La operación bikini ya está en marcha… como cada verano. En esta época y a medida que se acercan las vacaciones estivales, nos entran las prisas para adelgazar o para perder esos kilitos de más y llegar a la playa o la piscina con un cuerpo 10. Pero las prisas no suelen ser buenas y si hablamos de alimentación y salud, mucho menos aún.
No podemos pretender conseguir unos objetivos en dos meses. Es imposible y además puede poner en un grave riesgo nuestra salud general. Podríamos decir que la operación bikini consiste en aumentar el tiempo que dedicamos al ejercicio físico y dejarnos llevar por cualquier dieta con el fin de perder los kilos que se han ocultado bajo la ropa en invierno. Pero eso puede ser muy perjudicial incluso a corto plazo.
El mayor peligro de correr para hacer lo que no hemos hecho en los 10 meses anteriores, es caer en las conocidas como dietas milagro. Son dietas de adelgazamiento que nos prometen perder peso en muy poco tiempo. La mayoría de estas dietas no están avaladas por nutricionistas y nos llevan a tener carencias alimenticias que pueden perjudicar seriamente a nuestro organismo.
Uno de los efectos de estas dietas es el llamado efecto rebote. Si seguimos una dieta muy baja en calorías (dietas hipocalóricas), no seremos capaces de hacerla durante mucho tiempo, por lo que aunque de primeras perderemos más grasa, también perderemos músculo y agua, por lo que ralentizamos el metabolismo y al volver a comer ‘como antes’, recuperaremos de golpe todo el peso perdido y hasta algún kilo más. Si te pones en manos de un nutricionista, te dirá que no existen los milagros a cambio de nada y que siempre hay que ser paciente y realista.
La otra 'pata' de la operación bikini suele ser hacer deporte por encima de nuestras posibilidades. A algunos les da por salir a hacer running cuando no han corrido en su vida, otros se ‘machacan’ en el gimnasio sin tener ni idea de cómo hacerlo, otros se apuntan a tres clases grupales al día… Todo son locuras que no hay que hacer. Pueden tener consecuencias graves como dolores musculares e incluso lesiones. Lo mejor es contratar a un entrenador personal que nos guíe, nos enseñe la técnica de cada ejercicio y nos recomiende qué tipo de deporte se adapta mejor a nuestra forma física y a lo que queremos conseguir.
Operación bikini… todo el año
Este es el mejor consejo que podemos darte para estar en forma en verano: cuídate durante los 365 días del año. Esto puede parecer muy obvio, pero es la pura realidad. Si durante todo el año llevas una alimentación saludable y equilibrada, evitas el alcohol y el tabaco y no tienes una vida sedentaria y haces algo de ejercicio tres o cuatro días a la semana, conseguirás llegar al ‘momento traje de baño’ en buen estado de forma por dentro (lo más importante) y por fuera.
Cocina (y come) con cabeza
Seguir una dieta estricta puede traernos problemas de salud adicionales y, en muchas ocasiones, suponer más perjuicios que beneficios para nuestro organismo. Lo que deberíamos hacer es, lo primero, cocinar controlando las grasas. Esto lo conseguimos usando apenas dos cucharadas de aceite al día y aprovechando otros métodos de cocción de alimentos (al horno, a la plancha, al vapor… ) que no sean los fritos.
Además, es aconsejable mantener siempre los mismos horarios de las comidas y cenas y hacer cinco ingestas al día (aunque esto depende de cada persona, como explican muchos nutricionistas). Incluye frutas y verduras en tu dieta diaria, controla la cantidad que pones en el plato, evita los productos procesados, las bebidas gaseosas y el alcohol. En las comidas, mastica bien y no tengas prisa antes de tragar cada bocado para tener una mayor sensación de saciedad y durante más tiempo.
Adiós al postre
Sabemos que tomar un helado o un pedazo de tarta después de comer puede ser de lo más atractivo y delicioso, pero aprovecha que empiezan las altas temperaturas para dejar los postres más calóricos a un lado. Apuesta mejor por una refrescante fruta de temporada (fresas, sandía, melón…) y comida a mordisco, que es más saciante. Puedes añadirle un toque más ‘goloso’ con un poquito de canela o chocolate negro. También puedes tomar la fruta en la merienda y en forma de smoothie con bebida vegetal o un yogur desnatado.
Di hola al agua
Es un consejo típico, pero hay que beber entre litro y medio y dos litros de agua al día. Olvida las bebidas azucaradas y gaseosas, el café y, por supuesto, el alcohol. Puedes optar por cambiar el café por té, pero nunca el té sustituye al agua. Toma al menos dos vasos grandes de agua en cada comida y, si no tienes sed, tampoco fuerces, solo conseguirás retener más líquidos.
Sabemos que con la llegada del buen tiempo apetece salir más con amigos y practicar el terraceo, lo que favorece que caigamos en la tentación con más facilidad. Prueba a tomar algún zumo cuando estés con amigos o incluso algún cocktail pero siempre sin alcohol. Están ricos y son más saludables.
Picoteo saludable
Comer a entre horas puede ser el gran enemigo de la operación bikini. Pero si te ‘ataca’ el hambre a media mañana o a media tarde, no caigas en la tentación de comprarte un bollo o una bolsa de patatas fritas para calmar tu ansiedad, mejor apuesta por un picoteo healthy con crudités de zanahoria y apio, una tostadita con guacamole o hummus o edamme (puedes hacerlos por la noche y llevarlos al trabajo en un tupper).
Planifica tus menús
Un buen truco es hacer un plan semanal de comidas y cenas, según explican los expertos de Sanitas. Dejar el menú diario a la improvisación, nunca sale bien. Para ello, haz una lista variada cada domingo con los platos que vas a cocinar para hacer una compra adecuada y seguirla sin salirte demasiado de ella. Deja un par de comidas (una comida y una cena y no el mismo día) a la semana en la que puedas comer lo que te apetezca.
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