Saúl era solo un adolescente cuando se le cayó el pelo. No era calvicie causada por la edad, tenía 14 años, sino alopecia areata. Su cabello empezó a caerse solamente en algunas partes de su cabeza, formando calvas de diferentes tamaños. Con su corta edad, el joven no quería que ninguno de sus compañeros de clase y amigos se enteraran y por vergüenza empezó a pintárselas y a taparlas con otros mechones durante años.
La caída de pelo en forma de placas más o menos redondeada (también pueden aparecer en la barba), sin otra clínica acompañante, suele ser una de las formas más habituales de presentación de la llamada alopecia areata, aunque considera que siempre hay que descartar otras patologías que podrían causarlo como son las infecciones (tiña, impétigos...) o enfermedades más complejas como el Lupus.
Este tipo de alopecia afecta al 2% de la población y también puede asociarse a muchas otras condiciones, como enfermedad de tiroides, diabetes tipo 1, alergias y asma; y es similar a otras enfermedades dermatológicas, como eczema, psoriasis o vitíligo. Además, según la Fundación Nacional de Alopecia Areata (NAAF) de EEUU, una organización sin ánimo de lucro que promueve la investigación y el apoyo a pacientes y familia, la patología afecta por igual a hombres y mujeres de todas las edades, aunque el primer brote suele surgir durante la infancia. Y no solo eso, en el mundo, la sufrirán unos 147 millones de personas en algún momento de su vida.
Alopecia areata, ¿por qué?
Esta afección es impredecible, ya que al igual que el cabello desaparece súbitamente, puede volver a crecer e incluso caerse de nuevo. El problema surge porque el sistema inmune ataca a las células de los folículos capilares, que se encogen y dejan de producir pelo visible. En general, empieza con una pequeña área redondeada o parche, que se queda calva en el cuero cabelludo y puede avanzar hacia una pérdida total del cabello (alopecia totalis) o hacia una caída radical del pelo y del vello de todo el cuerpo (alopecia universalis).
"Desde aquel momento que me la diagnosticaron comenzamos a probar ciento de tratamientos. Cremas, lociones, rayos uva, infiltraciones, pastillas, pomadas... Mis padres invirtieron mucho tiempo y dinero para intentar revertirla, pero no hubo manera y nada funcionaba. Me dejé el pelo un poco más largo e intentaba tapar las calvas, había de varios tamaños, con algunos mechones y otras las pintaba. Estaba obsesionado. Además, como se asocia al estrés comencé a ir a terapia, pero tampoco mejoraba", comenta Saúl a Vozpópúli.
Tras probar muchas cosas como tratamiento y ver que nada funcionaba, desistí. Es algo con lo que tengo que convivir
Este tipo de alopecias se han relacionado con algunas alteraciones genéticas, por lo que la aparición en familias es habitual. Las causas que desencadenan no están claras, y aunque está relacionada con situaciones de bajada de defensas como cuadros infecciosos, problemas dentales o alteraciones del tiroides la mayoría de las veces se suele asociar con el estrés.
"¿Qué estrés podía tener un niño de 14 años? Nadie entendía nada y no había solución. Cuando cumplí los 18 decidí raparme al cero y decirle a todo el mundo el problema que tenía. Es cierto que sentí a alivio, pero nunca me había atrevido a hacerlo porque al final para un niño lo que piensen los demás es muy importante. A raíz de aquel momento dejé los tratamientos y, aunque la cosa mejoró, continúo teniendo algunas calvas años después", explica el guadalajareño.
Remedios para la alopecia areata
"Tras probar muchas cosas como tratamiento y ver que nada funcionaba, desistí. Ahora tengo 36 años y casi tengo todas las calvas cubiertas, pero de vez en cuando me sale alguna pequeña. Es algo con lo que tengo que convivir y a lo que ya casi no hago caso", explica el joven.
Lo cierto es que esta alopecia es muy difícil de tratar, lo que puede ser frustrante para todos los pacientes. De hecho, aunque cada dermatólogo tiene unas opciones de tratamiento, la respuesta a estos es muy variable porque no todas los personas responden de igual manera. Incluso en ocasiones hay placas que mejoran y otras que cuesta mucho trabajo que se recuperen.
Este tipo de alopecia afecta al 2% de la población y también puede asociarse a muchas otras condiciones como enfermedad de tiroides, diabetes tipo 1, alergias y asma
La respuesta a este mal podría estar en una nueva línea de tratamientos denominados anti-JAK (ruxolitinib y tofacitinib), aunque todo está en fase de estudio. Investigadores de la Universidad de Yale (Estados Unidos) han logrado que el pelo de un hombre de 25 años vuelva a crecer en cejas, pestañas y cabeza a los dos meses de empezar con tofacitinib. Y a los ocho meses, el paciente ha vuelto a verse tal y como estaba siete años atrás, cuando perdió todo su cabello.
Esperemos que finalmente sea la solución para esta enfermedad que tanto complejo crea en las personas que la padecen.
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