La nutrición es clave para tener una salud de hierro y sentirnos bien por dentro y por fuera. Seguir tendencias que aparecen en las redes sociales, dietas milagro que se ponen de moda o consejos sobre alimentación que provienen de fuentes poco ‘científicas’ puede suponer un enorme riesgo para nuestro organismo.
Viviendo en una era en la que internet es la principal fuente de información para muchos consumidores a nivel mundial, sobre todo entre las generaciones más jóvenes, la población se expone más que nunca a la difusión de noticias con contenidos falsos. Según datos de Statista, el porcentaje de población que consumió noticias falsas en el mundo en 2022 fue del 71 por ciento y el porcentaje de personas que se preocuparon sobre el uso de la información falsa como arma en el mundo llegó al 76 por ciento, siendo las redes sociales el medio de comunicación menos confiable a nivel mundial.
Aunque el 64 por ciento de los ciudadanos de la Unión Europea se sienten muy o bastante seguros sobre su capacidad de reconocer la desinformación, las 'fake news' aumentaron más del doble tras el confinamiento de 2020, y, desde entonces, su presencia no ha parado de crecer. Las encontramos en múltiples sectores, siendo especialmente nocivas en ámbitos como el de la salud, la cosmética, la nutrición y el autocuidado.
Adiós a los bulos sobre nutrición
La experta Mar Santamaría, responsable de Atención Farmacéutica de PromoFarma by DocMorris, nos ayuda a resolver algunas cuestiones que podemos plantearnos y que son un buen ejercicio crítico para evitar las fake news en internet y en las redes sociales:
1.¿Debo dar por bueno todo lo que leo? No, ni mucho menos y menos si hablamos de modas sobre nutrición o relacionadas con tu salud. Tómate los contenidos con un cierto escepticismo inicial e intenta entrenar tu visión crítica, pero constructiva. Léetelo un par de veces y haz tus propios análisis. Como veremos, es recomendable contrastar la información antes de darla por cierta.
2. ¿Es una información relevante para mí? Si no te aporta algo interesante o no va contigo, no inviertas tiempo y esfuerzos en rebuscar sobre este contenido. Sé selectivo desde el primer instante, porque tu tiempo es oro. Este punto parece el más sencillo, pero, en realidad, es el que más cuesta.
El sistema de recompensa de las redes sociales y las apps nos engancha a contenidos dinámicos mediante picos de dopamina difíciles de gestionar. ‘Desengancharse’ no es fácil (seguro que conoces el significado de las siglas FOMO o “miedo de perderse algo” en el contexto de las redes), pero piensa en ello, y si para ti es un contenido vacío, no lo dudes y pasa de largo.
3. ¿Puedo identificar la fuente de la información? Este aspecto es crucial a la hora de tener una primera impresión sobre si esta información tiene un mínimo de rigor o te están tomando el pelo. El simple hecho de que no se indique quién emite el mensaje ya nos tiene que transmitir cierta desconfianza. El anonimato no es una buena carta de presentación.
4. ¿Qué grado de credibilidad tiene la fuente o emisor del mensaje? En el caso de que sí que se mencione de dónde o por parte de quién viene dada la información, lo siguiente deberíamos mirar son sus credenciales. Esta reflexión sobre la persona o entidad emisora del mensaje nos puede dar algunas pistas: ¿es un profesional con una trayectoria conocida o que se pueda indagar? ¿Se trata de una empresa? ¿Qué reputación tiene? ¿La web corporativa en cuestión está acreditada y/o tiene contenidos supervisados por expertos?
5. ¿En qué canal lo estoy leyendo o visualizando? Porque no es lo mismo un meme de Instagram que un artículo en una prestigiosa revista. En las redes sociales suelen haber muchos contenidos ‘de impacto y consumo rápido’, que es directamente proporcional a contenidos poco contrastados. En redes, por norma general, la información no la emiten profesionales de la comunicación o del campo sanitario (aunque también estén presentes estos perfiles), y no existe un código deontológico como tal. Por el contrario, en medios de comunicación consolidados, las informaciones suelen (o deberían) revisarse y verificarse con mayor rigor.
6. ¿El titular es alarmante o excesivamente categórico? ¡Atención, información poco contrastada a la vista! En Ciencia, las cosas no son blancas o negras y menos en cuestión de nutrición. Tienen matices de grises. El propio proceso científico es complejo, a veces se contradice, otras se reafirma en la evidencia. La ciencia intenta reducir la incertidumbre ante las hipótesis que se plantea, pero no tiene verdades absolutas. Si ves que la información crea una gran sensación de alarma o se presenta como una revelación incontestable, sal corriendo. No todo vale por un click.
7. ¿La información plantea otras opiniones alternativas? Si el mensaje se emite de manera que deja la puerta abierta a otras pruebas o admite sus propias limitaciones, estamos en el buen camino. Huye de posiciones rígidas e inamovibles, porque son las más peligrosas. La ignorancia o la mala fe pueden ser muy persuasivas y no suelen reconocer los propios errores. Evita seguir modas sobre nutrición que no te aportarán nada positivo.
8. ¿Se dan referencias para contrastar la información? Este aspecto, siempre que esté disponible, es clave. Si se proporcionan enlaces a webs de instituciones de referencia en el ámbito sanitario o alimenticio (ya no digamos, a artículos o publicaciones científicas), podemos mirar el contenido, a priori, con buenos ojos. Y lo más importante: podemos tirar del hilo hacia estas fuentes primarias y obtener información complementaria.
9. ¿Puedo contrastarlo con algún profesional de referencia? Puede ser que se nos informe de datos o estudios, pero no sepamos cómo interpretarlos. Combatir los bulos requiere la implicación de todos. Los profesionales sanitarios siempre estamos en buena disposición para revisar y explicar aquello que genere inquietud. También estamos formados para averiguar lo que no sabemos yendo a buscar las fuentes primarias de información (que son las más fiables). Algunos temas técnicos de salud y alimentación resultan abrumadores, por tanto, puedes acudir a un profesional que te lo ponga más fácil.
10. ¿Necesito recurrir a una herramienta caza-bulos? Existen numerosas iniciativas, como enlaces, apps y recursos creados por profesionales expertos con la finalidad de ‘cazar’ fake news. Por ejemplo, en el ámbito de la nutrición, Nutrimedia es una web muy útil. Otro ejemplo es el programa VacunaCheck del Consejo Oficial de Colegios de Farmacéuticos con el objetivo de desmentir bulos sobre las vacunas.
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