Bienestar

¿Por qué volvemos cansados después de un día de playa? Esta es la explicación científica

Descubre las razones fisiológicas detrás de la fatiga tras un día de sol y mar, entiende cómo tu cuerpo maneja el calor y por qué esto te deja exhausto

Ir a la playa es sinónimo de descanso, un lugar donde muchas personas buscan relajarse bajo el sol, sintiendo la brisa del mar y desconectando de la rutina diaria. Sin embargo, no es raro que, después de un día de playa, en lugar de sentirse renovados, muchos regresen al hotel agotados, con una sensación de fatiga abrumadora. Aunque puede parecer contradictorio, hay una explicación médica detrás de este fenómeno, que involucra varios procesos fisiológicos del cuerpo.

El sol y la termorregulación

Una de las principales razones por las que nos sentimos cansados después de pasar un día en la playa es el esfuerzo que realiza nuestro cuerpo para mantener la temperatura interna dentro de un rango seguro. Este proceso, conocido como termorregulación, es crucial para nuestra supervivencia. Cuando estamos expuestos a altas temperaturas, como las que encontramos en la playa bajo el sol intenso, nuestro cuerpo trabaja arduamente para disipar el calor y evitar un sobrecalentamiento peligroso.

El principal mecanismo que utiliza el cuerpo para regular la temperatura es la sudoración. Cuando la temperatura corporal aumenta debido a la exposición prolongada al sol, el cuerpo comienza a sudar para enfriarse. El sudor se evapora de la piel, llevándose consigo el calor, lo que ayuda a reducir la temperatura interna. Sin embargo, este proceso no es gratuito en términos de energía; de hecho, requiere un considerable gasto energético. Cuanto más tiempo se pase bajo el sol y mayor sea la necesidad de enfriamiento, más energía gastará el cuerpo en termorregularse.

Deshidratación y fatiga

La sudoración excesiva también conduce a otro problema significativo: la deshidratación. Al sudar, perdemos no solo agua, sino también electrolitos esenciales como el sodio y el potasio, que son cruciales para el funcionamiento adecuado de los músculos y los nervios. La deshidratación afecta el volumen de sangre circulante, lo que obliga al corazón a trabajar más para bombear sangre y oxígeno a los tejidos. Esta mayor demanda sobre el sistema cardiovascular contribuye a la sensación de cansancio que experimentamos.

Además, la deshidratación puede afectar el funcionamiento cognitivo, provocando dificultades para concentrarse, irritabilidad y una sensación general de debilidad. Todos estos factores combinados hacen que, al final del día, uno se sienta completamente agotado, incluso si la mayor parte del día se ha pasado tumbado en una toalla.

Dilatación de los vasos sanguíneos y baja presión arterial

Otro factor que contribuye al cansancio después de un día de playa es el efecto del calor sobre los vasos sanguíneos. Cuando la temperatura ambiental es alta, como suele ser en la playa, los vasos sanguíneos se dilatan en un proceso conocido como vasodilatación. Esta dilatación es una respuesta del cuerpo para facilitar la pérdida de calor a través de la piel, pero también tiene un efecto secundario: reduce la presión arterial.

La disminución de la presión arterial puede provocar síntomas como mareos, fatiga y una sensación general de debilidad, especialmente si se está deshidratado o si se ha estado de pie durante largos periodos. Esta combinación de baja presión arterial y deshidratación es particularmente agotadora, y es una de las razones por las cuales muchas personas sienten que su energía se ha agotado por completo después de un día en la playa.

Impacto del ambiente costero

El sol, además, puede afectar directamente a los músculos. La radiación ultravioleta puede inducir un estrés oxidativo en las células musculares, lo que contribuye a la sensación de fatiga. Además, la exposición solar prolongada puede disminuir los niveles de ciertas vitaminas y minerales en el cuerpo, como la vitamina D y el magnesio, lo que a su vez afecta el rendimiento muscular y la energía general.

Finalmente, el entorno costero en sí mismo puede contribuir a la sensación de fatiga. El aire de la playa, aunque revitalizante, contiene sal y otros minerales que pueden deshidratar la piel y las mucosas, lo que aumenta la pérdida de líquidos. Además, el reflejo del sol en la arena y el agua puede forzar la vista, lo que a su vez causa fatiga ocular y contribuye al cansancio general.

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