Los ojos secos pueden provocar síntomas muy molestos. En ocasiones hacen que tengamos visión borrosa, que nos moleste la luz más de lo habitual e incluso que sintamos ardor o enrojecimiento en nuestros ojos. Este problema afecta a unos cinco millones de personas en España y de los afectados, un 34 por ciento recibe tratamiento para ponerle solución. En todo el mundo, el número de personas que padecen ojo seco asciende a 344 millones y más de la mitad no han sido diagnosticados.
El síndrome del ojo seco se caracteriza por la falta de humedad en el globo ocular a causa de alteraciones en las glándulas de meibomio, donde se producen los lípidos que contienen las lágrimas. Así se producen deficiencias en la calidad, producción o mantenimiento de las lágrimas. La incidencia del síndrome se acrecienta en otoño debido a que en esta época abundan las alergias ambientales y los entornos secos por el frío y el viento. Además, tras la vuelta a la rutina hemos vuelto a fijar la vista en las pantallas.
Según nos explica Juan Desmonts, fundador y farmacéutico de Dosfarma, “el síndrome del ojo seco es una patología ocular que se complica en los meses de otoño, debido a que el ambiente es más seco por el frío y el viento. Además no podemos olvidar que acabamos de retomar la rutina y por ende pasamos muchas horas frente a las pantallas. Es importante destacar que es una patología crónica y es clave que las personas que lo padezcan acudan a revisiones periódicas con su oftalmólogo y sigan el tratamiento pautado por el mismo”.
Síntomas de los ojos secos
Como ya hemos destacado, los síntomas más comunes entre las personas que padecen ojo seco son: picor o escozor, lagrimeo, ojo enrojecido, visión borrosa y fotofobia. Los ojos secos se acentúan a partir del mediodía, ya que de forma fisiológica el ojo produce menos lágrima, además de que llevamos más tiempo despiertos y expuestos a posibles desencadenantes. Pero estos síntomas no son los únicos, pues se suman ulceraciones en la córnea, infecciones recurrentes y pérdida de agudeza visual en los estadios más avanzados.
Así, ante la persistencia de los síntomas en el tiempo, se recomienda acudir al oftalmólogo para que establezca un diagnóstico y tratamiento específico. En las pruebas diagnósticas, el especialista evaluará la calidad, cantidad y concentración de la lágrima, así como el estado de las glándulas de meibomio, para determinar el grado del síndrome.
¿Por qué se sufre el síndrome de ojo seco?
En este punto, es natural preguntarse qué causa el síndrome del ojo seco y si se puede evitar de alguna forma. Algunos de los condicionantes del ojo seco son inevitables, como es el caso de la edad. Tres de cada cuatro personas mayores de 70 años padecen este síndrome. Tampoco se puede evitar la influencia de los cambios hormonales en la prevalencia del síndrome, los cuáles están detrás del 25 por ciento de los casos de ojo seco. De hecho, la mayoría de personas que lo sufren son mujeres de entre 50 y 60 años que atraviesan la menopausia.
Por otro lado, influye en la prevalencia del síndrome de ojo seco el consumo de fármacos, como los antihistamínicos, ansiolíticos o anticonceptivos, y algunas enfermedades como la fibromialgia, diabetes o la artritis reumatoide. Por último, también es determinante el hecho de haberse sometido a una cirugía ocular o estar en medio de un tratamiento de radio o quimioterapia.
Sin embargo, otros desencadenantes sí que se pueden evitar cambiando de hábitos. Por ejemplo, es el caso del excesivo uso de pantallas durante el día, el cual reseca el ojo y evita que se produzcan lágrimas. Estar durante muchas horas frente a un monitor sin parpadear lo suficiente produce aproximadamente el 10% de los casos de síndrome de ojo seco.
Otro desencadenante que se puede evitar es el uso de lentillas durante más de ocho horas al día. Las lentes de contacto aumentan la posibilidad de presentar sequedad ocular, pues son una barrera física que distorsiona el modo en el que se humedece el ojo, se evaporan las lágrimas o se intercambia el oxígeno. Por lo tanto, cuanto más tiempo las llevemos más riesgo habrá de que se resequen los ojos.
También se puede reducir la exposición a determinados ambientes secos, cargados de humo o con aire acondicionado y calefacción fuerte, ya que estos contribuyen a evaporar la lágrima y, por ende, a la sequedad ocular. Por último, hay que cuidar la dieta diaria y seguir una alimentación rica en ácidos grasos omega 3, pues su déficit merma la calidad de la lágrima y puede desencadenar en este síndrome.
Prevenir los ojos secos
Como ya hemos destacado, el síndrome del ojo seco es una patología crónica, por lo que la única alternativa que tienen las personas que lo padecen es aprender a lidiar con los síntomas. En este sentido, desde Dosfarma han elaborado una serie de recomendaciones para que estos no se recrudezcan y no supongan una limitación en la rutina diaria de los pacientes.
- A la hora de favorecer la calidad de la lágrima, es esencial establecer una correcta higiene palpebral diaria para eliminar el exceso de grasa y de bacterias del borde de los párpados. Para ello, hay que cerrar los ojos y usar toallitas estériles masajeando los párpados con movimientos verticales en dirección hacia las pestañas para facilitar la salida de la grasa y bacterias. Por último, se limpia el borde de los párpados en la raíz de las pestañas.
- Por otro lado, es aconsejable llevar gafas de sol con lentes oscuras en el exterior para reducir el efecto deshidratante del viento y del sol. A su vez, en los interiores se debería evitar ambientes secos, en los que esté el aire acondicionado y calefacción fuerte, y llenos de humo, ya que favorecen a la evaporación de la lágrima. En este sentido, puede ser muy útil el uso de humidificadores en casa para aumentar los niveles de humedad en el aire.
- De igual forma, es importante agendar revisiones periódicas con el oftalmólogo, cada dos o cuatro veces al año, para controlar la evolución de la patología.
- Por otro lado, debemos hacer descansos en el uso de las pantallas. Los americanos hablan de la regla 20/20/20, es decir, cada 20 minutos hacemos un descanso de 20 segundos y dirigimos la mirada a un objeto que se ubique a 20 pies de nosotros, unos seis metros. Así, al alejar o quitar la vista de la pantalla, podremos recuperar la frecuencia de parpadeo y volver a hidratar el ojo. También resulta útil poner la pantalla del ordenador por debajo del nivel de los ojos, pues así el ojo está menos abierto y hay menos evaporación de la lágrima.
Cuando notemos los ojos secos y nos duela la cabeza, puede ser útil cerrar los ojos y moverlos o parpadear de forma repetida. Con estas dos sencillas acciones, se reponen las lágrimas basales y se extienden uniformemente sobre la superficie ocular.
Es importante tener en cuenta que si somos constantes con estos cuidados diarios podemos mejorar significativamente los síntomas del síndrome del ojo seco, pero estos consejos no son infalibles ni pueden sustituir a un tratamiento oftalmológico. Se puede usar un colirio hidratante o lágrimas artificiales para lubricar el ojo.
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