Bienestar

Conocer tu cronotipo: una experta explica por qué es clave para aprobar con éxito la Selectividad

Estudiar muchas horas no equivale siempre a mejores resultados y es importante conocer, por ejemplo, qué tipo de cronotipo somos para rendir más y mejor estudiando

A casi dos semanas para que alrededor de 300.000 jóvenes afronten la EVAU (prueba de acceso a la universidad), surgen dudas de cómo afrontar el estudio a tan pocos días de la evaluación que determinará a qué Universidad podrás acceder y qué carrera podrás estudiar.

En este sentido, la neurociencia afirma que, en contra de lo que muchos puedan creer, estudiar muchas horas no equivale siempre a obtener mejores resultados. De hecho, una variable importante para rendir de la mejor manera es conocer tu cronotipo.

El cronotipo es la predisposición natural de cada persona para experimentar los picos de energía en determinados momentos del día. La neuropsicóloga explica que, para aprovechar la condición personal de cada uno, lo idóneo es adaptar el horario de trabajo para aprovechar al máximo los periodos de mayor productividad en función del reloj biológico. Existen tres cronotipos principales:

¿Eres búho o alondra?

Alondras: Son las personas que se sienten más activas por la mañana. Se despiertan temprano sin dificultad, son productivas durante la mañana y tienden a acostarse temprano por la noche.

Búhos: Se sienten más activas por la tarde o la noche. Les cuesta despertarse temprano y son más productivas en las últimas horas del día. Suelen acostarse y despertarse más tarde que las alondras.

Intermedios: Se encuentran en un punto intermedio entre las alondras y los búhos. No se sienten especialmente energéticos por la mañana ni por la noche, y pueden ser productivas a lo largo de todo el día.

Los datos revelan que nueve de cada diez estudiantes de bachiller que se presentan a estas pruebas de acceso a la universidad aprueban, pero la complicación es obtener la nota de corte necesaria para poder optar a los grados que desea estudiar el joven. 

¿Cuántas horas estudiar?

Pero, independientemente del cronotipo, ¿cuántas horas se necesitan para salir airoso de la prueba de acceso a la universidad?

Jùlia Ballester, profesora de neuropsicología de la Universidad Abat Oliva CEU, señala a EFE que al cerebro no le gustan las sorpresas y, por tanto, es mejor entrenarle para que conozca bien los tipos de examen que tendrá que superar o recorrer días antes el camino de casa al lugar donde tendrá lugar la prueba.

La experta advierte de que la neurociencia ha demostrado que "a más horas de estudio, el rendimiento no tiene porqué ser necesariamente mejor" y recalca que, con una buena organización, "lo óptimo serían entre tres y cuatro horas diarias", sin omitir pequeños descansos.

Eso sí, en esas horas hay que desconectar de "toda distracción, nada de dispositivos, ni música, familia o amigos; luego ya podrán venir pequeñas recompensas como dar un paseo, quedar con un amigo o que te preparen tu plato favorito en casa".

Evitar los atracones de estudio

"La curva del olvido y la de la concentración son procesos cognitivos que nos dicen lo mismo: la información una vez estudiada se nos va a olvidar. Hay un declive muy importante al principio y después se ralentiza. Esto que hacemos a veces del atracón de estudio es malo porque es una sobrecarga cognitiva y estresa al cerebro".

En consecuencia, la profesora de la Facultad de la Salud aconseja incorporar a la planificación "muchos momentos de repaso para poder hacer que esta curva de olvido que baja vuelva a subir. No hay que dejar el repaso para el final, si solo lo haces una vez te vas a dar cuenta de que no te lo sabes".

El estrés es necesario, pero solo en cierta medida

"Estos exámenes a los que damos tanta importancia, que parece que van a determinar nuestro futuro, generan mucho estrés; aquí hay un aspecto relevante para poder ayudar al estudiante que es rebajar la presión: en la vida no hay nada determinante, esta prueba es importante, pero no es la única oportunidad que vamos a tener", explica Ballester.

Por otro lado, Ballester considera oportuno trabajar la respiración para afrontar la ansiedad, el miedo y el nerviosismo, repetirse mantras -"me estoy esforzando", "Yo puedo hacerlo" etc- y saber distinguir "lo que te ayuda de lo que no, por ejemplo, puede que no ayude hablar con otros compañeros porque te contagias del agobio, entonces ponte tú música preferida e intenta relajarte".

Hasta cierto nivel, añade, el estrés "ayuda porque nos hace estar un poco en alerta, concentrados y activos, pero si nos sobrepasa acaba en bloqueo". Para aliviarlo sugiere, entre otros, la práctica de la actividad física, mejor si es en el exterior, y técnicas de respiración.

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