Bikinis, bañadores y todo tipo de ropa de baño forman parte del estilismo oficial del verano. Allá donde haya agua, seguramente haya un bañista, y donde estos estén, pequeños riesgos asociados a los malos usos que podamos hacer de nuestros bañadores.
¿Podemos cometer malos usos con ellos? Pues, lamentablemente, sí, y es que estas prendas tan veraniegas no son tan inocuas como parecen. O no son inocuas si cometemos ciertos errores con ellas que pueden aparejar cierto tipo de infecciones, dermatitis e irritaciones que no solo tienen que ver con el tejido, sino también por lo que hacemos con ellos.
Mantener un bañador mojado durante horas, la poco higiénica costumbre de utilizar ropa interior debajo o el peligroso hábito de probarse bañadores en una tienda son algunos de estos riesgos veraniegos a los que nos enfrentamos.
Los tres pecados de la ropa de baño en verano
Son muchas las batallas infecciosas a las que nos enfrentamos en verano, donde la relajación de las costumbres y la proliferación bacteriana gracias al exceso de humedad y de temperatura pueden causar estragos. Entre las 'itis' habituales no hay que dejar de prestar atención a la conjuntivitis, a la otitis, a la faringitis o a la gastroenteritis. Sin embargo, una de ellas, la cistitis, tiene mucho que decir de nuestra salud si la asociamos con un mal uso de la ropa de baño.
A ello debemos sumar otro handicap, el de probarse ropa de baño en una tienda, que es una costumbre arriesgada y potencialmente insalubre porque desconocemos quién se ha probado antes ese bikini o bañador con el que estamos ahora. Es cierto que en la práctica totalidad de las tiendas, hay unas pequeñas tiras de plástico que actúan como barrera para que nos podamos probar con cierta seguridad este tipo de prendas, pero no dejan de implicar un riesgo.
Por último, hemos de hablar de la insana costumbre de encontrar hombres que utilizan ropa interior debajo de sus trajes de baño. Esta práctica, del todo innecesaria en la mayoría de personas, está heredada del hábito surfista de llevar calzoncillos que no limiten los movimientos sobre la tabla. Sin embargo, son miles las personas que lo hacen -sin ninguna relación con la tabla- y que lo único que consiguen con ello es acumular más suciedad en el agua y además complicar su propia salud.
El error del bañador húmedo
Podría parecer una incomodidad cambiarse continuamente de bañador cuando estamos en la piscina o en la playa, recurriendo a uno seco -tanto para ellas como para ellos- cada vez que salgamos del agua, pero sería lo conveniente si queremos limitar el riesgo de cistitis.
Esta infección de las vías urinarias es más frecuente en mujeres, ya que su uretra es más corta que en el caso de los hombres, y permanecer con el bikini mojado lo único que facilita es que el exceso de humedad, en combinación con las altas temperaturas, haga proliferar bacterias como la escherichia coli (la famosa E.coli), responsable de esta infección en un 80% de los casos.
Esta es la razón por la que es más conveniente cambiarse de ropa cada vez que salgamos del agua, limitando así las posibilidades de desarrollar la infección. Aún así, sabemos que es una tarea complicada o engorrosa -para lo cual bastaría con tener una prenda seca y sustituirla por el húmedo después de cada chapuzón-.
En cualquier caso, una vez que nos marchemos de la playa o de la piscina, conviene reemplazar la prenda mojada por ropa seca para reducir el riesgo de esta molestísima patología -que se suele paliar con antibióticos- y que se caracteriza por una necesidad constante de orinar, acompañada de ardor en la micción, que además será en pequeñas cantidades, y que también puede suponer dolor abdominal, molestias pélvicas, fiebre y cambios en la composición de la orina, según advierten desde Clínica Mayo.
Después de comprar, lavar
Una escueta tira de plástico con las letras 'higiene' defiende así la integridad genital femenina cuando se prueba un bikini o un bañador en una tienda. Desconocemos quién o cuántas personas se han puesto antes esa misma prenda, o en qué condiciones. Por estos motivos, siempre es conveniente no quitarse nunca la ropa interior si nos probamos un bañador, e incluso no usar una ropa interior demasiado estrecha o pequeña en esta circunstancia, reduciendo así la superficie de contacto corporal expuesta a estas tiras que no son siempre tan higiénicas como parecen.
Por estos motivos, la costumbre de 'llevarse puesta' la ropa que acabamos de comprar no es del todo saludable (más allá de la ropa de baño). Ten en cuenta que esa prenda ha podido caer al suelo, ser manoseada por decenas de personas o puesta sobre la piel de otras tantas, desconociendo así si podían sufrir ciertas patologías -contagiosas o no-, que hacen necesaria lavar la ropa después de comprarla.
Ahora multiplica el efecto y trasládalo a una zona especialmente sensible como son los genitales. Como es lógico, nadie en su sano juicio utilizaría un bañador recién comprado sin lavarlo, pero además de eso, es conveniente que nunca nos lo probemos directamente sobre nuestra propia piel. De esta manera, limitaremos la posible presencia de gérmenes, bacterias o diferentes patógenos, tanto ambientales como de otras personas, como explicó hace una década el doctor en Microbiología Philip Tierno en el programa Good Morning America.
Los calzoncillos, desterrados del agua
Más allá de ser una costumbre completamente insalubre, puesto que estamos añadiendo más agentes contaminantes al agua, ya sea de la playa o de la piscina, el hecho de llevar calzoncillos debajo del bañador es completamente inútil. Por eso, los bañadores masculinos incluyen la clásica redecilla o rejilla, que sujeta los genitales, aunque también puede provocar ciertas rozaduras, sobre todo en zonas de costa donde el agua salada es más agresiva y también corremos el riesgo de añadir arena a la ecuación.
En cualquier caso, son muchas las excusas que se suelen plantear para utilizar calzoncillos en esta situación. Desde disimular erecciones a evitar el riesgo de quedarse desnudo si lo pierde, la colección de pretextos es amplísima y del todo innecesaria porque los calzoncillos bajo el bañador son unos pésimos amigos de la salud genital masculina.
Por un lado, la misma batalla contra la cistitis en el caso de las mujeres, ya que mantenemos un tejido húmedo durante mucho tiempo (más del deseado, ya que el tejido del calzoncillo se seca más despacio que el de la ropa de baño). Además, a eso se suma una posible irritación de genitales, ya sea bolsa escrotal o pene, que conviven así más tiempo con agua salada o clorada, la cual puede desembocar en diferentes tipos de eczema, como explican desde Pediatriaintegral.es.
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