La dieta mediterránea es una de las más famosas del mundo y se caracteriza por ser además una de las más saludables y equilibradas. Esta dieta es uno de los principales patrones dietéticos de referencia para mantener una adecuada salud cardiovascular. Desde hace un tiempo se habla además de la dieta mediterránea vegana y hemos querido conocer cuáles son los pilares y beneficios de este tipo de alimentación.
Según nos explica Miguel López Moreno, investigador en el área de nutrición especializado en evaluar patrones de dieta saludables y sostenibles de la Universidad Francisco de Vitoria, “todas las líneas de evidencia científica actual indican que sustituir el consumo de proteína animal, principalmente carne roja y procesada, por proteína vegetal, dígase legumbres, induce innumerables beneficios sobre la salud cardiovascular”.
Por tanto, “siguiendo esta premisa podríamos hipotetizar que aumentar la proporción de vegetales integrales dentro de un patrón de dieta mediterránea podría inducir beneficios adicionales sobre nuestra salud cardiovascular. Esta es la pregunta de investigación que hemos intentado resolver a través del estudio denominado OMNIVEG”.
Según el citado estudio, “en el contexto de una dieta mediterránea, sustituir parte de la proteína animal por proteína vegetal, especialmente a base de legumbres, puede aportar beneficios adicionales a los ya conocidos de este patrón alimenticio. Incluir más legumbres en la dieta no solo mantiene las ventajas de la dieta mediterránea, sino que también puede potenciar sus efectos positivos, ayudando aún más a mejorar la salud cardiovascular en sujetos sanos.
Dieta mediterránea vegana: cómo hacerla
Como cualquier cambio en un patrón dietético conviene realizar modificaciones de forma progresiva en función de la capacidad de llevarlas a cabo, de tal manera que se favorezca su adherencia y duración en el tiempo. Como cualquier cambio dietético puede resultar conveniente consultar con el profesional sanitario especializado en nutrición, en este caso el dietista-nutricionista, que nos asesore sobre la idoneidad de seguir este patrón dietético de acuerdo a posibles características específicas de cada persona.
“En términos generales, se podría optar por desplazar de forma progresiva el consumo de alimentos ricos en proteína animal como el pescado, carne o lácteos por fuentes de proteína vegetal como legumbres o frutos secos”, nos explica el experto.
Para algunas personas un consumo de legumbres diario puede parecer excesivo, “pero no debemos olvidar que en la sociedad actual el consumo de carne se realiza en muchos casos de forma diaria –con el fiambre de pavo o el jamón serrano del desayuno y distintos elaboraciones con carne en el almuerzo/cena–, sin que lo concibamos como un consumo excesivo. Por otro lado, recordar que las actuales recomendaciones dietéticas saludables y sostenibles realizadas por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) establecen un consumo de legumbres de 4 a 7 raciones a la semana de legumbres”, añade.
Diferencias con la dieta vegana
Según explica López Moreno, “en este patrón dietético de dieta mediterránea vegana se tiene en cuenta el arraigo cultural asociado al estilo de vida propio de los países del mediterráneo. De esta forma se hace especial hincapié en el consumo de alimentos propios de dicho patrón mediterránea como el aceite de oliva virgen extra o de legumbres. Del mismo se prioriza el consumo de vegetales de temporada en este contexto geográfico, con los beneficios adheridos sobre las propiedades sensoriales y el medioambiente”.
Beneficios e inconvenientes
“En nuestro estudio constatamos que tras seguir una dieta mediterránea basada exclusivamente en alimentos de origen vegetal durante tan solo cuatro semanas observamos una reducción del colesterol plasmático, el colesterol LDL (el conocido como "colesterol malo"), la presión arterial y ratio linfocitos-neutrófilos -empleado como marcador de inflamación crónica de bajo grado- comparado a seguir una dieta mediterránea. Estos resultados no son baladí ya que estamos comparándolo con una dieta mediterránea, patrón de referencia para la salud cardiovascular. En otras palabras, los beneficios observados se suman a los que ya se saben que aporta la dieta mediterránea”, nos explica el investigador.
¿Hay algún inconveniente? “En nuestro estudio, considerando la duración de la intervención y población de estudio no se evidenciaron efectos adversos constatables. Para responder a esta pregunta se requieren de estudios que evalúen este patrón dietético a largo plazo. Del mismo modo, recalcar que al excluir el consumo de carne roja se requiere la suplementación con vitamina B12”, aconseja el experto.
¿Es para todo el mundo?
El estudio duró un total de ocho semanas contabilizando el tiempo que llevaron ambas dietas. “A pesar que la duración del estudio puede parecer corta, es importante destacar que, aunque un período más largo podría ayudar a detectar diferencias entre grupos, la validez de los resultados no se ve comprometida si se encuentran diferencias significativas en el tiempo disponible. Y esto fue lo que ocurrió en nuestro estudio, con tan solo cuatro semanas de dieta mediterránea basada exclusivamente en alimentos de origen vegetal obtuvimos beneficios constatables sobre la salud cardiovascular”, nos explica.
“Como investigadores y profesionales de la salud buscamos dilucidar aquellas estrategias de estilo de vida que permitan aumentar la esperanza de vida y la calidad de la misma. Así, estos patrones dietéticos óptimos, en este caso una dieta mediterránea basada en alimentos de origen vegetal, en términos de salud pública deben ser los pilares bajos los cuales se sustente cualquier recomendación dietética. El hecho de quitar o no la proteína animal es una decisión individual, ahora bien, nuestro deber como profesional sanitario es transmitir mensajes sobre salud basados en la evidencia científica”, concluye.
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