A dormir se aprende y, como muchas otras cosas, hay ciertas cosas que es mejor no llevarse a la cama. Ciertos estados de nuestro carácter no son buenos amigos de la almohada y hoy te contamos cuáles son. Hoy, de la mano del doctor Alejandro Guillén-Riquelme, coordinador de la Cátedra del Sueño LOMONACO-Universidad de Granada, vamos a descubrir por qué irnos con hambre (incluso qué alimentos nos ayudan a dormir mejor), sin ella, demasiado cansados, con un par de copas de más o enfadados no van a hacer ningún bien a nuestro descanso y las consecuencias de no dormir bien.
Para ello hay que distinguir que, evidentemente, no es lo mismo dormir que descansar, y para eso también deberemos tener en cuenta las fases del sueño, que se pueden dividir en tres etapas dentro de la fase NREM: una primera con un sueño más liviano, una especie de duermevela entre despierto y dormido; una segunda de sueño profundo donde pierdes la consciencia de lo que te rodea, y una tercera, que es la que consideramos el sueño profundo, o de ondas lentas.
Pero, vayamos a aquellos hábitos o conductas que hacen que no tengamos un sueño reparador y, aunque pueda parecer lo contrario, nos levantemos más cansados.
1. Con dos copas de más
Huelga decir que el alcohol no es nunca un aliado de nuestro organismo, pero tiene cierta fama como 'iniciador del sueño' y es verdad. "Se produce un sueño más fragmentado, donde nos despertamos más, aunque no nos enteremos", explica el doctor.
"Una copa puede implicar que consigamos dormir antes porque favorece el inicio de un sueño no ligero, pero este sueño no está presente en todas las fases de la noche, donde sí interviene el alcohol", asegura. "Además, puede provocar pesadillas", advierte.
Lo más recomendable entonces es prescindir del alcohol. Si no fuera así, el doctor deja una pauta: "No acostarse ebrio, por el perjuicio que ocasiona, pero si son solo un par de copas o dos cervezas, que sean como mínimo dos horas antes de acostarnos", reivindica.
2. Con el estómago lleno
Dice el refrán que de buenas cenas están las sepulturas llenas y es que la sabiduría popular ya es consciente de que irse a dormir con el estómago y la digestión en danza no son buenas ideas. "El sueño es un momento donde se producen cambios sustanciales en cómo se comporta el organismo", aclara.
"Si al cuerpo en ese momento de calma le obligas a realizar actividades extra, estarás consiguiendo un sueño menos reparador o que se produzcan más despertares", prosigue. "Además, una mayor cantidad de flujo sanguíneo y oxigenación cerebral pueden producir más pesadillas", continúa.
"También dificulta el inicio del sueño, sumado a los malestares que puede ocasiones [gastritis, reflujo, ardor, malas digestiones...], así que lo mejor es haber cenado al menos dos horas antes de irse a dormir", remata.
3. Con hambre
Es irónico, pero lo mucho agota y lo poco también. "Tener hambre produce una sensación de malestar en nuestro cuerpo que se vincula con la ansiedad, por tanto es malo irse lleno, pero también irse sin cenar", asegura.
"No es necesario darse un atracón, pero aquellas personas que tengan sensación de hambre, pueden tomarse un tentempié, como una pieza de fruta o un vaso de leche, pero no cenar como tal", considera.
4. Enfadado
Que los cabreos y los enfados son mala cosa es algo obvio y que llevarlos a la cama tampoco es una buena idea también, pero por qué. "Hay que contar con buenos hábitos e higiene del sueño. Apartar el estrés e ir preparando el momento de la cama, acostumbrando al cuerpo a ellos", incide.
"Tenemos que estar relajados y tranquilos y, por ejemplo, algo que mucha gente hace mal es repasar agenda de tareas pendientes. Eso es un error, porque produce activación y ansiedad, acarreando despertares o la aparición de sueños relacionados con el trabajo", advierte.
"Es conveniente tener rutinas que adapten al cuerpo para el momento de dormir. Por ejemplo ducharse, ponerse el pijama y leer un poco. Con esto condicionas al organismo, que se va preparando para la hora de dormir", aclara.
5. Después de hacer deporte
Quizá te haya dejado baldado una sesión de spinning, un poco de running o salir con la bici y tengas ganas de ducharte y acostar, pero tampoco es una buena idea. "Hacer un poco de deporte pautado siempre es saludable, pero no es conveniente hacer deporte muy cerca de la hora de dormir", explica.
"Al menos necesitamos dos o tres horas para que el cuerpo vuelva a un ritmo normal. Hay que tener en cuenta que con el deporte el cuerpo se activa, se aceleran las pulsaciones, la respiración, y hasta que no retomemos una actividad basal no recuperaremos ese estado que necesitamos para dormir", apostilla.
Del mismo modo que no es conveniente irse excesivamente cansado a la cama. "Podrías necesitar más horas de sueño [aunque hay unas horas mínimas que deberíamos cumplir], pero por la agenda o por el despertador no recuperas tanto sueño como debieras y te levantas con esa sensación de no haber descansado", incide.
Para completar los buenos hábitos, el doctor Guillén-Riquelme deja varios tips para que nuestro sueño sea más amable:
- Alejarse del móvil: "no solo por la activación que produce, sino por la segregación de melatonina que propicia la luz azul, que cuando es muy alta el cuerpo interpreta que es hora de despertarse".
- Cuidar la alimentación: "es valido para todo hábito, pero una dieta correcta nos ayudará a dormir mejor".
- Un buen ambiente: "no tener ruidos externos, conservar una temperatura estable y agradable en la habitación y generar esa rutina de irnos a la cama, como charlar tranquilamente, leer o un poco de meditación nos vendrá bien".
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