Ser agradecido es algo que nos enseñan desde que somos niños pero que muchas veces, cuando llegamos a la edad adulta, nos olvidamos de ponerlo en práctica. Dar las gracias no solo es un pequeño detalle que podría mejorar tus relaciones sociales, sino que también tiene beneficios para tu salud física y tu salud mental.
Es un gesto muy sencillo y con una sola palabra puedes hacer que el otro se sienta bien. Seguro que si te pones a pensarlo, hace tiempo que no agradeces a un familiar lo que hace por ti en el día a día o que no le expresas a tus amigos más cercanos lo que sientes. El estrés diario nos impide muchas veces parar y mostrar nuestros sentimientos y hay ocasiones en las que damos por hecho que la otra persona ya sabe que estamos agradecidos y no lo decimos. Gran error.
Los amigos son nuestro motor: mejoran la autoestima y nos brindan la confianza que necesitamos para enfrentarnos a todo lo que nos rodea, que no siempre es positivo. Incluso hay un Día Internacional de la Amistad, el 30 de julio, que se lleva celebrando desde el año 1969 gracias al profesor argentino Enrique Ernesto Febbrar que propuso que este día se crease para compartir su euforia con toda la humanidad.
Aun así, nos cuesta exteriorizar sentimientos con ellos. Según un estudio sociológico realizado por Ron Brugal, un 49 por ciento de los españoles admite que nunca ha dicho “te quiero” a sus amigos más cercanos, un 62 por ciento nunca o casi nunca les dice que les echa de menos y hasta un 63 por ciento reconoce que no suele dar las gracias a ninguno de sus allegados por su amistad y por estar ahí.
Al no expresar a nuestros amigos o la gente más cercana lo que sentimos por ellos, además de privarlos del reconocimiento que merecen, estamos renunciando a importantes beneficios para nuestro estado de ánimo. Un estudio sobre la amistad apunta que "reconocer y apreciar, sentir positivamente hacia a las personas en nuestras vidas se asocia con niveles más altos de satisfacción con la vida”.
Según la psicología positiva, dar las gracias a la gente que quieres nos lleva a un estado de mayor felicidad. A través de ese gesto ‘insignificante’ las personas experimentan más emociones positivas y mejoran su salud mental en muchos sentidos. De hecho, las personas agradecidas son mucho más positivas y ven la vida de una manera más alegre, aunque no quiera decir que no se sea realista cuando vienen los problemas.
La psicóloga Angélica Collado añade: “Dar las gracias desarrolla la inteligencia emocional, puesto que cuando expresas una emoción y la identificas, por una parte la validas y, por otra, la ensalzas”. Collado, como especialista en inteligencia emocional, nos expone los beneficios de dar las gracias a nuestros amigos.
Ayuda a conectar con nuestras emociones
En el día a día y su ajetreo, tendemos a poner el piloto automático y a dejar que la cabeza trabaje desconectada de las emociones. Es puro instinto de supervivencia, pero igual de necesario es desactivar ese piloto de vez en cuando. Ser conscientes de lo que sentimos por nuestros amigos, de lo que nos aportan, del pilar que suponen en ese día a día, nos ayuda a conectar con nuestras emociones y a conocernos mejor.
Regula el estrés y la ansiedad
Desde luego dar las gracias no solucionará de forma mágica grandes problemas, pero sí puede ayudar a relativizar los pequeños asuntos del día a día que quizá nos dan algún quebradero de cabeza. La amistad obliga a estar en el presente, es un antídoto contra los pensamientos anticipatorios de ansiedad y la constante activación. Si das las gracias, te sentirás reconfortado y además correspondido.
Mejora la salud física
Según un estudio de 2012 publicado en la revista Personalidad y diferencias individuales, las personas agradecidas experimentan menos aflicciones y son más propensas a cuidar su salud a través de buenos hábitos de ejercicio físico y alimentación.
Ser agradecido nos hace más empáticos
Reconocer el papel que otras personas juegan en nuestra vida nos lleva a mirar a esas personas más de cerca. Nos hace sensibles a sus estados de ánimo y necesidades y evita los malentendidos que afloran cuando somos ajenos al mundo interior de los otros. Agradecer a nuestros amigos que lo sean, en resumen, rebaja el egocentrismo.
Refuerza el vínculo de amistad
En la amistad existe una gran mentira en la que es muy fácil caer: que la mera acumulación de minutos juntos servirá para que la unión sea siempre igual de estrecha. Sin embargo, a medida que los años pasan y las vidas cambian, el vínculo se resiente porque tenemos menos tiempo libre y más demandas. Decir a nuestros amigos lo que sentimos por ellos refuerza ese vínculo y construye relaciones a prueba del paso del tiempo. Y lo mismo pasa en el trabajo, por ejemplo, o con esos familiares a los que quieres pero quizá no están presentes en tu vida las 24 horas del día.
Crea un clima de confianza
Expresar el cariño o agradecimiento a un amigo potencia el efecto boomerang de la expresión emocional. Así, cuando le decimos a alguien lo mucho que le agradecemos que esté a nuestro lado construimos un ambiente de seguridad que provocará que en el futuro ella también nos lo agradezca, contribuyendo así a un ambiente de confianza. La confianza se construye a base de sinceridad y de abrirnos al otro. Es absolutamente verdad ese dicho que asegura que si das, recibirás.
Ser agradecido aumenta la autoestima
El cómputo de todo lo anterior hace que la concepción que tenemos de nosotros mismos se vea reforzada positivamente. Al fin y al cabo somos la historia que nos contamos. Si esta historia está regada por la amistad creará un lugar seguro al que acudir para sentirnos acompañados en un mal momento pero también para compartir y disfrutar en los buenos. Recuerda, una persona a la que quieres también tiene que estar contigo cuando eres feliz y ser feliz por ti, no solo en los momentos malos.
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