Una alimentación saludable y equilibrada es una de las piezas clave de la salud de todo ser humano, así como también lo es de cara al trabajo, al ejercicio o a combatir un sinfín de enfermedades. Pero a su vez, la forma en la que nos alimentamos está condicionada por un amplio abanico de particularidades personales, como las emociones o los sentimientos, que conducen a mucha gente hacia nutricionistas que regulen sus platos. Pero todo no es tan fácil como parece.
Muchas veces, los horarios, la falta de tiempo y el ritmo de vida en general hacen que cada vez sea más frecuente la necesidad de comer fuera de casa y tener que ceder ante la planificación previa. De la misma manera, llegarán eventos puntuales y con ellos nuevas comidas que no entraban en los planes. Normalmente, que no se siga una alimentación equilibrada en ocasiones especiales no suele ser significante, pero que esa práctica sea más recurrente pone en peligro no solo nuestro día a día, sino también nuestra salud.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una alimentación equilibrada y una constante práctica de ejercicio físico fomentan la base de una salud mental sana y de un correcto funcionamiento del organismo humano. Además, ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, todo tipo de cardiopatías o los accidentes cerebrovasculares, entre otros. Pero, para bien, el interés por mejorar la alimentación ha crecido exponencialmente en los últimos años.
Cada vez son más las personas que se preocupan y toman conciencia de lo que supone una mala alimentación y cómo su práctica puede afectar en el día a día. Aunque eso es lo de menos. Estudios recientes han evidenciado la relación existente, asimismo, entre un mal hábito de comidas y el desarrollo de problemas mentales y severas enfermedades como la diabetes.
¿Cómo afecta la alimentación en la salud mental y en el riesgo de enfermedades?
Dos investigaciones publicados en la revista Nutrients, ambas lideradas por científicos de la Universidad George Mason en Virginia (Estados Unidos) concluyen que la mala alimentación desempeña un doble papel: contribuye al riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y afecta a la salud mental, potenciando como principales problemas la ansiedad y la depresión, una conexión relativamente nueva.
"Nuestros hallazgos subrayan el papel fundamental de las elecciones dietéticas en la reducción de los riesgos asociados tanto con la diabetes como con la salud mental. Las implicaciones de estos hallazgos se extienden más allá de la comunidad científica, ya que son prometedores para informar sobre políticas de salud pública, prácticas de atención médica y recomendaciones dietéticas que pueden impactar positivamente en la población general", señalan los dos artículos pronunciados a favor de las investigaciones.
Los resultados aclaman que el consumo de alimentos ricos en frutas, verduras frescas, cereales integrales, proteínas magras o lácteos bajos en grasa se asocian a una mayor prevención en enfermedades como la diabetes tipo 2 o diferentes trastornos de salud mental. De lo contrario, una dieta sustentada por alimentos carentes de nutrientes esenciales, como ácidos grasos omega-3, vitamina D, vitamina E, folato, selenio, cromo o magnesio, también exacerban síntomas desfavorables tanto en la salud mental como en el desarrollo de esta clase de diabetes. Asimismo, los alimentos procesados (tanto en cantidades abundantes como frecuentados reiteradamente) aumentan la susceptibilidad a estas afecciones.
Pero es que, además, los trastornos mentales y el riesgos de padecer diabetes tipo 2 están interconectadas entre sí. Los estudios demuestran, por ejemplo, que las personas que presentan esta enfermedad tienen entre dos y tres veces más de posibilidades de sufrir también depresión o ansiedad, en comparación con quienes no la padecen. Del mismo modo, se ha comprobado que los problemas mentales pueden derivar, de igual manera, en diabetes.
"La evidencia científica actual subraya los beneficios potenciales de adoptar un régimen dietético bien equilibrado para disminuir los síntomas de ansiedad y depresión y al mismo tiempo mejorar el control glucémico en persona con diabetes", concluyen los estudios.
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