Aunque forma parte del proceso vital, son muchos los que temen envejecer, principalmente por los achaques asociados a la edad. A medida que cumplimos años, tienden a aparecer enfermedades que, aunque comunes, pueden ser evitables. Así lo aseguran los expertos que insisten en que el paso del tiempo no significa tener una peor salud y forma física. Eso sí, para ello es importante cuidarse.
Como decíamos, se puede disfrutar de una buena calidad de vida a pesar del paso de los años. Para ello, es necesario atender a los tres pilares fundamentales de una vida sana: la práctica de ejercicio de manera habitual, una correcta higiene del sueño y una alimentación saludable. Y si hablamos de una buena dieta, tenemos que tener en cuenta que, llegados a una edad, las necesidades de nuestro organismo cambian.
Tal y como señalan los expertos, a partir de los 60 años los cambios en nuestro cuerpo son más evidentes. Y no solo a nivel físico, el funcionamiento de nuestro organismo también es diferente y requiere de unos nutrientes esenciales concretos para afrontar el envejecimiento biológico y hacer frente a las enfermedades.
Las vitaminas que necesitas a partir de los 60 años y los alimentos que las aportan
Al igual que durante la infancia nuestro organismo tiene unas necesidades concretas, a partir de cierta edad, también hay que adaptarse a las necesidades. Por ello, debemos modificar nuestra alimentación, clave para tener una vida saludable, tal y como afirma la Organización Mundial de la Salud.
Una dieta cuidada en la que, además de evitar los alimentos ricos en socio, grasas y azúcares, incluya otros ricos en nutrientes necesarios, como el calcio, la fibra o el Omega-3, y en las vitaminas como estas que no pueden faltar:
-Vitamina B12: tal y como apuntan desde Quirónsalud, esta es “una vitamina hidrosoluble esencial que ayuda a mantener sanas las neuronas para el correcto funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, así como para la formación de glóbulos rojos de la sangre y de diversas proteínas fundamentales para el organismo”.
El nivel de esta vitamina desciende con la edad, por lo que es importante controlar los alimentos que la aportan. Entre los ingredientes que no pueden faltar se encuentra las ostras, las sardinas, el conejo, la leche, los huevos.
-Vitamina B9: más conocida como ácido fólico, esta vitamina es importante en la formación de los glóbulos rojos y para el crecimiento y función saludable de las células. Es un nutriente clave durante el embarazo, para la formación del bebé y reducir el riesgo de defectos de nacimiento del cerebro y la espina dorsal, y en la época adulta ayuda al desarrollo de nuevas células ayudando a reducir los signos del envejecimiento.
Los alimentos que aportan vitamina B9 son la soja; pipas de girasol; legumbres, frutos secos como cacahuetes, almendras y avellanas y verduras como las acelgas, espinacas y repollo.
-Vitamina C: también llamada ácido ascórbico, esta vitamina actúa como antioxidante que protege las células contra los efectos de los radicales libres que producen el envejecimiento prematuro. Además, la vitamina C mejora el sistema inmunológico manteniéndolo fuerte y reduciendo las posibilidades de enfermar.
Entre los alimentos con mayor aporte de esta vitamina encontramos el brócoli, los pimientos, el kiwi, la papaya y las fresas.
-Vitamina K: aunque poco conocido, este nutriente ayuda a mantener los huesos fuertes, el corazón sano la mente ágil. Además, es fundamental para la coagulación y circulación de la sangre, y por lo tanto para detener los sangrados.
Puedes encontrar vitamina K en diferentes alimentos como en hortalizas de hoja verde, como la col, la espinaca, las acelgas o la lechuga romana; en frutas como los higos o los arándanos; y en los garbanzos.
-Vitamina D: convertida en una de las más populares, la vitamina D ayuda al cuerpo a absorber el calcio, por lo que es fundamental para mantener sanos los huesos. Además, también estimula el sistema inmunitario y tiene propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras. Según los estudios, la vitamina D interviene en la síntesis de la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, y de la dopamina, por lo que unos bajos niveles de este nutriente podrían estar asociado con algunos casos de depresión.
Aunque son pocos los alimentos que contienen vitamina D, entre las mejores fuentes encontramos pescados grasos, como el salmón, el atún o la trucha. En menor cantidad, también está presente en la yema del huego, los hongos, las nueces y el aceite de hígado de bacalao.
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