La felicidad, o al menos su sensación, se genera en nuestro interior y no siempre depende de lo que nos ocurre o de las situaciones ajenas que nos afectan. Porque, a fin y al cabo, es un estado anímico personal que se modifica con cada percepción que tenemos de nosotros mismos, de cómo sentimos que los demás nos tratan o nos perciben o de los objetivos que conseguimos en nuestra vida.
La mayoría asegura que para llegar a este estado de grata satisfacción hay tres pilares que se consideran necesarios: salud, dinero y amor. Pero para conseguir este combo necesitamos tener un trabajo, llevar una vida lo más saludable posible y cuidar de la gente que nos rodea (sean o no nuestros compañeros de vida). No obstante, muchas veces no somos capaces de hacer frente al día a día y nos sentimos desbordados. Además, si una de estas tres cosas imprescindibles, las otras dos tienden a desmoronarse.
Pero finalmente, entre madrugar, ir a la oficina, pensar en el dinero, el cuidado de los hijos y el resto de responsabilidades y quehaceres diarios, la vida puede entrar en una espiral rutinaria que puede acabar con nuestra moral y desmotivarnos por completo afectando a nuestro trabajo, pareja y estado mental y físico. En síntesis, puede hacernos infelices.
Existen algunos consejos o hábitos que pueden ayudarte a mantener viva la llama de la de la felicidad y que así puedas aprender a que haya en ti un estado de autoestima suficiente para resistir los envites diarios de la rutina. Pon atención.
Reconoce lo que funciona
Cuando no estamos cómodos con algo es muy tentador centrarse en lo malo y en lo negativo: lo poco que se gana en el trabajo y lo estúpido que es tu jefe, lo pequeña que es la casa en la que vives, lo ruidosos que son los vecinos, lo fría que está últimamente la relación. Aunque sea más sencillo caer en lo destructivo, es evidente que esta no es la mejor manera para sentirse más feliz y aliviado.
Para evitar entrar en ese círculo vicioso, puedes dedicar todas las noches a pensar unos minutos en cosas buenas que te han pasado, incluso, apuntarlas en una hoja para tenerlas en cuenta. No hace falta que todas sean de un nivel superlativo, no todos los días te va a tocar la primitiva. Tan solo es necesario que te generen una sensación de bienestar, como escuchar la risa de un ser querido, comer tu comida preferida o disfrutar de una serie que estabas deseando ver. Todo es aprender a disfrutar de las pequeñas cosas, de las que van a suceder a corto plazo y no poner todas las expectativas en las demás
Sonríe y ten buen humor
El sentido del humor tiene un fuerte valor terapéutico, pero el mero hecho de sonreír es un hábito que te ayudará a enfocar las situaciones desde un lado mucho más positivo. Al tiempo que desdramatiza las situaciones difíciles y a potenciar los buenos momentos, tener buen carácter conduce a pensar de forma racional, proporciona sentimientos positivos de alegría, así como nuevas herramientas para afrontar los problemas.
Por tanto, reírse refuerza las emociones positivas y contrarresta las negativas. Puede parecer exagerado que el simple hecho de cambiar la expresión facial modifique tanto y tan rápido el estado de ánimo, pero así lo concluyen muchas investigaciones. Quien lo hace a lo largo del día, aunque no sea muy natural, suele tener una actitud ante la vida mucho más alegre y optimista que los que son más serios o tristes.
Olvida las cosas malas
Puede que de vez en cuando el tema de conversación más fácil sea hablar sobre los defectos de los demás, cosas que te han hecho, criticar, recordar ofensas del pasado y quedarse solo con lo negativo. Intenta olvidar todo lo malo o al menos no le des tanta importancia para que tus pensamientos sean más sanos y alimentes de forma más nutritiva tus charlas.
Para conseguir la felicidad muchos consideran que hay tres pilares necesarios: salud, dinero y amor
Cuando entras una espiral de malos recuerdos estás generando un vínculo o reforzándolo con la persona con la que hablas. Sin embargo, como ocurre con las calorías, estas ideas negativas se quedan en tu mente como un peso del que luego cuesta desprenderse, porque las ideas y los pensamientos que te disgustan se quedan rondando aunque no quieras avivarlos. Olvida, perdona, digiere y pasa página: disfruta de las cosas buenas para ser feliz.
Pasa tiempo con tus seres queridos
Las relaciones sociales son uno de los pilares básicos de nuestra vida y su contribución al bienestar personal es irrebatible. La mayoría de estudios sobre esta cuestión han demostrado que cuanto mayor sea el círculo de amistades de una persona más feliz será. Pero no solo eso, sino que también tendrá una mejor salud y vivirá más años. La familia y los seres queridos son una fuente constante de cariño y apoyo mutuo, lo que permite aumentar la autoestima y reforzar la confianza en uno mismo. Además, el sentimiento de pertenencia grupal también hace que seamos más seguros y decididos.
Aprovecha también para ser claro con ellos a través de la empatía y la comprensión. Trabaja esta habilidad que consiste en saber expresar opiniones, creencias o sentimientos de forma directa, sean agradables o no para el otro. No solo se trata de decir que no, sino también de saber pedir ayuda o expresar un sentimiento. Para que funcione y se instale como base en la familia o en tu grupo de amigos, la asertividad, que no está reñida con la protección, se debe dar de manera completa. No sólo debemos ser claros, sino dejarnos de sentir culpables por ello. Enmascarar una realidad puede traer más problemas a medio y largo plazo y eso afectar a tu objetivo vital.
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