Todo el mundo conoce a las migrañas. Por activa o por pasiva: bien porque alguna vez las ha sufrido o bien porque conoce a alguien que es propenso a padecerlas. Las migrañas son un tipo recurrente de dolor de cabeza que causan una molestia moderada o intensa, así como pulsante o vibrante. A menudo, este particular malestar se siente a un lado de la cabeza y puede presentar varios síntomas, como náuseas, debilidad o la sensibilidad ante la luz y el sonido.
Todas las investigaciones apuntan hacia la misma dirección: los científicos y médicos piensan que las migrañas tienen una causa genética, aunque también hay una serie de factores que pueden desencadenar en esta dolencia. Entre estos destacan: estrés, ansiedad, cambios hormonales en las mujeres, ruidos y olores fuertes, medicamentos, demasiada o poca cantidad de sueño, cambios repentinos en el clima, el tabaco, la cafeína, etc.
Además, algunas personas también han descubierto que ciertos alimentos o ingredientes pueden desencadenar estos fuertes dolores de cabeza, especialmente cuando se combinan con otros desencadenantes. Algunos de estos ejemplos son el alcohol, el chocolate, quesos maduros, ciertas frutas y nueces, productos fermentados o encurtidos o diferentes levaduras, entre otros.
Concretamente, en España se calcula la presencia de 4,5 millones de personas afectadas directamente por esta patología. Pero la disparidad que puede presentar en una persona u otra hace que su estudio sea a la par complicado e inexplicable muchas veces. Pese a ello, un estudio reciente publicado en la revista Neurology proporciona nuevas pistas para saber detectar y prevenir un ataque de migrañas, así como la manera para lograr minimizar su efecto.
¿Es posible predecir ataques de migraña? Las razones que proporciona un estudio
El trabajo, llevado a cabo por la Academia Americana de Neurología, concluye que encontró dos motivos que se pueden vincular a un mayor riesgo de sufrir migraña a la mañana siguiente: la mala calidad del sueño percibida y una calidad de sueño inferior a la habitual la noche anterior. Asimismo, un nivel de energía más bajo de lo normal durante el día de antes también se asoció con ello.
En el estudio participaron 477 personas de entre 7 y 84 años y, a través de una aplicación en el móvil, se les pidió que calificaran su estado de ánimo, energía, estrés y dolores de cabeza cuatro veces al día durante dos semanas. También calificaron la calidad de su sueño una vez al día y usaron monitores de actividad física. Además, casi la mitad de los participantes tenía antecedentes de migraña y el 59% tuvo al menos un dolor de cabeza matutino durante exámenes.
Según las conclusiones del estudio, las personas con una peor percepción de la calidad del sueño tenían, en promedio, un 22% más de posibilidades de sufrir migrañas al día siguiente. El principal factor estudiado para su causa fue una disminución en la calidad habitual del sueño autoinformada, que también se asoció con un aumento del 18% de padecer estos dolores. Asimismo, una disminución en este nivel se asoció con un 16% más de posibilidades, mientras que mayores niveles de promedio de estrés y energía sustancialmente más alta de lo habitual se asociaron con un 17% más para sufrirlas por la tarde o la noche de ese mismo día.
Estos tres factores concretos no condujeron, no obstante, un mayor riesgo de migraña por la tarde de ese mismo día ni por la noche. En esta ecuación entraron en juego mayores niveles de estrés o tener una energía superior al promedio del día anterior. Con todo ello, a través de este estudio se demuestra la importancia de monitorear los cambios en el sueño como un predictor de ataques fuertes de migrañas. Por otra parte, los estados emocionales y de comportamiento en tiempo real pueden también proporcionar información valiosa que puede ayudar a saber controlar los dolores.
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