La alimentación intuitiva es una corriente alimenticia que surge en Estados Unidos en 1995 como oposición a las dietas restrictivas que acaban fomentando el fenómeno de rebote, el efecto yo-yo, esas que al prohibir ciertos alimentos que están muy ricos, generan frustración y al final inducen a una ingesta aumentada y compulsiva de todo lo que se ha prohibido, recuperando el peso perdido y más.
“Como reacción a ese efecto a largo plazo de las dietas que son más restrictivas surge esta alimentación intuitiva que recomienda olvidarse de ese tipo de dietas, disfrutar de cualquier comida, no pensar qué es bueno o malo, quitar la sensación de culpa y centrarse en las señales del cuerpo hambre-saciedad para conseguir más salud, no tanto para adelgazar como para el mantenimiento de la salud”, nos explica la doctora María José Crispín, médica nutricionista de Clínica Menorca.
La alimentación intuitiva permite reconectar con nuestro cuerpo para tomar decisiones basadas en el autocuidado. Al integrar las recomendaciones externas con las experiencias y señales internas, este enfoque puede ser una excelente alternativa para las personas que buscan una salud integral, no tanto para las que intentan adelgazar, para lo que habría que consultar siempre con un profesional.
Principios de la alimentación intuitiva
1. Evitar dietas restrictivas para disminuir peso rápidamente. Porque suelen asociar efecto rebote o yo-yo.
2. Escuchar la sensación de hambre. Confiar en el cuerpo, porque el cuerpo de manera fisiológica sabe cuándo comer, cuánto comer, qué comer.
3. Escuchar la sensación de saciedad. El cuerpo sabe cuándo parar de comer, si lo escuchamos sabremos hacerlo.
4. Darnos permiso para comer de todo, incluido lo ‘malo’, lo insano, obviamente de vez en cuando, para así mejorar la relación con la comida, tener una relación más positiva para no generar ansiedad y frustración.
5. Eliminar la sensación de culpa al comer alimentos ‘malos’ o ‘insanos’ porque esa culpa no nos vale para nada y no nos va a ayudar a mejorar nuestra salud.
6. Disfrutar de la comida. Si la comida es satisfactoria vamos a tener más saciedad y más control sobre ella, nos vamos a impedir comer ‘a lo loco’.
7. No manejar las emociones negativas con comida, la ansiedad, la depresión, el aburrimiento, ya que la comida no soluciona los problemas y, generalmente, si comemos de más, luego es peor a largo plazo.
8. Valorar el cuerpo y sentirse a gusto con él.
9. Priorizar la comida sana y la salud, física (nutrición) y mental (felicidad). Estar contentos, ser felices.
10. Realizar actividad física, no centrarse tanto en las calorías quemadas como en la sensación de bienestar.
Pros y contras de la alimentación intuitiva
“Hay estudios que relacionan la alimentación intuitiva con disminución de los trastornos compulsivos de la alimentación, con mejor índice de masa corporal y con mantenimiento del peso a largo plazo. También con más salud emocional”, nos dice la doctora Crispín. En contra, hay estudios que dicen que lo que no está demostrado es que disminuya el peso.
Por otra parte, la teoría es muy fácil, pero la práctica es muy difícil. "Por ejemplo, en la obesidad normalmente hay años de malcomer y esto no se puede arreglar de repente con la alimentación intuitiva”, añade.
Además, “el azúcar y los ultra procesados son alimentos que van al centro del placer, no al del hambre y la saciedad, enganchan, por lo que no es tan fácil librarse de ellos con la alimentación intuitiva. La falta de tiempo nos lleva muchas veces a comer mal y comida no precisamente saludable. La alimentación intuitiva a veces es difícil porque manejar el hambre emocional cuesta, sobre todo cuando tenemos comidas baratas y apetecibles al alcance de nuestra mano. Y finalmente por la vida social actual, hay muchos momentos de comer y beber insano que no facilitan nada que se coma saludable y se escuche al cuerpo”, nos dice la doctora de Clínica Menorca.
¿Este tipo de alimentación intuitiva es válida para todo el mundo? “En teoría sí. Pero en la práctica puede que no sea suficiente. Por ejemplo, en los trastornos compulsivos de la alimentación, en la obesidad, en las patologías psicológicas, pueden requerir ayuda profesional tanto de dietistas como de psicólogos para poder conseguir mejoras incluso a veces puede requerir de ayuda farmacológica”, explica Crispín.
Llega una época en que muchas personas empiezan a contar calorías para intentar deshacerse de algún kilo de más: ¿puede la alimentación intuitiva ayudar a perder peso? “En teoría, sí. Pero disminuir peso no es el objetivo de la alimentación intuitiva, el objetivo es mejorar la salud física y emocional. Además, perder peso con este tipo de planificación es muy a largo plazo y despacito, lo que es bueno, pero en ciertos casos como comentaba anteriormente, no va a ser suficiente”, concluye.
Alimentación intuitiva vs. alimentación consciente
Las dos corrientes, la alimentación intuitiva y la consciente, comparten ciertos principios, como son evitar dietas restrictivas y alimentos prohibidos, comer por hambre y parar por saciedad, disfrutar de la comida y no comer por hambre emocional. “Pero, en la alimentación consciente hay la idea de centrarse en estar pendiente de las sensaciones al comer, centrarse en cosas como comer más despacio, comer sin distracciones externas, móvil, televisión, música, estar más pendiente del sabor de la comida, la textura, el olor, la presentación, y las emociones del cuerpo, hambre-saciedad, hambre emocional”, explica la experta.
Actualmente nuestra alimentación está muy ligada a las emociones, ¿cómo se puede romper con eso? “Es muy difícil, cuando alguien tiene realmente hambre emocional, manejarlo. Lo mejor es ser realistas, conocer cuál es la solución y no pensar que hay una solución fácil. Si estamos pasando un mal momento, no puedes buscar ayuda alrededor, porque a todos les va a parecer ‘normal’ que comas ‘por tu problema’, lo mejor es buscar ayuda profesional en un dietista o psicólogo. Depende de la situación de cada uno. Yo lo veo en mi consulta, y necesito tiempo, porque no podemos conducir a una situación que lleve a mucho sufrimiento”, concluye.
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