En esta época de sobreconsumismo, pandemia y desinformación hay (pocas) personas que alzan la voz en favor de todos. No ganan nada, incluso pueden perder mucho, pero aún así creen que es su deber contar la única verdad que se nos oculta en pro de intereses económicos y financieros.
Unas de estas personas son el aclamado epidemiólogo Dr. Miguel Ángel Martínez-González y la periodista Marisol Guisasola, quienes acaban de publicar un libro que dará mucho que hablar, titulado '¿Qué comes?' (Ed. Planeta).
En esta obra no sólo se dan las claves sobre una alimentación saludable, sino que además (y es lo más interesante) se aclaran los intereses de la industria alimentaria y farmacéutica con datos esclarecedores.
Un libro combativo que señala cuáles son "las artimañas que utilizan tanto la industria alimentaria como la farmacéutica para mermar nuestra salud". "Hablo claro solo para que se entienda bien y para defender a la sanidad pública y no los intereses comerciales. Pienso que la claridad es totalmente necesaria en este contexto de leyendas urbanas, dudas interesadas y pseudociencias, conflictos de intereses y creencias infundadas. La omisión, la pasividad y la indolencia pueden ser los peores cómplices del daño a la salud pública. Quien calla, otorga. No puedo no hablar", asegura el Dr. Martínez-González, en el prólogo de la obra.
Hablamos con el doctor para saber más acerca del libro y de lo que los poderosos no quieren que sepamos acerca de nuestra salud.
Quién tiene la culpa de que cada vez seamos más obesos
Así como la medicina clínica cura a los individuos enfermos, el objetivo de los epidemiólogos o médicos de salud pública es curar sociedades enfermas. Antes de la pandemia de coronavirus, la combinación de sobrepeso y obesidad ya reducía nuestro producto nacional bruto (PNB) en un 2,9 % anual. Pero a la hora de diseñar estrategias preventivas de salud pública hay que tener muy en cuenta las barreras individuales y sociales que existen.
En España, un estudio publicado en la Revista de Cardiología prevé un aumento del 16%, entre 2016 y 2030, de los casos de adultos con sobrepeso en nuestro país. Esto supondría un sobrecoste sanitario directo del casi 60%, según los expertos.
Pero si se lograse que la mayoría de la población llevase un estilo de vida saludable estos problemas de salud crónicos se reducirían al menos en un 70% u 80% con respecto a lo que ahora ocurre. Esto es posible si se vuelve al patrón alimentario de tipo mediterráneo tradicional, que consiste en una dieta parecida a la de nuestros abuelos (pocas carnes rojas o procesadas, sin hamburguesas, ni salchichas, ni refrescos de cola, ni tantos dulces, galletas, pero con muchas frutas, verduras, legumbres, pescado fresco, aceite de oliva y frutos secos).
Hemos abandonado la dieta mediterránea por la globalización y las grandes multinacionales. Ha sido resultado de la influencia perversa de copiar lo que hacen los norteamericanos sin someterlo a un pensamiento ni juicio
¿Y por qué hemos ido abandonando la "dieta real", la mediterránea? "Se ha debido a la globalización y a las grandes multinacionales. Ha sido resultado de la influencia perversa de copiar lo que hacen los norteamericanos sin someterlo a un pensamiento ni juicio", cuenta a Vozpópuli el Dr. Martínez-González.
"Las grandes cadenas de hamburgueserías y refrescos azucarados han sido muy poderosas, y han querido extender su mercado a todo el mundo. Si nos fijamos, con el paso de los años no sólo han ido ampliando la oferta, sino que han ido aumentando el tamaño de las raciones. Las botellas de soda de la actualidad no tienen nada que ver en tamaño con las de los años 60. Han hecho crecer el mercado y se han extendido a países que no tenían esta cultura, como España. Todo esto ha hecho que se pierda la dieta mediterránea", aclara.
¿Por qué Sanidad no interviene?
Como bien indica el autor, se han producido millones de fallecimientos por la intrusión perversa de los fines comerciales y por los conflictos de intereses de autores de artículos científicos sobre medicamentos y salud.
Son millones las personas perjudicadas o fallecidas a causa del ansia comercial. Unas víctimas que en este libro podrán encontrar luz científica para su día a día y herramientas para forjar su bienestar a base de elecciones que no les hagan daño.
Martínez-González reta al lector a que lea recomendaciones sobre dietas saludables y lleve la cuenta del número de veces que utilizan las palabras "moderar" o "moderación", en vez de hablar con claridad y decir que hay eliminar lo que es perjudicial para la salud. Cuando llega la hora de usar la palabra menos, es decir, explicar lo que hay que reducir, se usará preferentemente un lenguaje críptico, apto solo para iniciados. Nos hablarán de reducir grasas trans y saturadas, de consumir menos carbohidratos de alto índice glucémico, menos azúcares añadidos y menos ultraprocesados, sin decirlos la verdad de frente, como ocurre con el tabaco o con el alcohol.
Es llamativo que para los fármacos hayan puesto tantas barreras y esto no se haya hecho con la alimentación.Hay muchos temas de alimentación donde hay un problema muy grave
¿Por qué, ante esta realidad, Sanidad no interviene y pone cotas a la industria alimentaria? "Deberían pararle los pies ya. Poner impuestos a las bebidas azucaradas, por ejemplo, pero que este dinero no se use para recaudar por recaudar. En realidad parece que haya un interés prioritario en la salud pública. Creo que hay que intervenir de una manera más clara. No se han puesto barreras a las empresas de alimentos, y así estamos", nos cuenta el doctor.
"Es llamativo que para los fármacos hayan puesto tantas barreras y esto no se haya hecho con la alimentación.Hay muchos temas de alimentación donde hay un problema muy grave", asegura Martínez-González, quien ahonda en este tema en la página 130 del libro, donde hace referencia a un estudio llamado Las tácticas de la big soda, en la que se detallan, con nombres y apellidos, los millones de euros que hay detrás de todo esto.
Investigadores y estudios pagados
Si has llegado hasta aquí, leyendo, ahora te preguntarás: ¿y por qué no se nos dice nada? ¿Acaso no hay estudios o investigaciones que prueben todo esto y hagan actuar a las autoridades?
En relación a esto se encuentra la presunta falta de parcialidad de muchos investigadores, que habrían cobrado sumas de dinero impresionantes para decir lo que su pagador quería que dijese. Al respecto, en el libro se hace referencia a un estudio de 2003, publicado en la revista JAMA (Journal of the American Medical Association), sobre la relación entre financiación por parte de la Big Pharma y su impacto en las conclusiones de los artículos.
El estudio constató que una cuarta parte de los investigadores estaban financiados por la industria farmacéutica, y aproximadamente dos tercios de las instituciones académicas tenían participación en las corporaciones farmacéuticas que financiaban las investigaciones. Se demostró una asociación significativa entre la financiación de las investigaciones por parte de ciertas farmacéuticas y las conclusiones a favor de dichas industrias.
Hay y ha habido algunos científicos que se han rendido a las ganancias comerciales de las empresas y están diciendo mentiras por puro interés comercial
Es decir, la probabilidad de que las conclusiones fuesen favorables a los intereses comerciales de las grandes farmacéuticas se multiplicaba cuando quienes pagaban eran estas corporaciones, en comparación con los estudios de financiación independiente. Se constató que, muchas veces, quienes pagaban exigían a los investigadores que les pasasen a ellos los datos antes de publicarlos.
"Hay y ha habido algunos científicos que se han rendido a las ganancias comerciales de las empresas y están diciendo mentiras por puro interés comercial. Cuando se describa la obesidad de verdad saldrá a la luz que se vendieron a las grandes. Y no son mentiras como tal, sino de agnosia, es decir, generan dudas en el consumidor en vez de dar información veraz", aclara el Dr. Martínez-González, sin cortarse un pelo.
Como vemos, hay mucha tela que cortar respecto a nuestra alimentación y a cómo nos está enfermando, algo que cobra especial relevancia ahora en época de pandemia.
Cabe destacar que los beneficios económicos de este libro van destinados a financiar investigaciones de salud pública y nutrición.
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