Bienestar

Deshidratación en verano: cómo podemos detectarla y evitarla

Los expertos advierten de los riesgos que durante el verano puede ocasionar la deshidratación. Te contamos las señales para detectarla y las reglas básicas para evitarla

Tan solo unas pocas semanas después de haber dado la bienvenida oficial al verano, ya nos hemos enfrentado a varias olas de calor que nos hacen vaticinar una temporada de lo más calurosa. Es por ello que autoridades y expertos advierten de los riesgos de sufrir deshidratación en verano y las consecuencias para la salud.

Mantener una correcta hidratación es importante todo el año, pero más los meses de verano cuando hay más posibilidades de que nuestro cuerpo no recupere tan fácilmente la pérdida de líquidos.

Y es que tal y como advierte la Fundación Española del Corazón, las altas temperaturas favorecen la aparición de deshidratación y tiene graves consecuencias sobre nuestra salud, especialmente en los ancianos, los niños y las personas que sufren insuficiencia cardiaca.

Según la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría, “la deshidratación es un cuadro clínico originado por la excesiva pérdida de agua y electrolitos, que comporta un compromiso variable inicialmente a nivel circulatorio, si bien puede llegar a afectar a otros órganos o sistemas. Se origina por disminución de la ingesta de agua, aumento de las pérdidas o ambas”.

Cómo detectar la deshidratación en verano

Según la FEC, en condiciones normales, una persona llega a perder a través de la piel y de la respiración más de un litro y medio de agua. Una cantidad que llega hasta los dos litros ante un aumento de las temperaturas o tras la práctica de ejercicio.

Identificar las señales que nos manda el cuerpo advirtiendo de la importante bajada de líquido y la necesidad de reponerlo, es importante. Evidentemente, el principal indicio es la sensación de sed, aunque los expertos advierten que puede existir deshidratación sin sentir sed.

Pero además encontramos otros síntomas ante los que hay que estar alerta. Síntomas como la sensación de sequedad en la boca; orina de color oscuro; sensación de mareos y confusión; aumento de la temperatura corporal; calambres musculares; estreñimiento o piel apagada y seca, entre otros.

En casos de deshidratación extrema, se pueden presentar episodios de desmayos, delirios o pérdida de la consciencia.

Deshidratación en verano: cómo podemos detectarla y evitarla

Cómo evitar la deshidratación

Aunque las consecuencias de una deshidratación constante sí pueden ser preocupantes, tratada a tiempo no conllevan gravedad. Para ellos, los expertos recomiendan seguir unas sencillas pautas para evitarla, principalmente los meses de verano y en épocas de calor excesivo.

La manera más sencilla para prevenir la deshidratación es beber el agua suficiente. Se recomienda la ingesta diaria de entre un litro y medio y dos litros de agua, aunque las cantidades pueden ser superiores en casos de mucho calor o de practicar algún ejercicio físico que nos haga perder más líquido del normal.

Además, hay que tener en cuenta que no es necesario esperar a tener sed para beber agua, ni darse atracones, lo recomendable es ir bebiendo poca cantidad, muchas veces a lo largo del día.

En casos extremos, los expertos recomiendan añadir bebidas isotónicas para reponer rápidamente las sales minerales perdidas.

Llevar una dieta adecuada también es importante para evitar la deshidratación. Se calcula que el 20 por ciento de la ingesta diaria de agua procede de la alimentación. Por lo que se recomienda incluir en nuestra dieta alimentos con un alto contenido en agua, como es el caso de frutas y verduras.

El alcohol es uno de los factores que también provoca deshidratación y hace que el cuerpo pierda más líquido de lo normal. Por ello, y aunque siempre se recomienda limitar su consumo, en verano es importante controlarlo aún más.

Otro consejo, a la hora de salir de casa y estar expuesto a altas temperaturas es optar por prendas de ropa holgadas que permitan la transpiración; el uso de gorros o gorras que protejan y eviten golpes de calor; y evitar practicar ejercicio en las horas centrales del día, cuando más calor hace. Los expertos recomiendan hacer deporte a primera hora de la mañana, o a última del día, e hidratarse antes, durante y después de la práctica.

La deshidratación también afecta a nuestra piel, por lo que es importante utilizar protección solar que evite un aumento de la temperatura dérmica y la perdida de agua.

Deshidratación en verano: cómo podemos detectarla y evitarla

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