Bienestar

Alcohol y no engordar: qué beber para no temer a la báscula

No hace falta acudir a una extensa literatura médica para darnos cuenta de que las bebidas con alcohol nunca van a entrar en las recomendaciones directas de cualquier médico. Seguramente

No hace falta acudir a una extensa literatura médica para darnos cuenta de que las bebidas con alcohol nunca van a entrar en las recomendaciones directas de cualquier médico. Seguramente nunca oirás a ninguno decirte "coma más verdura, haga ejercicio físico moderado y bébase dos cervezas" y es que, por mucho que algunas bebidas alcohólicas puedan tener alguna ligera ventaja, finalmente no dejamos de ingerir alcohol, sobre todo en períodos vacacionales.

Es el caso del vino, por ejemplo, en especial el tinto, al que un consumo moderado -una copa al día, durante la comida-, se le asocian ciertas ventajas cardioprotectoras o a la cerveza, donde un consumo también moderado -no más de tres al día- también podría tener ciertos beneficios cardiovasculares, según menciona la Fundación Española del Corazón, aunque en el caso de esta última podríamos apostar directamente por ir a la cerveza sin alcohol.

Todo ello teniendo en cuenta que hay determinados grupos de personas como podrían ser las personas con cardiopatías, enfermedades hepáticas, diabéticos, menores, embarazadas o personas que están tomando determinados medicamentos deberían alejar totalmente a cualquier bebida alcohólica de su dieta.

Daría igual que hablemos de fermentados, considerados tradicionalmente más saludables y con menor grado alcohólico, como serían las sidras, las cervezas y los vinos, pero también de destilados, generalmente con un mayor contenido alcohólico, y donde vamos a encontrar a los espirituosos y a todo tipo de licores, algunos de ellos tan populares como el whisky, el ron, la ginebra, el aguardiente, el vodka o el anís. Sabiendo que ninguno nos va a aportar calorías de calidad, vayamos a la prueba del algodón: ¿qué alcohol nos conviene?

El alcohol y las calorías vacías

El término calorías vacías obedece a productos o alimentos que aportan energía pero pocos nutrientes como podrían ser las vitaminas, los minerales, la fibra u otros macronutrientes como proteínas, grasas o hidratos de carbono. Realmente el alcohol de lo que está lleno es de azúcares, producto de la fermentación o de la propia destilación, que en consumos elevados nuestro cuerpo almacena en forma de grasa, que es la llamada novo lipogénesis: la conversión de grasas en azúcares a través del hígado.

Sin embargo, se debe recordar que no todo el azúcar se convierte en grasa, ya que los azúcares son un poderoso combustible al que nuestro cuerpo acude cuando necesita energía, ya que la conversión de los azúcares en energía es más sencilla que la de la grasa en propia energía. Ahora que ya sabemos que el alcohol no tiene ninguna propiedad poderosa en lo nutricional, vayamos a intentar encontrar los que menos nos van a engordar, dejando entre medias un matiz: ¿consumimos la misma cantidad de ginebra que de cerveza o de vino, por poner un ejemplo?

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El vino tinto tiene, por regla general, más calorías que el blanco por tener más alcohol. ©Pexels.

Evidentemente no, ya que algunas bebidas tienen mucho más alcohol y eso hará que las posibilidades de intoxicación etílica sean superiores, ya que sería extraño que alguien tomase una copa de ginebra con la misma cantidad que una copa de vino, o que en vez de una caña de cerveza de 20 centilitros, haga lo propio pero con una caña de whisky.

En ese mismo sentido hay que añadir otra aclaración: los combinados y mixers. Si de por sí una copa de ron con 4,5 centilitros aporta casi 200 calorías, ¿cuántas más le añadiremos si lo acompañamos de un refresco de naranja o de un refresco de cola? Es decir, el clásico 'pelotazo' se convierte en una bomba de azúcar y energía que realmente no aporta ningún nutriente y que, si queremos vigilar la figura, no nos vendrá nada bien.

Echando cuentas

Aunque nadie va con la calculadora en la mano cuando aterriza en un bar, es conveniente que sepamos -si nos ponemos tiquismiquis- la tabla de conversión del peso del alcohol dentro de una bebida. Primero debemos saber que la densidad del alcohol es 0,8 gramos por ml, así que si vemos que una botella de vino tiene un 14% vol de alcohol solo habrá que multiplicar 14 por 0,8 para saber cuántos gramos de alcohol tiene nuestro vino.

Luego llegaría la siguiente conversión, la de los gramos de alcohol en calorías. Sabiendo que 1 gramo de alcohol equivale a 7kcal, tendríamos que multiplicar 11,2 gramos (el producto de 14 por 0,8) por 7, que son las kilocalorías. El resultado serán las kcal por cada 100ml de bebida, en este caso 78,4.

Dicho esto, vayamos ya a ver qué alcohol podemos beber sin que la báscula se enfade demasiado con nosotros al ingerir demasiado azúcar.

Sidra natural

En nuestro país es habitual encontrar dos tipos de sidra: la natural y la achampanada, teniendo la primera, que ronda el 4% de grado alcohólico, menos azúcar en la mayoría de los casos. En cualquier ejemplo, nos presentamos en un alcohol que tiene 50 kcal por cada 100 gramos de producto, así que estamos ante un producto relativamente bajo en azúcar.

Por contra, es frecuente que ahora veamos en nuestros lineales y bares algunas sidras que tampoco tienen mucho grado alcohólico -oscilan entre los 4 y los 6-, pero que tienen una pizca más de azúcar, aunque oficialmente aportarán unas 50 o 55 kcal por 100 gramos. Para que nos hagamos una idea, una manzana tiene unas 52 kcal por cada 100 gramos, aunque evidentemente sí tiene un aporte nutricional mucho mayor.

Cerveza

Siempre, en la medida de lo posible, conviene acudir a la cerveza sin alcohol y, aunque parezca también una estrategia de marketing, a las cervezas light o bajas en calorías. Realmente tienen menos calorías, aunque las que menos presentan siempre serán las cervezas sin alcohol, incluyendo las 0,0%.

En términos generales, las clásicas cervezas lager comerciales de nuestro país presentarán unas 26kcal por cada 100 gramos de producto, así que un quinto tendrá unas 52kcal, mientras que un tercio de cerveza se irá a las 78kcal.

Como veréis a continuación, no solo habrá que prestar atención a los términos porcentuales, sino también al total ingerido. Al final, no beberemos la misma cantidad de cerveza que de whisky, por poner un ejemplo. También, lógicamente, cambiará si nos vemos cervezas con más grados o distintas fermentaciones.

Hard seltzer

Son un sector al alza en nuestro país, donde importantes compañías de refresco están abriendo el abanico de bebidas a una especie de refrescos con alcohol, aromatizados con diversos sabores relativamente naturales, con el fin de llegar a un público más joven y ajeno a la cerveza.

Realmente, aunque su nombre sea muy poético, no dejan de ser bebidas alcohólicas (alrededor del 5%) y carbonatadas, pero son una opción relativamente buena si lo que queremos es reducir la ingesta calórica con nuestros tragos, ya que cada lata de unos 330ml tendrá entre 80 y 100 kcal.

Vino blanco

Si eres un winelover y tienes claro que no vas a renunciar a tu copa de vino en función de lo que la balanza te dicte debes saber una cosa: los vinos blancos tienen calorías que los vinos tintos -por regla general, al ser menos alcohólicos-. Básicamente, con que te rijas por la máxima de: a más alcohol, más calorías, tendrás la mayor parte de la cuenta hecha.

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No debemos fiarnos solo de aromas dulces, secos o afrutados para interpretar las calorías de un vino, sino en el grado alcohólico. ©Pexels.

En este caso, según Base de Datos Española de Composición de Alimentos (Bedca), encontramos que 100g de vino blanco tendrían 61 kcal, así que suponiendo que una copa estándar de vino lleva unos 150g (o 150ml, que es lo mismo), nos daremos cuenta de que nuestro blanco ligero tendrá unas 75kcal.

Tintos, rosados y dulces

Un vino tinto promedio tendrá entre 70 y 80 kcal, mientras que un rosado, atendiendo a los parámetros Bedca, se queda en 67 kcal, así que será mejor volver a hacer caso del etiquetado para saber que los tintos serán los más calóricos por el sencillo hecho de tener más alcohol.

Por eso, tampoco conviene confiarse por los aromas o sabores de un vino, sea seco o sea afrutado, para valorar si tendrá más o menos calorías, ya que el margen será realmente muy escaso. Lo que sí cambia es en el caso de espumosos y vinos dulces, siendo los últimos los que más alcohol tienen, además de más azúcar, por lo que su contenido calórico va a ser mayor.

En el caso de los espumosos la cuestión no está solo en el grado alcohólico, sino en la elaboración, por lo que siendo generalmente vinos blancos, veremos que tienen más calorías que un blanco. Básicamente se debe al proceso de elaboración, donde es habitual que se añadan azúcares -no en todos, por eso existe la clasificación de espumosos como brut nature, brut, semiseco o dulce-, pero de media unos 100ml de cava tendrán 70kcal, si atendemos al criterio Bedca.

¿Hay remedio en los destilados?

La única ventaja que el destilado aporta para no añadir demasiadas calorías es que su consumo es más esporádico o en menor cantidad que una cerveza o un vino. Generalmente, 50 mililitros de un ron, un whisky o un vodka formarán parte del trago habitual, aunque en términos totales iremos a parámetros entre 220 y 250 kcal por cada 100 gramos (100 mililitros).

Básicamente, ese whisky corto con hielo o un chorrito de agua nos estará aportando unas 125kcal, que serán las mismas que aporte un tercio de cerveza. Aún así, si buscáis un destilado más amable con la ingesta de calorías, acudir a la ginebra, que con apenas 220kcal es el más 'ligero' de los espirituosos habituales y, sobre todo, recordad que si lo mezcláis con refrescos azucarados, vais a aumentar la cuenta calórica casi sin daros cuenta.

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