Una pareja abierta celebra el amor a la vez que disfruta del sexo con otras personas. Comparten relaciones sexuales con otros, pero la parte afectiva queda solo para su pareja. Para una pareja abierta, la fidelidad no es sinónimo de exclusividad sexual, sino de respeto y cumplimiento hacia los acuerdos establecidos previamente en la pareja.
Según el último informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 41,4 por ciento de los españoles está a favor de las relaciones abiertas. Asimismo, un 47,4 por ciento cree en el poliamor, es decir, relaciones en las que una persona está de manera simultánea y consentida con otros dos o más individuos.
“Una pareja abierta permite explorar la propia sexualidad, descubrir fantasías, llevar a cabo situaciones deseadas… y todo eso, vivido desde la libertad y los deseos propios, es una forma sana de cuidar la salud sexual”, nos explica Arola Poch, sexóloga de Wyylde. “Cuando las cosas se hacen bien, una relación abierta puede ser positiva para la pareja”, asegura Poch.
“Por ejemplo, más confianza, complicidad, sinceridad y comunicación en todos los aspectos de la relación. Es una buenísima oportunidad para conocerse a uno mismo y para crecer como personas y como pareja. Hay que tener claro que una relación o pareja abierta no es ni mejor ni peor que una que no lo es. Lo importante es poder construir la relación que mejor nos encaja de forma sana y libre. Sin prejuicios”, añade la sexóloga.
Decálogo para una pareja abierta
1. Tenlo claro antes de hacerlo. Una relación de pareja abierta no es la solución a tus problemas de pareja. Muchas parejas se plantean abrir la relación simplemente porque la pareja está mal y quieren comprobar si así se soluciona. Lo cierto es que hay muchas posibilidades de que no mejore nada, es más, es probable que aún empeore más la relación. Salvando las distancias, viene a ser como el clásico tener un hijo para salvar la relación, algo que se debe hacer cuando la pareja es estable.
2. Tener siempre presente el objetivo. Definid juntos el objetivo y nunca lo olvidéis si apostáis por una pareja abierta. Si en su momento se abrió la pareja para divertirse, probar experiencias nuevas, reafirmarse como pareja… olvidarse de que esos son los objetivos y no estar pendientes de si se desvían puede acabar poniendo en riesgo la relación. “Un miedo habitual es que la pareja vaya a conocer a otra persona con la que se excite más. Si tenemos claro que lo más importante es la propia relación, en el momento en que esto no sea así y se ponga en peligro la relación, habría que cortar con el riesgo”, dice Poch.
3. No presiones ni insistas. Si un miembro de la pareja quiere una pareja abierta y el otro no, presionar para que se abra no va a funcionar. Mucho menos, dar ultimátum ni insistir. “Respeta los tiempos de tu pareja. A lo mejor uno de los dos está muy convencido y el otro menos. Quizás necesita más tiempo, ir más despacio, dar pasos más controlados, revisar más cómo se va sintiendo… Es recomendable adaptarse a ese ritmo. Es mejor quedarse cortos y con ganas de repetir, que pasarse de frenada”.
4. No abrir la relación solo para contentar a tu pareja. Ceder sin estar convencido puede convertirse en un problema porque sobrevolará la idea de que “lo hago por ti” y al menor conflicto, que es posible que los haya, aparecerá el reproche. No queremos que eso pase, así que solo se abrirá la relación si ambos miembros de la pareja están 100% de acuerdo y motivados para ello. Olvídate de la palabra “sacrificio”.
5. El famoso acuerdo es imprescindible. Abrir una relación implica establecer normas propias. Hay parejas que acuerdan intercambios soft, otras que pactan intercambios sin limitaciones en cuanto a las prácticas. Algunas que acuerdan hacerlo todo juntas, otras que van por separado. No hay unas normas de cómo ha de ser la pareja abierta. Cada pareja se construye a su medida, en función de lo que a ambas personas les resulta más cómodo.
6. Comunicación en la pareja. Hay acuerdos entre parejas que implican guardar silencio. Esto es posible hacerlo pero es importante tener en cuenta que cuando no se sabe lo que pasa, nuestro cerebro tiende a inventarse situaciones y normalmente exagera la realidad o se inventa algo que nos hace más mal que bien. Si la información es constante, no existirá esa necesidad de inventar para rellenar los huecos en blanco y la realidad acostumbra a ser más fácil que cualquier escenario catastrófico que nos imaginamos.
7. Siempre estar pendiente de la pareja. Cuando se abre una relación y se apuesta por una pareja abierta pueden surgir dudas, inseguridades, miedos, celos… No atender todo esto en la otra persona o pensar que es su problema es un error que traerá consecuencias seguro. Recuerda que las parejas liberales o abiertas comparten relaciones sexuales con otros, pero la parte afectiva queda solo para su pareja.
8. Aflora sentimientos. Guardarse para uno mismo las emociones y sentimientos acostumbra a no funcionar. A veces la no comunicación viene porque se piensa que eso que ha pasado no es suficientemente importante como para comentarlo, porque no se quiere hacer daño a la otra persona, porque se anteponen las necesidades de la otra persona a las propias, porque no queremos limitar a nadie...
9. Revisión del acuerdo. “La relación abierta evoluciona y cualquier momento es bueno para negociar y avanzar. Podemos descubrir que nos gustan prácticas no incluidas en nuestro acuerdo o que no nos molestan ciertas actitudes. Negociar implica buscar una solución con la que ambas personas se sientan a gusto. Seguramente será necesario el acuerdo inicial para ir avanzando con pasos firmes”, explica la sexóloga.
10. ¿Vuelta atrás? Tu relación de pareja te debería aportar paz y bienestar. “Si la relación abierta que habíais pactado te ha traído más obsesiones, disgustos y desconfianza, es que no era para vosotros, y siempre es posible una vuelta atrás. Puede que haya sido al revés, que te haya servido para darte cuenta de que ya no tienes la misma admiración hacia la persona que tienes al lado”, concluye.
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