La Navidad es una época para celebrar, estar con la familia y disfrutar de tiempo libre con los que más quieres. Pero también es época de comidas, fiestas y atracones que hacen que tras las navidades nos sintamos hinchados y con el estómago ‘del revés’. Sabemos que no es fácil controlarse ante una mesa llena de embutidos, mariscos, asados, turrones y polvorones, pero si quieres seguir sintiéndote en forma cuando llegue el 1 de enero, sigue nuestros consejos.
Cuando hablamos de atracones navideños, lo primero que nos viene a la cabeza es una indigestión después de haber comido y bebido demasiado y en muy poco espacio de tiempo. Esos trastornos digestivos pueden ser realmente molestos y perjudiciales para la salud debido a un aumento en las secreciones gástricas que pueden provocarnos malestar, vómitos, diarreas y ardores incómodos y que nos pueden impedir llevar una vida rutinaria.
Durante las fiestas, muchas veces nos olvidamos de la alimentación saludable que seguimos el resto del año. Podemos cuidar nuestra salud durante 11 meses al año pero si en diciembre cometemos excesos durante esas dos semanas de celebraciones, podemos estropearlo todo por unas cuantas horas de ‘placer’ gastronómico.
Los alimentos más perjudiciales
Los ingredientes que más pueden hacer que nos sintamos pesados y con malestar estomacal son alimentos ricos en grasas (carnes, mantecados…), en azúcares (de los dulces navideños al alcohol o los refrescos) y en ácido úrico (el exquisito marisco). Estos generan un sobreesfuerzo en el aparato digestivo con consecuencias muy molestas como abdomen hinchado, flatulencias o acidez.
Para hacernos una idea de lo que suponen las fiestas en nuestro organismo, una única comida navideña aporta unas 2.000 kilocalorías, lo que equivaldría a un día completo (con sus cinco comidas diarias recomendadas) en nuestra dieta habitual. Según un estudio de NC Salud, en estas fiestas engordaremos de media entre tres y cinco kilos.
Para no terminar hinchado en Navidad
No vamos a decir que no comas todos esos manjares que todos amamos en Navidad, pero si sigues estos pequeños trucos podrás evitar esas sensaciones tan desagradables.
Come con mesura. Hay muchas fiestas a la vista. Cena de Nochebuena, comida de Navidad, otra vez en Nochevieja y Año Nuevo, comida de Reyes y las habituales cañas con los amigos o alguna que otra cena con tu pandilla o con tus compañeros de trabajo. En apenas dos semanas se concentran más comidas y cenas que seguramente en todo el año. Así que contrólate. Trata de comer de una manera comedida, sin llegar a quedarte lleno y dejando siempre que tu estómago te diga cuando es el momento de para de comer o beber.
Puedes probar a no tomar el aperitivo y pasar directamente a los platos principales, o probar un poquito de cada plato y no un plato entero. Además evita el pan y, sobre todo, bebe despacio el vino (una o dos copas al máximo) durante la comida. Bebe agua durante las comidas para saciarte antes.
Trata de comer despacio. Este es un buen consejo para seguir durante todo el año, pero más en estos días. Las comidas y las cenas suelen alargarse más de la cuenta, las sobremesas son interminables, por lo que intenta comer despacio, no pegarte el atracón con los aperitivos y luego seguir comiendo hasta el café con los turrones. Si no tienes más hambre, no fuerces a tu estómago por muy rico que esté el siguiente plato. Charla con tus familiares y amigos, escúchalos y así no estarás solo ‘centrado’ en lo que tienes que llevarte a la boca.
Elabora algunos platos más ligeros. A la hora de preparar el menú navideño, no sólo puedes contar con los tradicionales asados, sino que puedes pensar en platos algo más ligeros y que te aporten menos valor calórico y más vitaminas, Omega 3 y minerales buenos para tu ritmo diario. Para los entrantes, evita hojaldres y apuesta por el jamón y el lomo ibéricos (mejor que el salchichón o el chorizo) acompañado con unos bastoncitos de pan integral. En lugar de patés, puedes poner un hummus de garbanzos y crudités de verduras para mojar en él.
Para los principales, por ejemplo, un pollo de corral o el pavo, que son carnes blancas, son ideales para la cena de Nochebuena en lugar del tradicional cochinillo asado. También puedes optar por un pescado azul preparado al horno con verduras, mucho más saludable pero igualmente delicioso. Si te gusta el marisco y es un ‘básico’ en tu mesa navideña, las almejas, los langostinos, las gambas y los berberechos son los que menos calorías tienen. No les añadas mayonesa, mejor una vinagreta. Puedes tomarlos frescos o a la plancha evitando las salsas que nos harán ‘pringar’ más pan.
Los turrones de siempre. Hay una gran variedad de turrones en el mercado y cada año sacan nuevas opciones, pero al final, los de toda la vida son los más ‘saludables’. Es mejor apostar por el turrón blando y el duro, ya que están hechos a base de almendras y, aunque también tienen un alto contenido en azúcar, resultan más sanos que los que llevan chocolate, galletas u otros derivados como el praliné.
No te saltes ninguna comida. Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Sigue con tu rutina de alimentación y haz las cinco comidas diarias que recomiendan los nutricionistas. Así no llegarás a la comida o a la cena navideña muriendo de hambre y solo comerás lo que realmente te apetezca. Otro pequeño truco para ‘controlar’ lo que ingieres es ponerte en tu plato lo que quieras comer y no picar del centro de la mesa.
No dejes el deporte. Una vida saludable tiene que llevar consigo una alimentación equilibrada y la realización de ejercicio de manera habitual. No te olvides de esto tampoco durante las fiestas navideñas. No hay excusa para no sacar una hora al día tres o cuatro veces por semana para hacer algo de ejercicio. Eliminarás toxinas, estarás de mejor humor y luego no te costará ‘la vida’ retomar tu ritmo habitual tras la Navidad. Puedes incluso dar un paseo después de alguna de las comidas y así digerir mejor lo que hayas ingerido.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación