías cardíacas, hepáticas o nefrológicas.

Cuánta agua es demasiada agua

Para llegar a una sobrehidratación en una persona sana, es decir, donde riñones, hígado, corazón e hipófisis funcionan con total normalidad, ingerir gran cantidad de agua demandaría volúmenes de una anormalidad extrema, lo cual explican desde Manual MSD "deberían beberse más de 24 litros de agua al día de modo habitual".

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Para llegar al extremo de la hiperhidratación habría que consumir más de 24 litros de agua al día. ©Pexels.

Esto no significa que no haya patologías previas que puedan permitir que la hiperhidratación aparezca, como podría ser en aquellas personas donde los riñones no eliminan la orina de forma normal. Entre ellas podríamos encontrar cardiopatías, nefropatías o hepatopatías o, en casos de bebés prematuros, en el caso de que sus riñones aún no estén maduros.

En cualquier caso, también se puede producir por otra patología conocida como síndrome de secreción inapropiada de la hormona antidiurética (sintetizado en SIADH), donde la hipófisis (una de las partes de nuestro cerebro, encargada de la secreción de diversas hormonas) secreta demasiada vasopresina, a la que comúnmente se conoce como hormona diurética, la cual da orden a los riñones de retener innecesariamente demasiada agua.

La hiponatremia, la gran complicación

Sin embargo, el problema de este ingente consumo también puede permitir la hipotética aparición de otras patologías como la hiponatremia anteriormente mencionada, que definiríamos como una concentración sérica de sodio menor de 135 mEq/l., es decir, se produce una mayor dilución de las sales presentes en el organismo por exceso de agua en relación con los solutos.

De una prevalencia estimada en 13.000 casos por millón de habitantes, la hiponatremia es más común en el ámbito hospitalario, afectando con más frecuencia a ancianos y a mujeres. De igual modo, hablaríamos del primer trastorno hidroelectrolítico por número de casos, donde los casos moderados o graves suelen acontecer durante el ingreso hospitalario del paciente por patologías previas que podrían empeorarlo. Por todos estos motivos, la hiponatremia es la consecuencia más grave de este exceso hídrico.

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El consumo exagerado de agua podría producir una hiponatremia. ©Pexels.

Esta disolución de sales se manifiesta neurológicamente en el caso de la hiponatremia con la formación de pequeñísimos edemas en las células encefálicas, por lo que cuando se produce una hiponatremia es frecuente que aparezcan cefalalgias, confusión y estupor. En casos muy graves incluso llegando a las convulsiones y al coma.

Paradójicamente, la hiponatremia puede sucederse por estar demasiado hidratados, que genera ese aumento de la diuresis, que nos obligará a visitar el baño con más frecuencia (cuando lo normal es hacerlo entre seis y diez veces al día) o por pérdidas de líquido extrarrenal (diarreas o vómitos, lo cual nos deshidrata bastante y exigen una reposición de líquidos y sales minerales constante).

Por estos motivos, prestar atención a nuestra orina y las señales que manda a través del color es relevante para conocer cómo funciona nuestro sistema excretor. De este modo, la frecuencia de orinas transparentes indicarán un organismo demasiado hidratado, que no tendría por qué ser perjudicial, pero sí es síntoma de que estamos más hidratados de lo que debiéramos.

Afortunadamente, las hiponatremias leves -complicadas en pacientes sanos- son fáciles de recuperar con las pautas de la Atención Primaria, incluyendo la reducción de la ingesta de líquidos o, en el caso necesario, la inclusión de diuréticos pautados por el médico.

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