Bienestar

Anquiloglosia: qué es y cómo afecta a la lactancia

La anquiloglosia es un defecto congénito que complica algunos movimientos de la lengua de los bebés por ejemplo a la hora de ser amamantados

La anquiloglosia, más conocida como frenillo lingual corto, es un defecto congénito bastante común (más común en los niños que en las niñas) que impide los movimientos normales de la lengua en los bebés, no pudiendo succionar bien cuando se está en fase de lactancia.

Se cree que tiene un factor genético, ya que suelen darse casos dentro de la misma familia, y puede llevarles a subir o bajar de peso y en la madre, a sufrir lesiones en los pezones. 

El frenillo lingual es una membrana que consiste en una red de fibras que conecta la lengua con el suelo de la boca. Si esta membrana es demasiado tensa, puede llegar a restringir los movimientos de la lengua del bebé (necesarios para una succión eficaz), poniendo en peligro la implementación de la lactancia materna.

Un procedimiento quirúrgico denominado frenotomía (se lleva a cabo sin sedación) consiste en espaciar esta membrana para que libere la lengua de la base de la boca y hacerla más móvil.

La mitad de los bebés con esta peculiaridad pueden amamantar sin dificultad, pero en la otra mitad, la anquiloglosia puede ser sinónimo de succión difícil, problemas en el aumento de peso del bebé o en la madre, pezones con lesiones dolorosas, a veces muy profundas y sangrientas. Incluso las madres más motivadas describen la experiencia como frustrante y muy alejada de lo que habían imaginado.

Síntomas de la anquiloglosia

El dolor en el momento del agarre al pecho o durante la toma es una de las principales razones para el cese temprano de la lactancia materna. “Son muchos los factores que pueden estar causando esta situación, desde obstrucciones a mastitis, abscesos o candidiasis mamaria”, explica Laura Lázaro, responsable de marketing de Lansinoh España, empresa especializada en maternidad y lactancia. 

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La anquiloglosia puede provocar problemas en el habla.Pixabay

“En la madre, con la anquiloglosia se presentan pezones doloridos, dañados e irritados, también deformados o decolorados inmediatamente después de succionar, así como un dolor persistente pese a corregir la postura o posición de enganche. Otros problemas son cansancio, frustración, disminución de la producción de leche o congestión/mastitis por un drenaje deficiente de los pechos”, añade.

En el bebé, se aprecia una movilidad restringida de mandíbulas y lengua, dificultad para agarrar y succionar de forma profunda el pecho y tomas interrumpidas por cansancio debido al esfuerzo por extraer la leche, en ocasiones muy frecuentes y/o muy largas. “Además pueden tener cólicos, gases, hipo, reflujo o chasquidos de la lengua durante la toma, con fugas de leche. Algo que suele asustar a las madres es una pérdida de peso inicial, o bien un aumento, siempre lento y problemático”.

Para identificarlo, debemos observar estas señales en el bebé:

  • Dificultad para levantar la lengua hasta los dientes superiores o moverla de un lado a otro.
  • Problemas para sacar la lengua más allá de los dientes anteriores inferiores.
  • Una lengua que, cuando se saca, muestra una hendidura o tiene forma de corazón.

Problemas que puede causar

Además de las dificultades a la hora de ser amamantado, existen otros problemas que puede causar este defecto en el niño:

  • Dificultades en el habla. Puede interferir en la capacidad de emitir determinados sonidos, como "t", "d", "z", "s", "th", "r" y "l".
  • Mala higiene bucal. En el caso de los niños mayores o los adultos, puede hacer que resulte difícil quitar los restos de alimentos de los dientes. Esto puede contribuir a la aparición de caries y a la inflamación de las encías (gingivitis). También puede provocar la formación de una brecha o espacio entre los dientes delanteros inferiores.
  • Dificultades con otras actividades orales. La lengua anclada puede interferir en actividades cotidianas como lamer un cono de helado, lamerse los labios, besar o tocar un instrumento de viento.

Cómo se diagnostica

Habitualmente, la anquiloglosia se diagnostica durante una exploración física al bebé. El médico puede usar una herramienta de detección para calificar diversos aspectos de la apariencia de la lengua y su capacidad de movimiento.

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Algunos médicos recomiendan esperar para ver cómo evoluciona la anquiloglosia.Pixabay

Tratamiento de la anquiloglosia

“El tratamiento para la lengua anclada es controvertido”, según explican desde Mayo Clinic. Algunos médicos y asesores en lactancia materna recomiendan corregirla de inmediato, incluso antes de que le den el alta del hospital al recién nacido y se vaya a casa. Sin embargo, otros especialistas prefieren adoptar un enfoque expectante e ir viendo cómo evoluciona.

Es posible que el frenillo lingual se distienda con el tiempo, lo que resolvería el problema. En otros casos, el frenillo lingual persiste sin causar problemas. En algunos casos, realizar una consulta con un asesor en lactancia puede ayudar con la lactancia, y la terapia del habla con un patólogo del habla y del lenguaje puede ayudar a mejorar los sonidos del lenguaje.

El tratamiento quirúrgico contra la lengua anclada puede hacerse a bebés, niños o adultos si esta causa problemas. Los procedimientos quirúrgicos incluyen la frenotomía (con unas tijeras esterilizadas, el médico corta y libera el frenillo) o la frenuloplastia (un procedimiento más exhaustivo que se lleva a cabo si se necesita una reparación adicional o si el frenillo lingual es demasiado grueso para realizar una frenotomía). La frenuloplastia se realiza bajo anestesia general con instrumentos quirúrgicos. Después de que se libera el frenillo, la herida se cierra, por lo general, con suturas que se absorben solas a medida que la lengua sana.

Otras soluciones 

Las pezoneras son de gran ayuda para las madres lactantes que tienen bebés con anquiloglosia, sobre todo si tienen pezones planos o invertidos, pues un pezón que no sobresale hace más difícil el ‘engache’. Las pezoneras pueden usarse para activar el movimiento de succión. A medida que el pezón se vuelve más flexible, la pezonera ya no es necesaria. 

“En circunstancias específicas pueden ser utilizadas como una herramienta efectiva en el corto plazo para apoyar a las madres a amamantar, siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud. Como consejo, recomendamos aplicar una pequeña cantidad de crema lanolina en el borde protector del pezón para mantener la pezonera en su lugar y dejar ambas manos libres para colocar y sujetar al bebé”, recomienda Laura Lázaro.

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